¡Contaminados!: OMS endurece las guías de calidad de aire y América Latina y el Caribe se aleja aún más de lo recomendado
La Organización Mundial de la Salud elevó los niveles máximos de contaminantes del aire. En el mundo, mueren 7 millones de personas al año por esta problematica y el 91% de la población vive en lugares donde no se respetan dichas guías. México D.F y Bogotá, entre las ciudades más contaminadas. Argentina, duplica los valores sugeridos.
El 22 de septiembre de este año, y previo a la Cop-26 de Glasgow, la Organización Mundial de la Salud (OMS) fue contundente al actualizar, después de 16 años, sus guías sobre la calidad del aire. La última revisión era del 2005 y entrecruzaba los efectos sanitarios producto de la contaminación del aire con los niveles de contaminación perjudiciales para la salud. Sin embargo, diversos estudios científicos insistieron con el endurecimiento de dichas guías, es decir, con el aumento de los niveles máximos de los contaminantes, para la urgente protección de la salud pública y, la OMS, respondió en consecuencia.
La realidad respalda la decisión de dicha organización: en el mundo, mueren entre 7 y 9 millones de personas al año a causa de la contaminación del aire y más de 150 millones de personas en América Latina y el Caribe viven en ciudades cuyos niveles de contaminación atmosférica superan los límites recomendados por las guías de la OMS de 2005, ni hablar de las más recientes.
Aunque Latinoamérica no es la región más contaminada del planeta, sí tiene a varias de sus ciudades liderando el ránking de las 50 urbes con mayor polución atmosférica y, este tipo de contaminación, sigue siendo la principal causa de muerte asociada al riesgo ambiental.
Ahora bien, ¿en qué se referencia y qué mide la OMS a la hora de hablar de contaminación del aire? Concretamente, las guías del 2005 consideran los siguientes parámetros:
· Material particulado (MP),
· Ozono (O3)
· Dióxido de nitrógeno (NO2)
· Dióxido de azufre (SO2)
Para entender mejor, en la atmósfera existe lo que se conoce como material particulado, es decir, partículas suspendidas en el aire que, dependiendo de su tamaño, se pueden definir como grandes o pequeñas. Las primeras, miden entre 2.5 y 10 micrómetros (entre 25 y 100 veces más delgadas que un cabello humano), y se las conoce como PM10, mientras que las segundas son conocidas como PM2.5 y son inferiores a 205 micrones.
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En conversación con Carbono News, la Mg. Andrea Hurtado Epstein, Coordinadora para América Latina del Programa de Cambio Climático de la organización global Salud sin Daño, explicó porqué las partículas pequeñas tienen un riesgo particularmente alarmante para la salud: "La exposición al material particulado fino del PM2.5 está científicamente asociado a la mortalidad prematura. Algunos de los efectos importantes incluyen: agudización de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, enfermedades pulmonares, deterioro de la función pulmonar, ataques de asma, algunos problemas cardiovasculares, como ataques cardiacos, arritmias y, entre las poblaciones que son particularmente sensibles a la exposición a estas partículas, se encuentran, las personas adultas mayores, las personas con enfermedades pulmonares y cardíacas y, las niñas y niños".
Por su parte, y según detalló la especialista, "el ozono está particularmente presente en muchas industrias y, de hecho, en la mayoría de los países, hay regulaciones para que las fábricas que lo utilicen empleen detectores de ozono para advertir cuando existen fugas y actuar con tal protocolo que se desactive y no resulte perjudicial para la salud. Sin embargo, el ozono, incluso en concentraciones muy bajas, puede ser nocivo para el tracto respiratorio y, particularmente, para los pulmones". Aún en concentraciones bajas, el ozono puede producir hipersensibilidad en los bronquios, inflamación en el tejido respiratorio mientras que la exposición intermitente, ola exposición a concentraciones más altas pude causar desde inflamación en los bronquios y en los pulmones hasta función renal reducida, fatiga extrema, mareos, etc".
Respecto a los otros dos compuestos que considera la OMS, se encuentra el dióxido de nitrógeno, subproducto de procesos de combustión muy frecuente en zonas urbanas, y el dióxido de azufre, que es liberado también en procesos de combustión ya que combustibles como el petróleo, el diésel, el gas natural, contienen compuestos de azufre. Este último es también famoso por ser el principal causante de la lluvia ácida. "Ambos dióxidos son gases irritantes y tóxicos que, al igual que el ozono, afectan el tracto respiratorio, los pulmones, producen ataques de tos y, a altas concentraciones, puede irritar el tracto respiratorio causando bronquitis y congestiones afectando especialmente los bronquios de personas con enfermedades respiratorias como el asma", especificó Hurtado Epstein.
