La pandemia y el cambio climático agravarán la desnutrición: "El año normal ya no existe"
El meteorólogo José Luis Aiello analizó cómo el clima impactará en la alimentación, agravando la situación que ya quedó en jaque por la pandemia de coronavirus.
La crisis del sistema alimentario mundial derivada de la pandemia se sumará a las agudas sequías que dejará en los próximos meses el cambio climático. Por ende, se agravará el déficit alimentario para más de un tercio de la población argentina.
A nivel mundial, ocurrirá algo similar. Para 2022, el hambre en el planeta habrá alcanzado su nivel más alto del siglo.
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De acuerdo a un estudio publicado en la revista Nature Food, hasta 3000 millones de personas (casi un tercio de la población mundial) verán afectada su posibilidad de llevar una dieta saludable debido a la crisis sanitaria desatada por el coronavirus.
Casi la mitad de los hogares argentinos han optado desde marzo del año pasado por fuentes de calorías menos costosas como alimentos básicos con almidón, cereales, grasas y comestibles ultraprocesados que conducen a dietas de peor calidad nutricional.
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Por todo esto, se verán exacerbadas las disparidades en materia de enfermedades y mortalidad. Se pondrá en peligro el desarrollo del capital humano y el crecimiento económico de la próxima generación.
Argentina: un futuro complicado
Antes de la irrupción del COVID, casi un 35% de la población nacional estaba afectada por la inseguridad alimentaria, según investigaciones del Programa Mundial de Alimentos (WFP) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Estos guarismos dramáticos podrían verse incrementados, ya que se espera una nueva temporada de sequía para los próximos meses.
Consultado por Carbono News, José Luis Aiello, meteorólogo especializado en pronósticos agropecuarios, expresó: "Existe un aumento significativo de la variabilidad climática, lo que motiva que aumente la frecuencia de fenómenos extremos y un crecimiento del riesgo agroclimático. Esto no va a cambiar y vamos a tener que lidiar con situaciones muy similares en los próximos años"
"Los cambios generan incertezas y mayores riesgos. No tenemos por delante un año de El Niño, con abundantes precipitaciones. Por el contrario, en los meses de primavera y verano la lluvia tendría que ser superior a los 700 mm para que la agricultura sea favorable. Pero, la realidad es muy volátil y el año normal ya no existe. Los caudales de los ríos están sufriendo un estrés histórico por la falta de precipitaciones. Vamos hacia una primavera con un evento La Niña, ya que los pronósticos consolidan enfriamiento de las aguas del pacifico ecuatorial", cerró Aiello.