No hace mucho que estábamos reunidos en nuestra oficina de Bogotá algunos de los líderes regionales de Infobip, discutiendo en torno a distintas innovaciones y estrategias de negocio, al tiempo que desde la ventana de nuestra sala de conferencia podíamos ver cómo se enmarcaba un atroz cuadro: nuestros cerros orientales ardiendo presos de voraces i
incendios forestales que no parecían dar tregua. Fue allí, en medio de la ironía que se tambaleaba entre presentaciones de Power Point y de un pesado olor a humo, que entendí -una vez más- que, sin importar nuestros privilegios, ante la naturaleza nadie es realmente intocable.