Salud y alimentación
Zoonosis

Cuatro conductas humanas que llevaron a la aparición del COVID-19 y podrían generar nuevas pandemias

La relación entre las prácticas humanas y las enfermedades zoonóticas ya está más que comprobada. En un futuro próximo podría haber otras pandemias si no se actúa rápidamente

La aparición del COVID-19 no fue por casualidad. Las enfermedades de origen zoonótico, como ésta, tienen mucho que ver con cómo nos organizamos, producimos y consumimos los humanos.

(Foto: Pixabay)

Las zoonosis son enfermedades infecciosas que se transmiten de animales vertebrados a los humanos. Según un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), "el 75% de las enfermedades humanas conocidas hasta la fecha derivan de animales, al igual que el 60% de las enfermedades emergentes son transmitidas por especies salvajes". Los expertos afirman que hay algunas actividades humanas que son el caldo de cultivo perfecto para que se generen nuevas enfermedades con potencial pandémico.

"La transformación de grandes paisajes causada por las actividades humanas trae consigo la disminución, fragmentación y pérdida de ecosistemas que son el hogar de muchas especies. Algunas de ellas desaparecen a medida que sus hábitats se pierden, pero otras intentan adaptarse a las circunstancias invadiendo nuevos espacios, lo que puede acercarlas a los humanos o a sus animales domésticos", explica Luis Germán Naranjo, director de Gobernanza y Conservación de WWF Colombia.

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Estos acontecimientos se han multiplicado en los últimos cincuenta años. "Entre 1980 y 1985 hubo menos de 1000, y entre 2005 y 2010 los casos se multiplicaron por tres hasta llegar a casi 3000", aseguran desde la Fundación para la Promoción de la Sanidad Animal y la Seguridad Alimentaria (PROSAIA).

1) Deforestación y pérdida de biodiversidad

Los bosques cubren una tercera parte del mundo: se estima que abarcan alrededor de 4,06 billones de hectáreas, 0,52 hectáreas por persona. Un reporte de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala que el mundo ha perdido aproximadamente 420 millones de hectáreas de bosques por la deforestación, lo que equivale a la mitad de la superficie de Brasil.

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En el período 2015-2020 la tasa anual de deforestación se estimó en 10 millones de hectáreas, en comparación con los 12 millones de hectáreas de 2010-2015. Una de las formas de deforestación que más impacto tiene en los bosques son los incendios. Según los últimos datos, a nivel global alrededor de 98 millones de hectáreas fueron afectadas en 2015. Más de dos tercios de los bosques afectados ocurrieron en Sudamérica y África.

Philip Fearnside, biólogo del Instituto Nacional de Investigación del Amazonas (INPA), explicó a Carbono News que los ecosistemas amazónicos sirven como una barrera contra las zoonosis. Por eso, a medida que avanza la deforestación y hay mayor contacto entre las poblaciones humanas y los animales silvestres, aumenta el riesgo de una infección.

"El salto puede producirse directamente de los animales salvajes a los humanos que están en contacto con ellos, o a través de los animales domésticos que sirven de intermediarios. Los perros, por ejemplo, son susceptibles al nuevo coronavirus, y probablemente también a muchos otros virus", sostuvo el biólogo.

Según Fearnside hay posibilidad de que las próximas pandemias provengan del Amazonas, donde habita un gran número de especies animales con nuevos patógenos asociados con el potencial de ser transferidos a los seres humanos.

"El hecho de que Brasil tenga la mayor superficie de selva tropical del mundo, que la selva tenga una diversidad de patógenos mucho mayor que la de otros biomas, y que Brasil tenga también una tasa de deforestación grande y acelerada, sitúa al país como uno de los lugares más propensos a la aparición de nuevas enfermedades o para una mayor transmisión de otras conocidas como la malaria o la leishmaniosis", explica.

(Foto: Pixabay)

La advertencia del INPA sirve para Brasil, pero también para otras zonas de Sudamérica donde existe gran biodiversidad y donde la deforestación avanza, como por ejemplo, el Gran Chaco, la selva peruana y la colombiana.

2) Tráfico de animales

El tráfico de animales es uno de los negocios ilegales más rentables del mundo. Alrededor de 350 millones de plantas y animales se venden anualmente en el mercado negro, generando un estimado de entre $7000 y $23.000 millones de dólares, según los datos de la Sociedad Mundial de Conservación (WCS). Estas especies son vendidas como mascotas, alimento, o para uso medicinal.

De uno de estos mercados de animales vivos se cree que salió el virus del COVID-19 en la ciudad china de Wuhan, donde se comercializan pavos reales, puercoespines, murciélagos y ratas, entre otras especies. Los expertos estiman que el SARS-CoV-2 "saltó" de un un murciélago a un pangolín y de ahí hasta los humanos. Un suceso que se viene repitiendo a lo largo de la historia. 

