La ecoansiedad en ebullición
¿Cómo afectan las malas noticias ambientales a nuestra salud mental? ¿Qué es la ecoansiedad y qué podemos hacer con ella? ¿En qué se vincula con la tendencia cada vez mayor de no tener hijos como consecuencia de la crisis ambiental?
Las olas de calor en el hemisferio norte, la aparición del concepto "ebullición global", las altas temperaturas en el hemisferio sur y la nuevamente temprana fecha de sobregiro de la Tierra -entre otras cosas- dieron lugar esta última semana a que el concepto de ecoansiedad se volviera protagonista. Tanto así que hasta llegó a ser tendencia en Twitter.
Para hablar de ecoansiedad podemos señalar distintas definiciones, una de ellas corresponde a la Asociación Americana de Psicología de Estados Unidos que la define como un "miedo crónico al destino trágico del ambiente, una respuesta emocional a una amenaza real y presente, muy similar a una crisis existencial".
En la era del chat GPT, me interesó saber cuál era su respuesta frente a la pregunta ¿Qué es la ecoansiedad?": "La ecoansiedad es un término que se refiere a la ansiedad, el miedo y la preocupación que sienten algunas personas en relación con el cambio climático y la crisis medioambiental. Es una respuesta emocional y psicológica a la percepción de la degradación del medio ambiente y las posibles consecuencias catastróficas que esto podría tener para el planeta y la vida en él."
En línea con lo planteado en el primer párrafo, agrega: "Esta preocupación puede ser provocada por varios factores, como informes alarmantes sobre el aumento del calentamiento global, eventos climáticos extremos, la pérdida de biodiversidad, la contaminación y la destrucción de ecosistemas naturales. Las personas que experimentan ecoansiedad pueden sentirse abrumadas por un sentimiento de impotencia frente a la magnitud de los problemas ambientales y preocuparse por el futuro de las generaciones venideras."
Tal como expone Carla Gago en una nota realizada para Cosecha Roja: "Si bien no se lo clasifica como un trastorno de salud mental diagnosticable, lxs profesionales coinciden en que los efectos de la crisis climática y ecológica son reales y pueden generar miedo, tristeza y desesperación, especialmente en las generaciones más jóvenes".
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Leer estas palabras me remitió directamente a mi propia ecoansiedad, a aquello que sentí incluso antes de poder ponerle un nombre, cuando empecé a leer informes y a ver videos en los que constantemente se hacía referencia al colapso ecosistémico y a los pocos años que nos quedan como humanidad para evitar la catástrofe.
Este bombardeo de información, allá por el 2019, empezó a calar hondo en mi emocionalidad y empecé a sentir miedo y angustia. Cuanto más me informaba, más me angustiaba y más sola me sentía. Hablaba sobre el tema y trataba desesperadamente de hacer algo; de hacer todo lo que estuviera a mi alcance para reducir mi impacto ambiental. Cuando leo sobre ecoansiedad, me encuentro con que esa sensación que viví en carne propia -que sigo viviendo-, es experimentada por muchísimas personas en el mundo.
De hecho, el portal Medical News Today informa que, según un estudio del 2018, aproximadamente el 70% de la población de Estados Unidos está preocupada por el cambio climático y un 51% se siente desesperanzado". Coincidentemente, una encuesta realizada en 2021 a más de 10 mil jóvenes de 10 países de entre 16 y 25 años por la Universidad de Bath y la organización Avaaz indican que "el 60% de los encuestados afirma sentirse preocupadx por la situación actual del planeta y más del 45% ve su vida diaria afectada por el temor e incertidumbre en relación al futuro sobre la Tierra. Un dato interesante es que "el estudio revela que existe un vínculo directo entre los niveles crecientes de ansiedad y la falta de políticas climáticas concretas".
Uno de los aspectos en los que impacta la ecoansiedad es en el debate y la toma de decisión respecto de traer o no hijos al mundo. Hace algún tiempo, se dio esta conversación en @ecointensa y compartí algunas conclusiones basadas en los mensajes que recibí en respuesta a la pregunta "¿Tenes/tuviste en cuenta la crisis ambiental a la hora de decidir tener hijxs?":
?? Hay quienes no se lo preguntaron y hoy en día preferirían no haberlos traído al mundo.
?? Hay quienes no se lo preguntaron, pero igualmente elegirían volver a hacerlo.
?? Hay quienes se lo preguntaron y decidieron tenerlos, por lo tanto tratan de implementar una crianza lo más sustentable posible, usando pañales de tela y adoptando otros hábitos sustentables como el compostaje domiciliario, la separación de residuos, el consumo responsable, etc.
