Ignacio Porras sobre la misión del Etiquetado Frontal: "Proteger a las personas más vulnerables: niños, niñas y adolescentes pobres"
El nutricionista y Director Ejecutivo de la Fundación Sanar, en contacto con Carbono.News, dijo que ser menor de edad hoy en Argentina es "la puerta de entrada a tener una enfermedad crónica no transmisible". Además, dijo que los que tienen que fiscalizar la implementación de la ley "no lo están haciendo".
Últimamente, hubo una explosión de productos alimenticios con sellos negros en las góndolas de los supermercados. De repente, una ley que fue tan debatida y finalmente aprobada en 2021 se hizo realidad: los octógonos que marcan los excesos de nutrientes críticos ya están a la vista de todos o, al menos, ya se encuentran en casi todos los productos. La sorpresa, la alegría, pero también el rechazo hacia el etiquetado frontal se hacen cada vez más evidentes en las redes sociales: desde comentarios festejando la información al alcance de una mirada, hasta las críticas que señalan "¿Eso no era obvio?". Sin embargo, en la era de la opinión y la desinformación, es prioritario volver al origen: ¿Cuál es el objetivo de la ley? ¿Quiénes son sus beneficiarios? ¿Hay fallas en su implementación? ¿Cuáles son los aspectos que van más allá de las góndolas? ¿Cuánto falta para que se cumpla por completo?
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Ignacio Porras es nutricionista, Director Ejecutivo de la Fundación Sanar y uno de los grandes impulsores y defensores de la Ley 27.642 de Promoción de la Alimentación Saludable, más conocida como la "Ley de etiquetado frontal". En contacto con Carbono.News, destacó la importancia y el objetivo principal de esta norma: "Proteger a las personas más vulnerables, los niños, niñas y adolescentes pobres".
Más que una figura geométrica
Hay muchas razones que demuestran la importancia de la ley, pero solo tres datos de salud pública deberían bastar. Según el último informe del INDEC, dos de cada tres niños, niñas o adolescentes en la Argentina son pobres: el 54,2% de los menores de 14 años están en situación de pobreza. Otro dato que podría parecer no relacionado con el anterior es que en el mundo hay más personas con obesidad que famélicas. Y, por último, aunque en el país no hay cifras oficiales actualizadas, un estudio de The British Medical Journal, confirma lo que ya señalan los pediatras argentinos: el aumento de la diabetes tipo II en niños, niñas y adolescentes. Por su parte, el informe señala que en 30 años, esta enfermedad crónica no transmisible aumentó un 56,4% en el mundo. ¿En qué se relacionan estos datos con el etiquetado frontal? Que el problema es la malnutrición.
Podríamos decir que no es solo es necesario comer, sino que hay que comer bien. Muchos especialistas como Porras hacen la distinción entre "comestibles" y alimentos. Y, de nuevo, las personas más vulnerabilizadas son las que más sufren la desmesurada oferta de ultraprocesados. "Esta ley viene a prevenir enfermedades crónicas no transmisibles, las que hoy se muestran más en niños, niñas y adolescentes, y en personas de las clases sociales con menores ingresos", resumió Porras y agregó: "Hoy ser niño, niña o adolescente y pobre es la puerta de entrada para tener comprada una enfermedad crónica no transmisible. Es prácticamente un factor de riesgo".
Es por esto que, en la ley, se establece además que se controle que las donaciones de comida para las personas con menores ingresos sean de la mejor calidad posible. "El Estado, ante igualdad de condiciones, debe priorizar los productos sin sellos o con menor cantidad de estos, para que los alimentos que buscan dar asistencia a grupos vulnerables no llenen panzas, sino que nutran cuerpos", afirmó.
Sobre las críticas hacia los octógonos, el nutricionista dijo que "los que dicen que es una ley de élite o para gente ricas no tienen ni idea, no leyeron ni media estadística" e invitó a que buscaran los estudios nacionales sobre el tema "que están disponibles de forma gratuita en Google". "La realidad es justamente lo contrario, lo que la ley viene a hacer es proteger a las personas más vulnerables que son los niños, las niñas y los adolescentes pobres", sentenció.
Ignacio Porras explicó que los más afectados "son los mismos pibes que llegan a la casa y no tienen cloacas, no tienen agua potable, ni un buen lugar para disponer residuos". Además, alertó sobre la falta de entendimiento de las etiquetas convencionales: "Solo el 13% entiende lo que lee, destacan los estudios".