Otras epidemias ya conocidas, como el SIDA, la gripe aviar o el ébola también surgieron del comercio de animales silvestres. Por ejemplo el VIH surgió por la incorporación de la carne de chimpancé en los mercados urbanos de África o el virus de la gripe aviar que pasó de las aves de corral a los humanos, en Asia.

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En América Latina, la región con el 40% de la biodiversidad del mundo, el tráfico de vida silvestre es una gran amenaza. Según dijo a Carbono News Carina Righi, coordinadora de Tráfico Ilegal de Biodiversidad de WCS Argentina, "solo en Perú, 318 especies de fauna son vistas como potenciales víctimas, y 86 de ellas se encuentran en la Lista Roja de la UICN", la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, encargada de registrar y monitorear las especies amenazadas.

En Argentina se trata de un delito que pocos tienen presente. Monos, tucanes, papagayos, aves pequeñas como el cardenal amarillo, lagartos, tortugas, tatú carreta encabezan el ranking de especies que se comercian en mercados internacionales, son vendidas como mascotas o integran exclusivas colecciones sobre todo en Europa y Estados Unidos.

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En México, se trafica sobre todo con aves, especialmente loros. Más de 9400 pájaros, del 4% al 14% de los loros mexicanos salvajes son contrabandeados hacia EEUU cada año, quedando el resto en los mercados nacionales.

"En Colombia la situación es preocupante", afirma Righi. Solo en 2017 fueron incautados 23.605 animales, muchos de los cuales fueron sacados de su hábitat para ser vendidos en el exterior. Las diez especies nacionales más traficadas, dentro y fuera del país, son algunos tipos de tortuga, iguana, periquito bronceado, lora común, cotorra cheja, ardilla, tití gris, mico maicero y ranas venenosas. El tráfico de las aves tiene como destino EEUU, Ecuador, República Dominicana, México, y las pieles de reptiles y mamíferos se exportan a Europa, Nueva Zelanda y Florida (EEUU).

La ruta del comercio ilegal de vida silvestre que se dirige hacia Asia se centra en reptiles, anfibios, insectos, tiburones, peces ornamentales y flora silvestre; y en los últimos 20 años se ha incrementado en forma acelerada. Una situación que preocupa por la difusión de patógenos y la posibilidad de nuevas pandemias.

3) Movilidad y urbanización

"El número creciente y el posible hacinamiento de muchas poblaciones humanas facilitan la difusión de enfermedades transmisibles de una persona a otra. Estos factores también pueden contribuir a provocar cambios epidemiológicos o a exacerbar la virulencia de algunos agentes infecciosos", advierte la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

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La población que vive en las ciudades ha aumentado exponencialmente. De 1950 a 2018 se pasó de 751 millones a 4200 millones y todo parece indicar que la tendencia seguirá creciendo. Actualmente el 55% de la población mundial vive en ciudades y según la ONU, para 2050 el 68% de las personas vivirá en zonas urbanas.

Frente a este escenario, si todo continúa como hasta ahora y no se promueve un crecimiento sostenible y equitativo de los centros urbanos, el hacinamiento y la falta de acceso al agua y al saneamiento no solo no se detendrán, sino que aumentarán.

La movilidad sin límites de la sociedad moderna y la globalización facilitan la transmisión de las enfermedades y la reaparición de enfermedades allá donde, por ejemplo, ya se habían erradicado.

4) Cambio climático

El calentamiento global tiene diversidad de efectos en el clima y en los ecosistemas del mundo. El aumento de la temperatura media global provoca que haya cada vez más eventos extremos: en algunas zonas habrá más inundaciones o tormentas fuertes, en otros sequías más prolongadas, estrés hídrico, el nivel del mar subirá poniendo en riesgo algunas zonas costeras y los huracanes serán más habituales. De esta forma, el cambio climático podría incidir en la posibilidad de que algunas enfermedades transmisibles sean más comunes.

(Foto: Pixabay)

Es el caso del dengue, el chikungunya, el zika o la fiebre amarilla, enfermedades transmitidas por el mosquito aedes aegypti. El dengue cada año es más común en Argentina y Uruguay porque el mosquito está logrando sobrevivir al invierno, cosa que antes no conseguía.

"En diversas regiones de Argentina y Uruguay, el cambio climático está debilitando el freno que les impone el invierno a las poblaciones del mosquito", afirmó Mario Caffera, Magíster en Ciencias del Medio Ambiente y doctor en Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Universidad de Buenos Aires.

(Foto: Pixabay)

"El clima condiciona la abundancia del vector por su incapacidad de alcanzar el estadio adulto por debajo del umbral de 14 °C. Incluso el ciclo extrínseco de los virus y el potencial reproductivo del mosquito dependen de la temperatura del aire, con marcada estacionalidad", explica Caffera.

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