Siembra directa, ¿una aliada contra el cambio climático?
El sistema agropecuario argentino es el segundo sector que más contamina en Argentina. Para reducir las emisiones, apuestan por el secuestro de carbono y la siembra directa ¿Cuál será el futuro del campo argentino?
La agroindustria y la ganadería emiten el 37% de los gases de efecto invernadero (GEI) de Argentina. Para paliar la crisis climática algunos expertos apuestan por el secuestro de carbono en los suelos productivos mediante sistemas directos de siembra y cultivos permanentes.
Según el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero publicado en 2019, la agricultura, la ganadería, la silvicultura (explotación de bosques y montes) y otros usos de la tierra suponen el 37% de las emisiones de GEI de Argentina, solo por detrás del sector energético, que representa un 53%.
Para reducir la contaminación y seguir produciendo a gran escala, una de las ideas es la siembra directa y la intensificación sustentable, un modo de conservar los suelos y mantener los campos verdes el mayor tiempo posible, secuestrando carbono y nitrógeno. Carbono News conversó con el Vicepresidente de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), Marcelo Torres, que participó de la Semana Verde de la Unión Europea, en busca de escalar a nivel global esta forma de cultivo, que ya es una realidad en Argentina.
El secuestro de carbono es un proceso natural que llevan adelante las plantas, fundamentalmente. Al hacer la fotosíntesis, remueven el dióxido de carbono presente en la atmósfera y lo absorben en sus raíces, reduciendo así los gases contaminantes que de otro modo irían a parar a la atmósfera produciendo más calentamiento global.
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Según Torres, la siembra directa imita a la naturaleza, por ejemplo, lo que sucede en los bosques en los que las semillas caen en un colchón de hojas y restos de vegetales muertos y esa misma cobertura sirve como protección del suelo frente a la gota del agua o la erosión eólica, evitando la degradación. La siembra directa se inspira en esta idea y lo que hace es usar sembradoras que disturban mínimamente el suelo y usan el resto de cultivo anterior -los rastrojos- como protección para el suelo. "Esta práctica tiene una menor huella ambiental y una menor huella de carbono, primero al no hacer labranza no mineralizamos la materia orgánica del suelo, usamos menos combustibles fósiles, estamos trabajando el suelo sin disturbar", explicó Torres.
Según el experto, en Argentina el 90% de los campos cuentan con esta forma de cultivo, sobre todo en el cultivo de cebada, maíz, girasol, sorgo, soja. Pero, sin embargo, las emisiones de GEI siguen altas. Para ello, la Aapresid busca extender lo que han llamado "la agricultura de la conservación" o "la intensificación sustentable", que consiste en mantener el campo verde la mayor cantidad de tiempo posible. Para ello, entre dos cosechas, por ejemplo, se siembra un cultivo de servicio que sirve para fijar carbono y nitrógeno en el suelo y para tener el suelo más vivo y diverso. "El resultado es que se producen más alimentos con menor huella de carbono", sumó.
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En palabras de Marcelo Torres: "Es un sistema sustentable socialmente, económicamente y ambientalmente. Se producen granos en cantidad importante, explotando el potencial de los cultivos, con menor impacto ambiental porque se usa los mismos equilibrios que utiliza la naturaleza, a través de la fijación del óxido nitrógeno, a través de la maleza, se fija más el carbono, los suelos están más sanos, se consume menos agua porque hay menos evaporación directa del suelo, es un sistema que reúne todas las condiciones, más sustentable para el planeta y más beneficioso para el productor individual".
Solo el 30% de la producción agrícola en Argentina sigue este sistema que mantiene el suelo con plantas durante todo el año. Para Torres, sería fundamental escalar esta práctica para reducir emisiones. "En esta parte hay mucho por hacer, ver cómo podemos implementar los sistemas verdes en todas las regiones semiáridas, a zonas áridas o calurosas. Reducir las emisiones no viene con promover solo la siembra directa sino que además tenemos que rotar los cultivos y mantener el campo verde, es decir, tener plantas sembradas la mayor cantidad de tiempo posible", concluyó.
Aapresid forma parte de la iniciativa francesa "4p1000", que busca acumular anualmente el 0,4% en el stock de Carbono en los suelos productivos, una propuesta que podría poner freno a la suba CO2 en la atmósfera.
¿Es suficiente?
A pesar de las numerosas ventajas que enumera Torres, algunos enfoques agroecológicos creen insuficientes la intensificación y el monocultivo. Carbono News conversó con el agrónomo Agustín Barbera, quien trabaja en una de las chacras experimentales del INTA y el Ministerio de Desarrollo Agrario de la provincia de Buenos Aires,acompañando a grandes productores agropecuarios hacia la transición agroecológica.
"La siembra directa es sumamente importante para un suelo sano y tiene la posibilidad de aumentar el secuestro de carbono en las raíces, pero el problema, es que normalmente se siembran cultivos únicos y se utiliza el barbecho con la aplicación de herbicidas y el uso de fertilizantes". Para Barbera, la siembra directa y mantener el campo verde es un paso importante pero no suficiente. "Para un real secuestro de carbono, es fundamental tener diversidad de cultivos y raíces, que las plantas mediante la fotosíntesis secuestren el carbono que tenemos en el aire y lo pongan en la tierra a profundidad", dijo el experto.
Barbera encuentra también otro problema en cómo se lleva a la práctica. "Lo que veo es que muchos productores que hacen siembra directa y hacen cultivo de cobertura también aplican herbicidas y fertilizantes, por lo que como cómputo no sé si están reduciendo del uso de agroquímicos".
En opinión de Barbera, "habría que rediseñar los sistemas para un real secuestro de carbono, mantener cultivos perennes, pastizales y avanzar en un manejo que apunte a la regeneración. Todo eso es mucho más importante que sembrar un cultivo entre cosecha y cosecha", concluyó.