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Algunos datos de alimentación inadecuada en Argentina, según el informe Alimentación Saludable, Sobrepeso y Obesidad en Argentina realizado por el gobierno hace unos años, son:
· Argentina, México y Chile tienen las ventas anuales de productos ultraprocesados per cápita más altas de la región: Argentina (194,1 kg), México (164,3 kg) y Chile (125,5 kg).
· Argentina lidera el consumo de bebidas gaseosas con 131 litros per cápita anuales.
· México, Argentina, Brasil, EE.UU. y Australia son los 5 países con mayor consumo de azúcar agregada del Mundo, con alrededor de 150 gr/día, consumo que triplica lo recomendado por la OMS (50 gr/día).
· En Argentina se duplicó el consumo de gaseosas y jugos en polvo en los últimos 20 años (pasando de 1/2 a un vaso de gaseosa por día por habitante). El consumo de frutas disminuyó un 41% y el de hortalizas un 21% en el mismo periodo.
Otro de los lugares de cuidado a los que llega la "ley de etiquetado" es a los entornos escolares, ya que los productos que se pongan al alcance de los niños no deben contener sellos. Ningún producto con sellos debe tener marketing en sus envases con dibujos animados, deportistas, influencers o futbolistas, entre otros. Tampoco debe haber publicidad de productos ultraprocesados en los buffets.
Para que esta ley nacional se incorpore en todas las provincias, Porras contó que está trabajando para que esto suceda lo más pronto y eficientemente posible. "Depende de la voluntad política", enfatizó.
Ahora bien, ¿a qué productos alcanza la ley?
"La ley alcanza a todo producto envasado en ausencia de los clientes que, en su proceso productivo, haya sufrido alguna adición de algún nutriente crítico en particular", relató Porras y sumó que se refiere a los "procesados y ultraprocesados", pero que se usó aquella denominación porque "el Código Alimentario Argentino no los reconoce" como tales, es decir, como procesados y ultraprocesados. "Era muy difícil, había demasiado lobby para modificar el Código y muchos conflictos de intereses. En algunos lugares, venden manzanas envasadas, pero no corresponde al agregado de nutriente crítico y por eso no lleva sellos ese envase", dijo.
Además, destacó que la ley también incluye la declaración obligatoria del contenido de azúcares que antes no estaba y que ahora, debajo de la carbohidratos, figura discriminado azúcar añadido y los totales.
Para esclarecer, Porras explicó brevemente el sistema NOVA de clasificación de alimentos que los separa en 4 grupos, de acuerdo al grado de procesamiento que tengan:
1- Natural o mínimamente procesado: como una fruta, verdura, pedazo de carne, leche pasteurizada.
2- Ingredientes culinarios: si comprás azúcar, no hay nada que oculte que estás comprando azúcar. "El problema de acuerdo al patrón alimenticio es que el 70% del exceso de nutrientes críticos de azúcar y sal proviene de ultraprocesados en los cuales están ocultos estos nutrientes. No es problema el azúcar que le agregás al té, sino las microdosis de azúcar que consumís en el yogur, en la barrita de cereal, en el juguito cepita que te compraste porque viste un dibujo de fruta en la caja y pensaste que era mejor que otra opción y ahí te clavaste 80 gr de azúcar en una mañana", dijo Porras y agregó: "Los sellos van cuando las personas no pueden verlo, no pueden dilucidar el agregado de nutrientes críticos"
3- Alimentos procesados
4- Alimentos ultraprocesados
Para seguir desentrañando las críticas a la ley, el Director Ejecutivo de la Fundación Sanar explicó que el sistema gráfico de los octógonos funciona "dentro de una misma línea de productos". Por eso, si una ensalada envasada a la que se le sumaron nutrientes críticos tiene dos sellos y un alfajor también tiene dos sellos, eso no significa que ambos tengan el mismo nivel saludable o no, sino que, ese resultado de sellos, corresponde a la comparación entre productos de la misma línea. Entre ellos, la comparación es imposible.
"Una cosa en una banana y otra una banana frita azucarada, como aparecen los mix frutales en las dietéticas. Al ser una banana frita y con agregados, dejó de ser un alimento natural y pasó a ser un alimento procesado. Por eso, le corresponde un sello". No obstante, hizo una aclaración: "Siempre comemos alimentos procesados, pero una cosa es una milanesa que preparás en tu casa y elegís qué ponerle. Hay una toma de decisión, es distinto cuando vos la comprás".
Más allá de este boom de sellos, aún queda un largo camino para la completa implementación y, mientras tanto, el especialista asegura que hay una clara "falta de fiscalización".
