¿Qué podemos aprender de la tragedia de Valencia?
¿Cómo se vincula la DANA con el cambio climático y por qué es importante invertir en adaptación?
Desde hace varios días estamos viendo imágenes de las inundaciones en Valencia. ¿Qué pasó?
El fenómeno climático que dejó más de 200 muertes y muchas personas desaparecidas, recibe el nombre de DANA que es un acrónimo para "Depresión Aislada en Niveles Altos". La DANA implicó en este caso la caída de hasta 500 litros de agua por metro cuadrado en muy pocas horas, para que tomemos noción: llovió en un rato lo que suele llover en todo un año.
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Las preguntas que toca hacerse son: ¿por qué ocurrió esto? y ¿cuán responsable es el cambio climático de lo ocurrido?
Para responderlas consulté al ambientólogo Inti Bonomo: "Lo que ocurrió, desde el punto de vista meteorológico, es que un frente frío polar se encontró con una masa de aire caliente que venía del Mediterráneo, que es un fenómeno habitual de cómo se producen ciertas lluvias en ciertas épocas del año en esa región. Lo particular en este caso es que debido al cambio climático el mar está cada vez más caliente, se están batiendo récords históricos y eso hace que esas nubes tengan más fuerza. Esa nube particularmente cálida y poderosa se encontró con ese frente frio y ocasionó estas lluvias descomunales para la historia que tenemos. El aspecto negativo es que este fenómeno singular es singular hoy, pero, con el correr de los años, vamos a ver que su frecuencia va a aumentar, así como también su intensidad".
Lo que dice Inti también está reflejado en distintos informes, como es el publicado recientemente por el World Weather Attribution que dice que estos eventos han crecido en frecuencia desde los años 60, y con un planeta 1.3°C más caliente que en tiempos preindustriales, hoy tenemos lluvias hasta un 12% más intensas.
En línea con lo anterior, desde España, Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Española de Meteorología (AEMET) declaró que "si bien este fenómeno se ha dado en el pasado, la AMET confirma que esta DANA es la "más adversa" en lo que va del siglo en la Comunidad Valenciana. Según los expertos, la DANA se está produciendo con más frecuencia en los últimos años debido al progresivo aumento de la temperatura del Mar Mediterráneo; sus condiciones facilitan que haya más energía y humedad, previendo mayor potencia". De hecho, un grupo de especialistas de Climate Center asegura que el cambio climático en 2024 aumentó entre 50 y 300 veces la probabilidad de que las altas temperaturas del océano Atlántico añadieran humedad a la tormenta.
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En virtud del impacto generado por este fenómeno extremo, la noticia fue tomada por diferentes medios, entre ellos la BBC que enumeró "4 razones que explican lo mortales que fueron las lluvias torrenciales de España":
Precipitaciones excepcionales: "las precipitaciones saturaron rápidamente los suelos, generando crecidas súbitas en torrentes, cauces y ramblas que se desencadenaron en pocas horas, lo que limitó el tiempo de respuesta".
Falta de previsión: "Pese a que la Agencia Estatal de Meteorología elevó al máximo su nivel de alerta en la mañana del martes 29 por la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que trajo las lluvias, y advirtió de "un nivel de riesgo para la población muy alto", las autoridades no adoptaron medidas excepcionales. Para cuando Protección Civil envió un mensaje de alerta a los teléfonos móviles de los ciudadanos, ya el agua estaba descontrolada en varios puntos y muchos se aferraban a los árboles o se refugiaban en los tejados para salvarse de un torrente imparable".
Un urbanismo desorganizado: "En relación con estos eventos, el principal factor amplificador de pérdidas de vida humana, damnificados y de daños económicos es la urbanización de los espacios fluviales de cauces y ramblas, circunstancia esta que también se ha dado en la mayoría de los núcleos urbanos afectados por la DANA".
El impacto del cambio climático: "Con las aguas del Mediterráneo cada vez más calientes, se están formando nubes cada vez más potentes y que producen más precipitaciones".
Recordemos lo que decimos siempre: el cambio climático no aporta nada nuevo en términos de fenómenos climáticos, sino que son los mismos eventos climáticos que sucedieron siempre pero que, por el aumento de la temperatura se van a dar cada vez más seguido, de manera cada vez más brusca y con consecuencias cada vez más graves para los ecosistemas, para los bienes materiales y para las personas.
Estos eventos que toman tanta trascendencia a nivel global sirven de excusa para hablar del tema y casi siempre tendemos a hacer hincapié sobre la importancia de reducir nuestras emisiones y qué cosas podemos hacer para cuidar el planeta. Eso es hablar de MITIGACIÓN.
Pero esta vez, quiero que lo veamos desde otra perspectiva, por eso en este caso hago énfasis la adaptación. Adaptarse implica cambiar nuestras ciudades, nuestras infraestructuras y hasta nuestra forma de organizarnos, para que, cuando lleguen estos eventos, podamos aguantar el golpe. ¿Qué es lo que se puede hacer? Tomando las inundaciones como ejemplo se deberían reforzar sistemas de drenaje, construir viviendas en lugares seguros, diseñar alertas tempranas que funcionen rápido y urbanizar teniendo en cuenta los ríos y protegiendo los humedales para que puedan absorber parte de esta lluvia en vez de verlos como lugares para construir.
Pensemos en lo que pasa en Argentina con los humedales, los humedales tienen la capacidad de absorber la lluvia y de esa manera reducir los riesgos de inundaciones, sin embargo, el modelo de desarrollismo económico a como dé lugar le puso históricamente un freno a la ley de humedales, estos siguen desprotegidos y se siguen rellenando para construir barrios cerrados en las afueras del AMBA. Literalmente rellenando para construir y por lo tanto perdiendo su capacidad de absorción de agua. Estamos permitiendo que en lugar de proteger los mecanismos que tenemos de adaptación al cambio climático, se conviertan en zonas de riesgo para nuestra vida.
Esto es lo que pasó en Valencia, hay viviendas y centros comerciales construidos en áreas que antes funcionaban como zonas de amortiguación natural para las lluvias, así que esa capacidad se perdió. Así, sin esos sistemas naturales ni las infraestructuras preparadas, las ciudades se volvieron más vulnerables.
Es por eso que los países deben invertir en infraestructura que les permita adaptarse al cambio climático, aunque para muchos sectores esas inversiones sean consideradas un gasto innecesario. Sin embargo, veamos esta situación desde la perspectiva económica: no protegemos a la naturaleza porque nos dicen que es económicamente inviable, no protegemos los humedales porque nos dicen que es económicamente inviable, pero lo que no estamos entendiendo es que, si no lo hacemos, cada evento extremo nos costará muchísimo en términos de vidas humanas y de dinero.
De hecho, un estudio realizado por la Comisión Global de Adaptación arrojó que la inversión de 1 dólar en cinco ámbitos de adaptación clave se traduce en un total de entre 2 y 10 dólares de beneficios netos .
Adaptarse es entender que los cambios ya están sucediendo. La tendencia mundial lo sabe y, aunque no siempre es una inversión popular, la adaptación es una estrategia clave y protectora para el clima del mañana. Es una oportunidad para replantear nuestras ciudades y comunidades, para vivir en armonía con los espacios naturales y para estar listos y fuertes frente a lo que el clima tenga preparado.