Nueva grieta por la comercialización del trigo transgénico: "orgullo nacional" vs deterioro ambiental y productivo
El cereal, llamado HB4 y desarrollado conjuntamente por la empresa Bioceres y el Conicet, fue aprobado por un decreto oficial.
La comercialización de la semilla de trigo transgénico HB4 y sus derivados fue aprobada mediante un decreto oficial hace un mes. Se trata de una investigación 100% nacional, producto de la colaboración público-privada de más de 18 años entre Bioceres y el grupo de investigación del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (CONICET-UNL), liderado por la doctora Raquel Chan. Sin embargo, hay una grieta entre defensores y detractores: mientras que para el Gobierno y algunos científicos es un "orgullo nacional", para activistas, otros científicos y parte de la Mesa Nacional del Trigo es un problema.
Las distintas variedades de este cereal tienen incorporado un gen del girasol que incrementa la tolerancia al déficit hídrico. Bioceres ha iniciado también procesos para su aprobación en Uruguay, Paraguay, EEUU, Colombia, Indonesia, Sudáfrica y Australia. Hasta ahora, cuenta con el visto bueno de Brasil y China.
A favor: la voz de Raquel Chan
Consultada por Carbono.news, la doctora Chan señaló: "Hubo un desarrollo que fue cumpliendo todas las etapas científicas y regulatorias establecidas. Actualmente, ya entró en la fase de producción y comercialización. Espero que este año sea el del lanzamiento del producto al mercado".
Y agregó: "El discurso sobre que todo lo transgénico es malo no tiene un sustento científico. Una parte de la culpa es nuestra, de los investigadores, por ser malos comunicadores y no explicarle a todo el mundo lo que significa este proceso. El golden rice es un caso paradigmático. Se trata de un arroz que tiene un gen que genera una proteína capaz de producir vitamina A y evitar la ceguera en un montón de niños con deficiencia de esa vitamina. ¿Cuál es la explicación? Que es transgénico, que lo modificó el hombre. Pero el ser humano ha modificado los cultivos desde que hace agricultura hace miles de años. Las cruzas y otras técnicas similares no son algo novedoso".
En contra: la amenaza del glufosinato de amonio
El principal peligro del trigo HB4 radica en que, para ser resistente a la sequía, este cultivo necesita ser fumigado con glufosinato de amonio, un agroquímico sumamente dañino para la salud humana y el suelo, según muestran estudios científicos.
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En junio de 2021, Bioceres y Havanna habían anunciado una alianza estratégica para la producción de alimentos sustentables que planteaba el uso futuro de trigo HB4 en la fabricación de los afamados alfajores marplatenses. La noticia había sido mal recibida por gran parte de la sociedad y, finalmente, el acuerdo no se concretó.
Reporteado por Carbono.news, Sergio Ferrari, reconocido auditor ambiental e investigador, expresó: "Todavía no tenemos evidencia del daño que estos cultivos pueden ocasionar. Los procesos de manipulación genética no generan problemas de manera inmediata, pero los inconvenientes podrían aparecer dentro de dos o tres generaciones. La ausencia de evidencia no significa que se trate de productos inocuos. Se está desafiando a la naturaleza, como se hace también con la soja transgénica. Estamos obteniendo mayor productividad, pero corremos riesgos porque no somos Dios y a menudo estos beneficios inmediatos no son gratis en el largo plazo".
Por su parte, el médico rosarino Damián Verzeñassi, en una entrevista brindada a este medio en febrero de este año, dijo: "Hay algo que nadie puede discutir lamentablemente y es que no existe grieta en estos temas, no la hubo antes, ni ahora. El gobierno de Macri, de hecho, no quiso aprobar el trigo transgénico por el peligro que traería a los productores de trigo porque se cerraría el mercado europeo -por el uso del glufosinato de amonio- y, este gobierno, nacional y popular, no solo lo aprueba, sino que lo hace sin esperar los resultados de su resistencia a la sequía. El año pasado, el 40% de las tierras cultivables estaban inundadas. Por eso, salvo que estemos pensando en sembrar trigo en terrenos donde no se debe porque son secos, porque no hay agua, porque destruiría el bosque nativo y, así, se aumentarían las ventas con la expansión de la frontera agropecuaria, no tiene sentido. Igual que pasa con la soja transgénica que no mejora su capacidad de producción, ni su capacidad proteica, solo tiene resistencia".
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Además, el juez Santiago Carrillo dictaminó en noviembre pasado que la aprobación del transgénico incumple la legislación nacional y el Acuerdo de Escazú. Por eso, un fiscal le pidió recientemente que sentencie una medida cautelar.
Datos polémicos: ¿éxito o fracaso económico?
Aunque su aprobación se dio a mediados de mayo, Bioceres ya lleva dos campañas sembrando esta variedad en territorio argentino. En la Mesa Nacional del Trigo, en enero, en la localidad cordobesa de Leones, la capital nacional de ese cultivo, el titular del Instituto Nacional de Semillas (INASE), Obdulio San Martín, dio a conocer las cifras finales de la cosecha 2021/22 del trigo transgénico: 52.755 hectáreas distribuidas en 372 lotes fueron cosechadas y se obtuvieron 124.188 toneladas.
El rendimiento promedio, en comparación con el monocultivo tradicional, fue bajo, de 23,5 quintales por hectárea. Según le aseguró Bioceres a Bichos de Campo, "la manera correcta de comparar los resultados productivos del HB4 no es contra la cosecha general sino contra los lotes convencionales testigos sembrados en las mismas zonas" y uno de los referentes de la compañía indicó que "en ciertas áreas estratégicas eran del 40% a favor del cereal modificado".
En esta línea, productores a favor de este trigo dijeron que no se trata de un cultivo rendidor, sino que sirve para asegurar un piso de producción en caso de estrés hídrico o sequía. Es el primer trigo transgénico aprobado en el mundo y eso genera desconfianza en los mercados europeos.
La polémica recién se inicia y promete ocupar semanas y meses completos en los medios de comunicación masivos y científicos. En el caso de las oleaginosas, la batalla fue ganada por las grandes compañías, porque los productos eran mayormente destinados al consumo animal. No es la misma situación que se dará con el trigo, ingerido básicamente por seres humanos.