?? También están quienes, frente a este panorama de crisis, tienen la esperanza de que la próxima generación salve al planeta.
?? Por otro lado, están quienes tienen todo esto muy presente, así como el deseo de traer un hijx al mundo y eso genera contradicción y dudas que aún no están resueltas.
?? Otro grupo, partiendo de lo expuesto arriba, ya resolvió no traer más seres humanos al planeta, con la crisis ambiental como principal responsable de la decisión.
?? También están las personas que, además de pensar en el daño ambiental que implica traer una nueva vida, piensan en qué mundo les estarían dejando.
?? Por último, están quienes lo piensan, pero igual resaltan que el problema no son los nuevos niñxs, sino la mala distribución de la riqueza, los alimentos y los recursos.
El portal mexicano Nexos publicó en enero del 2022 un articulo destinado a esta problemática, realizado por Yanine Quiroz, periodista especializada en medio ambiente y cambio climático e integrante de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. En el mismo, se plantea que con el objetivo de indagar en la relación existente entre la maternidad y la perspectiva del cambio climático, se llevó a cabo una encuesta (entre el 21/10 y el 11/11 de 2021) a más de cien mujeres mexicanas mayores de 18 años que sintieran que la ansiedad relacionada a los efectos ambientales o climáticos las hubiera afectado en su decisión de ser madres.
La pesquisa arrojó que "el 23?% de las mujeres respondió que el cambio climático es el principal factor que las ha conducido a no querer tener hijos, mientras que el 55?% afirmó que es una de las razones. Es decir que, para el 78?% de las encuestadas, el cambio climático efectivamente se pone sobre la mesa al momento de pensar en tener hijos".
Esta preocupación individual llevada al plano colectivo llevó a la creación del movimiento #Nofuturenochildren, en el que, desde 2019, mujeres jóvenes canadienses se comprometieron a no tener hijos a menos de que su gobierno tome acciones robustas con respecto al cambio climático.
A partir de la creciente presencia de este síntoma en la sociedad, la publicación La Tinta entrevistó a Maitri, un equipo de profesionales de salud mental. Lxs profesionales plantean que, frente a la ecoansiedad, amerita preguntarnos "¿qué nos está mostrando de nosotrxs o de la situación en la que estamos? ¿Cómo reacciona mi cuerpo, cuáles sensaciones aparecen? Escuchar qué necesitamos y cómo se conjuga con las posibilidades reales para hacer algo. No desde la culpa o el deber ser o lo que se supone o se espera que haga, sino con lo que de mí se mueve. Muchas veces acuerparse, encontrarse con otrxs y compartir experiencias se vuelve muy rico, se potencia. La desesperanza que aparece suele tener que ver con la sensación de soledad, con creer que soy lx únicx que está transitando esto. Colectivizar la experiencia, las sensaciones, trae luz y sentido al malestar".
Siempre que hablamos de ecoansiedad, y nos adentramos en el concepto, la siguiente pregunta es ¿Qué hacemos para dejar de sentirnos así? Frente a esta incógnita, Maitri plantea que "No hay una receta mágica para no sentir ansiedad. De hecho, nos preguntamos, ¿sería saludable no sentir ansiedad ante una situación así?: Tampoco es saludable vivir en un estado de ansiedad, miedo o culpa constante".
Y agrega: "Una buena estrategia es localizarla (la ecoansiedad), si bien la situación climática es una catástrofe general que nos afecta a todxs, qué de eso moviliza mis sentires singulares, ¿es la idea de la muerte? ¿Empatizo con los animales que sufren? ¿Me afectan mucho las condiciones climáticas? ¿Cuándo empecé a sentirme así? ¿Con una noticia o una situación que viví? Entender cómo me afecta la situación para ensayar respuestas nuevas desde ese lugar."
Desde lo empírico y como resultado de una construcción generada a partir del diálogo y del intercambio de experiencias, muchas de las personas que hemos vivido y vivimos momentos de ecoansiedad creemos que hay formas de salir de esa nube de angustia y desesperanza. Para ello es fundamental utilizar estrategias que ayuden a manejar el estrés y la preocupación, hablar con amigos o familiares, buscar apoyo en comunidades ambientales, limitar la exposición a noticias perturbadoras y tomar acciones concretas en la lucha contra el cambio climático; así como también adoptar hábitos más sostenibles y participar en actividades de conservación del medio ambiente.
Reconocer que somos muchas las personas que estamos tratando de construir un mundo mejor es uno de los mejores remedios que hemos encontrado para sentir calma cuando las malas noticias ambientales vuelven al ataque.