Por la fiebre del marfil, el elefante de bosque está al borde de la extinción
A pesar de que hay leyes que protegen a los animales, los cazadores pueden resguardarse en los vacíos legales existentes. Imágenes sensibles.
El elefante de bosque o selva (Loxodonta cyclotis) está desapareciendo a una velocidad acelerada y se acerca peligrosamente a su extinción. Más de la mitad de los ejemplares existentes fueron asesinados en los últimos diez años por cazadores furtivos, para comerciar ilegalmente su marfil rosado. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) clasificará a esta especie en la categoría de "En Peligro Crítico de Extinción" de su Lista Roja, informó World Wildlife Fund (WWF).
Durante muchos años, este animal fue considerado una subespecie del elefante africano (Loxodonta africana), pero gracias a estudios genéticos, biológicos y de comportamiento se determinó que se trata de dos especies distintas: el elefante de sabana -que ya está en peligro de extinción- y el elefante de bosque. Aunque ambas, tienen un futuro en común "muy preocupante", según la UICN.
Los elefantes de bosque son más pequeños y no suelen superar los 2,5 metros de altura, frente a los tres y hasta cinco metros que puede alcanzar su pariente de la sabana. También, al igual que los elefantes indios, los de bosque tienen una uña menos en cada pata, detalla WWF.
En los últimos 31 años los elefantes de bosque perdieron más del 86% de sus ejemplares (el 60% solo en los últimos diez), comunicó WWF y, explicó que, en la misma tendencia dramática, la población de elefantes de sabana disminuyó un 60% en los últimos 50 años.
Todas las especies de elefantes están amenazadas actualmente por el comercio ilegal de marfil.
Caza furtiva por el marfil rosado
Las amenazas que enfrentan estos animales son la pérdida de su hábitat por el incremento de la deforestación, y las matanzas a manos de cazadores furtivos que comercian ilegalmente el marfil a un alto precio por la gran demanda que hay, en especial, en el continente asiático.
"Sus colmillos de marfil, ligeramente rosados, son muy apreciados por los furtivos y muy demandados por los traficantes de vida salvaje", detalla WWF.
La prohibición mundial del tráfico de marfil en 1989 por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) no pudo contener el comercio ilegal. Las matanzas aumentaron drásticamente.
En 2006, cerca del Parque Nacional Zakouma, en Chad, y en enero de 2012, en el Parque Nacional Bouba Ndjidah de Camerún hubo dos conocidas masacres. En esta última, un centenar de hombres a caballo mataron a cientos de elefantes armados con fusiles AK-47 y lanzagranadas. "Los aniquilaron con precisión militar", informó National Geographic.
Diversos grupos ecologistas sostienen que parte del problema son las lagunas legales de la prohibición ya que, aunque no se pueda comercializar internacionalmente, el marfil sí se puede vender en los mercados nacionales.
Además, está permitido exportar marfil a "efectos personales" para fines no comerciales, y a los cazadores de caza mayor también les está permitido viajar con marfil hacia sus países de origen, como trofeo de alguna expedición, detalló la cadena internacional Deutsche Welle (DW).
Según explica National Geographic, el marfil es muy solicitado en Asia para hacer con él "objetos religiosos" y "amuletos" que darían "poderes". Por su parte, la DW, afirmó que en gran parte de ese continente el marfil es un codiciado "objeto de lujo" y está considerado como "oro blanco".
Los elefantes no son las únicas víctimas de este conflicto, pues muchas veces los guardias de los Parques Nacionales también son asesinados al intentar defender a los elefantes de los cazadores. Y a veces ocurre al revés, y los propios cazadores mueren.
"Los últimos elefantes de bosque sobreviven en las selvas de unos pocos países de África ecuatorial (centro del continente) y juegan un papel esencial en la dispersión de semillas y en el ciclo de nutrientes del ecosistema forestal que habitan", señala WWF.
Esta organización internacional crea reservas, corredores ecológicos y restaura los hábitats perdidos de estos elefantes. "Les ponemos collares GPS y colocamos cámaras de fototrampeo para conocer sus necesidades y vigilar sus movimientos. Fomentamos el ecoturismo y el diálogo con la población local para minimizar los conflictos con los agricultores", expresan.