Necesito un tiempo
En agosto del 2022 se vencía el plazo de un año otorgado a las grandes empresas para reorganizar el empaque de su producción de acuerdo con la nueva normativa y ya debían empezar a exhibir sus productos con los sellos correspondientes; sin embargo, podrían pedir una prórroga de seis meses. En ese caso, al 16 de febrero de 2023 todas las grandes empresas deberían haber cumplido el acuerdo.
Por otra parte, las pequeñas y medianas empresas contaban con medio año adicional, es decir, recién en febrero de 2023 se les venció el primer plazo, por lo que las que solicitaron la prórroga tienen tiempo hasta agosto de este año para exhibir sus productos con los sellos.
Sin embargo, la exigencia de los sellos no es la misma para un producto que cumplió con el etiquetado dentro del plazo original que para uno que lo hizo en una segunda instancia. Si estuvo dentro del plazo más ajustado y el producto contiene el 20% de azúcar o alguno de los otros nutrientes críticos, debe usar sello. Sin embargo, vencido este plazo y si se hace uso de las prórrogas, con tener un 10% de azúcar ya es suficiente para que le corresponda un sello; es decir, la calificación se vuelve más estricta.
Adicionalmente, las empresas deberán contar con sellos alineados con el perfil de nutrientes de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que marca el límite de corte entre el aporte energético crítico con el aporte energético total del alimento: es decir, aclarar dentro del total de calorías -esas que consumís-, cuántas provienen del exceso en grasas y cuántas de las grasas saturadas. En este caso el plazo para las grandes empresas es mayo y agosto para las pequeñas y medianas.
Las grandes empresas representan "el 80% de lo que vemos en góndolas", según Porras. "Se empezaron a ver los sellos en algunas ciudades, no en todas, en el interior el único producto que está etiquetado es Coca Cola debido a la logística y a la menor densidad de población".
Teniendo en cuenta estos plazos, ¿no deberían verse más sellos? La respuesta de Porras es llamativa, pero no sorprende por el lobby empresarial: "El Instituto Nacional de Alimentos (INAL) elaboró un manual para la implementación de la ley e interpretó que el 'deberán exhibir', como dice la ley, era un 'deberán producir', a partir de la fecha, con los sellos. Entonces, hasta el día anterior, estuvieron produciendo y generando stock. La ley no elimina el stock de góndola. Por eso, es probable que tengamos que esperar unos meses más hasta que empecemos a ver los productos con etiquetado frontal. El INAL podría haber utilizado la fecha de funcionamiento que es, en definitiva, a la que tenemos acceso, entonces no sabemos si están cumpliendo o no con la ley".
Además, explica que como la fecha de elaboración de cada producto suele estar codificada, los consumidores no pueden corroborar si ese producto sin sellos efectivamente se hizo en el plazo adecuado. "Es una forma de quitarnos la posibilidad como consumidores de saber si esa marca está o no cumpliendo con la ley. Eso es por la cercanía que tiene la industria alimentaria (el INAL, la ANMAT) con la industria farmacéutica. Están a los abrazos, es una realidad, están súper atravesados por conflictos de interés".
"Los que deben fiscalizar, no están fiscalizando", aseguró el nutricionista, y detalló por qué: "No es algo que hizo la industria (la interpretación de la ley), es algo que hizo el organismo de implementación que es el encargado de fiscalizar. Quien debe fiscalizar no está fiscalizando".
En esta línea, Porras agregó que la reglamentación permitía el uso de stickers para poner los sellos: "Todos los productos que están en góndola desde el 16 de febrero ya podrían haber estado con stickers. No solo les dieron seis meses más de prórroga (con la interpretación de la ley), sino también capacidad de acopio; un plazo más para la aparición del sello".
Si el INAL hace la misma interpretación con las pequeñas y medianas empresas, la implementación total de los octógonos estaría para alrededor de noviembre, intuyó Porras.
Estar presentes
Frente a la pregunta: ¿Qué puede hacer la sociedad para que la ley se cumpla? Ignacio Porras dijo rotundamente: "Hinchar las pelotas, estar presentes, exigir el cumplimiento. No puede estar fiscalizada por 20 fanáticos de las redes sociales o por personas que la defienden por cuestiones más comprometidas con la garantía de derechos. Debe ser un laburo comunitario. Si veo que Coca Cola pone los sellos para atrás, hablo con la persona que está en la caja, si me deriva, hablo con la encargada y, si me vuelve a derivar, hablo con el gerente. Le dedico 20 minutos de mi tiempo. Hay que adueñarse de esta ley que viene a garantizar derechos, justamente, de la población más vulnerabilizada".