"Usar y tirar", la basura electrónica acumulada en el planeta ya pesa tanto como la Gran Muralla China
China y Estados Unidos, las dos máximas superpotencias planetarias marchan por senderos opuestos en materia de preservación ambiental
Mientras que Estados Unidos lanzó hace pocos días un plan de 360 mil millones de dólares para volverse más sustentable, China ya es la nación que más contamina en el planeta, al punto que sus emisiones de carbono superan la suma de casi todas las potencias occidentales.
Quienes gobiernan desde Washington buscan salir de la actual recesión gastando más y aumentando el déficit merced a una serie de incentivos fiscales históricos. El efecto más inmediato del plan que se implementará en la Unión será el enorme impulso al crecimiento de la producción de turbinas eólicas, paneles solares y vehículos eléctricos. La comunidad científica coincide en que esta es la clave para que EE.UU. logre la neutralidad en 2050.
En cambio, China trata de dinamizar una economía que se está deteniendo, apelando a soluciones altamente depredadoras del medio ambiente.
Ambos líderes planetarios afrontan actualmente severos problemas económico-financieros devenidos de la pandemia, el confinamiento y la invasión ilegal de Rusia a Ucrania.
¿La economía circular? Bien, gracias
En la medida en que el gigante asiático no cambie su modelo de producción y desarrollo será imposible cumplir con los denominados "objetivos del milenio" que se reafirman en cada cumbre ecológica internacional.
Las emisiones absolutas de esta potencia aumentaron considerablemente en los últimos años, impulsadas por su capacidad de fabricación de electrónicos, textiles y electrodomésticos. Alrededor de dos tercios de los gases nocivos de este país se explican por el uso del carbón para la generación de electricidad.
Pero, no hay que olvidar lo que ocurre con la basura tecnológica acumulada que actualmente equipara el peso de la Gran Muralla construida por China a lo largo de más de 20 mil kilómetros, según el WEEE Forum.
La cantidad de desechos se agiganta por la denominada "obsolescencia programada" que hace prácticamente imposible recuperar los componentes utilizados en la fabricación de nuestros equipos. Concretamente, los "cacharros" están pensados para dominar el mercado, pero no responden a la filosofía de la economía circular.
Consultado por Carbono.news, el especialista en tecnología Joselo Salas expresó: "Este sistema contribuye al aumento de residuos electrónicos de manera innecesaria. Se programa la muerte de los productos con fallas irreparables o inexplicables. Además, se sacan al mercado versiones nuevas de los equipos incitando a nuevas compras para estar a la moda. En la actualidad, casi el 30% de los celulares tienen averías que se producen entre los dos y los tres años de antigüedad, cuando ya no está vigente la garantía".
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"Es casi imposible encontrar disponible un manual en las webs de los fabricantes para la sustitución de las piezas rotas. Parece que los fabricantes no tienen interés en proporcionar información clara. Diseñan la tecnología para que caduque pronto y actualizan constantemente los sistemas operativos para volver obsoleto lo que acaban de vendernos".
Las distancias de varios miles de kilómetros entre quien fabrica en Asia cada unidad y quien la vende luego en Occidente tornan casi imposible el reclamo a la central donde se origina la mercadería.
El contrapunto no puede ser más gráfico: el muro pensado y ejecutado por China para detener a mongoles y manchurianos duró en perfectas condiciones dos mil quinientos años y aún sigue en pie. Por su parte, los teléfonos, tablets, laptops y consolas de videojuegos parecen diseñados para quedar inútiles tras pocas temporadas de uso.