Vivir sin calidad de aire
En 2016, según la OMS, el 91 % de la población vivía en lugares donde no se respetaban las guías de la OMS sobre la calidad del aire. En América Latina y el Caribe, ese porcentaje representa 150 millones de personas viviendo en ciudades cuyos niveles de contaminación atmosférica superan los viejos indicadores mundiales. "Hay que tomar en cuenta ciertas especificidades locales y regionales. Por ejemplo, además de la contaminación del aire exterior, hay que considerar que el humo, la contaminación del aire en interiores, también representa un grave riesgo sanitario para unos tres mil millones de personas que, especialmente en el mundo en desarrollo, aún cocinan y calientan sus hogares con combustibles de biomasa, con carbón, con leña, directamente adentro de sus hogares. Entonces, hay ciertas circunstancias locales y regionales que generan una mayor contaminación del aire interno además del externo".
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A la hora de señalar responsables, sin dudas la matriz energética basada en los combustibles fósiles figura primera en la lista. Los procesos de combustión de este tipo de combustibles liberan a la atmósfera los componentes críticos medidos por la OMS. No obstante, también la lista contempla eventos como los incendios forestales que, en 2019, afectaron vilmente a la región, agravando aún más la problemática de contaminación atmosférica.
Según un artículo elaborado en 2019 por el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales (NRDC, por sus siglas en inglés), "México sufrió niveles de contaminación atmosférica terribles cuando incendios quemaron mucho del paisaje del país, sumando 343.545 hectáreas en 32 entidades federativas entre enero y mayo. Como consecuencia, la calidad del aire en ese país alcanzó niveles tóxicos en varios Estados, el gobierno cerró las escuelas y le recomendó a la población que se quedara dentro de sus casas". El informe también apunta a Chile y a su uso predominante de leña para calefaccionar casas y edificios.
Ránking de países contaminados
IQAir es una empresa suiza de tecnología de la calidad del aire que opera AirVisual, una plataforma de información sobre la calidad del aire en tiempo real. Según la actualización diaria, México, Bogotá (Colombia), Santiago (Chile) y Lima (Perú), se encuentran en los puestos 16, 30, 31 y 32 respectivamente del ránking de las 50 ciudades más contaminadas del mundo. En dicha tabla de posiciones, los primeros puestos se atribuyen a ciudades como Lahore (Pakistán), Kolkata (India), Delhi (India) y Shenyang (China).
Ahora bien, pese a que la presencia de ciudades latinoamericanas en el ránking no es la más predominante, la realidad que atraviesan es preocupante y aún más con los nuevos indicadores de la OMS. Es que muchos países latinoamericanos tienen normativas vigentes mucho menos restrictivas que lo recomendado por las guías de la OMS de 2005.
"En Argentina las directrices anuales de MP2.5 son, como mínimo, dos veces más altas que el valor fijado en las guías de la OMS de 2005. Esto significa que las normas existentes relativas a MP2.5 en la mayoría de los países latinoamericanos no tienen un enfoque sanitario y/o no fueron diseñadas con el objetivo primordial de proteger la salud pública", advirtió Hurtado Epstein a Carbono News.
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Asimismo, y tal como revela Salud sin Daño en sus diversos análisis, "también implica que no debería darse por sentado que las directrices legales de estos países son saludables para sus poblaciones. Adicionalmente, algunos países de la región enfrentan importantes desafíos para hacer cumplir e implementar estas directrices. En este contexto, es indispensable que las nuevas guías de la OMS se traduzcan en ajustes a las políticas locales y nacionales para tener un impacto real en la salud pública de estos países".
Este endurecimiento de las guías por parte de la OMS llega en la antesala de lo que será la Conferencia de las Partes n° 26 que tendrá lugar los primeros días de noviembre en la ciudad escocesa de Glasgow. Este accionar no es casual, por el contrario, es todo un mensaje internacional. "Creo que es un momento clave porque, como nunca antes, la salud empieza a tener un lugar predominante y empieza a entrar en las conversaciones sobre cambio climático. Asimismo, cada vez más países reconocen explícitamente el vínculo entre salud y cambio climático en instrumentos como sus Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDC)", expresó Andrea Hurtado Epstein, quien concluyó: "La salud humana, la salud animal y la salud planetaria no pueden ser vistas de manera independiente y, justamente, en el marco de estas nuevas guías, es importante mencionar, por ejemplo, las relaciones que han sido identificadas entre la exposición a este tipo de contaminantes y la vulnerabilidad, por ejemplo, ante la contracción del Covid-19. Entonces, este año conjuga la fuerte batalla de los distintos países contra la pandemia, la necesidad urgente de actuar en materia de cambio climático y estas nuevas guías de la OMS que nos dicen: esto es un ganar-ganar ¿no?".