En las ciudades latinoamericanas es común que la movilidad esté dominada por carros y motos. Esto debería cambiar en poco tiempo si queremos mitigar los impactos de la crisis climática. Sin embargo, la falta de voluntad política, las limitaciones de la infraestructura urbana, e incluso la noción de los vehículos privados como un símbolo de estatus, dificultan los cambios que se requieren en las urbes.