Plastic Oceans: "El océano genera una de cada dos respiraciones"
En diálogo con Carbono News, el director de la organización dedicada a los océanos, Mark Minneboo, hace un balance de la situación de los océanos y de los desafíos por delante.
Junio arrancó con una noticia dramática: Caladan Oceanic, organización que trabaja en el avance de la tecnología submarina, descendió a la tercera fosa oceánica más profunda de la Tierra (Galathea) ubicada a más de 10.000 metros de profundidad en uno de los puntos más recónditos de la fosa de Filipinas. Los científicos esperaban hacer inéditos hallazgos del mundo abisal, pero lo único sorprendente fueron las incontables toneladas de plástico que encontraron.
En el mundo existen unas cinco islas de plásticos que ocupan entre 710.000 y 17.000.000 de kilómetros cuadrados. Por su magnitud, la isla de basura del Pacífico (ubicada entre Hawai y California) es la más conocida y supera tres veces el tamaño de Francia. Según estudios, la isla de basura del Pacífico contiene alrededor de 80.000 toneladas de desechos, principalmente plásticos.
Hacia el sur, en Chile, se estima que al año se producen entre 10.000 y 25.000 toneladas de desechos plásticos que, por su mala gestión, tienen el potencial de terminar en el mar. Haciéndose eco del triste escenario que rodea hoy a los océanos y mares, nace Plastic Oceans, una fundación liderada por el holandés Mark Minneboo que, desde Chile, pisa fuerte en todo el mundo con su tratamiento integral de la problemática de contaminación por plásticos en los ecosistemas marinos.
En diálogo con Carbono News, Minneboo, director regional de la organización que impulsó la recién sancionada Ley de Prohibición de Plásticos de un solo Uso, hace un balance de la situación de los océanos y de los desafíos por delante.
-¿Qué descripción podrías hacer de la alarmante situación que atraviesan los ecosistemas marinos en relación con el desecho de plásticos?
-Veo un escenario en aceleración, tanto en lo que respecta a la contaminación y destrucción, como en las acciones para detener el daño. Cuando empecé con Plastic Oceans, hace cuatro años, solo se estaba hablando de ciertas medidas de mitigación: prohibir bolsas en algunas municipalidades, por ejemplo. Ahora, en Chile, tenemos una ley que prohíbe las bolsas plásticas. Y en varios países de América Latina se está trazando una hoja de ruta hacia la economía circular, lo cual es muy avanzado. El Congreso chileno aprobó, con nuestro trabajo, una ley que prohíbe los productos plásticos de un solo uso en todos los restaurantes. En Argentina, aprobaron la ley para prohibir los microplásticos, las micro perlas, en productos de belleza. Vemos la transición cada vez más acelerada hacia las energías limpias, se están cerrando las centrales a carbón. Entonces si bien hay un ascenso en la curva de daños drásticos, las iniciativas para cambiar y mitigar la crisis climática también están en aceleración.
Es importante entender que pequeñas iniciativas por separado no funcionan, tenemos que trabajar juntos y rápidamente para enfrentar todos los problemas que tenemos por delante. La deforestación en Brasil no es un problema sólo de ese país, porque quienes compran esos árboles, quienes consumen la carne vacuna que se está criando en esos espacios después de deforestar esos territorios, son europeos, norteamericanos. Todo está interconectado, tanto nuestros ecosistemas como nuestras sociedades. Si seguimos viendo los problemas de forma aislada, como el cambio climático, los plásticos, no vamos a encontrar soluciones a tiempo.
-Hay un punto de discusión que enfrenta a diversos sectores a la hora de prohibir materiales como el plástico: ¿El problema son los materiales o el abuso que se hace de ellos en el consumo diario?
-Es un error demonizar el plástico. Es como demonizar sólo a las empresas que extraen petróleo o a las multinacionales. Como en cualquier problema no existe un solo responsable y, en este, el del plástico en los ecosistemas, todos tenemos responsabilidades. En definitiva, es un problema del sistema en el cual las empresas hacen productos que no son amigables con el medioambiente pero las legislaciones lo permiten y los consumidores siguen eligiendo tales productos. Entonces ahí tenemos varios actores que tienen que asumir responsabilidades. No obstante, la industria plástica también ha lanzado productos sin pensar que terminarían afectando al ambiente. Es decir, los lanzaron sin reparos y después se dieron cuenta del problema.
Cuando un plástico llega a un océano hay influencias de la sal, de las interacciones con los rayos UV, del movimiento propio del mar que hace que diminutas partículas de ese material terminen en los organismos vivos liberando toxinas, lo que, con todo el derecho del mundo, genera que se demonice al plástico. Entonces, no es una discusión de blanco o negro. Cuando empezamos con el proyecto de ley para prohibir los plásticos de un solo uso que fue impulsado por nosotros junto con Oceana, también invitamos a la Asociación de los plastiqueros y les dijimos: ustedes no quieren ver sus productos tirados en las playas, en los océanos, en el medioambiente, porque les hace daño a su reputación, entonces ¿qué están haciendo para que no terminen ahí? Desde ese momento empezó la necesidad de trabajar por una economía circular para lo cual la industria debe responder con el diseño de productos circulares no desechables, porque allí está el principal problema.
El plástico es un material maravilloso que puede durar y utilizarse sin perder sus características por cientos de años entonces ¿por qué lo diseñan como producto que sólo dura 10 minutos? Desde ahí empezamos a tener una buena conversación en diferentes encuentros con la industria, que hizo que terminara apoyando el proyecto, aún sabiendo que había mucha tracción política y social para avanzar en el mismo.
Van tener que diseñar productos circulares y no insistir en el discurso de que con el reciclaje alcanza, porque no es verdad. Con esto no quiero decir que no hay que reciclar, hay que hacerlo, pero el principal objetivo es evitar generar residuos. Necesitamos que el plástico se quede dentro de la economía y fuera del medioambiente.
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-Hay cinco islas de plásticos en el mundo. ¿Cómo se hace para revertir semejante catástrofe ambiental?
-Lamentablemente, mucho de ese plástico se encuentra en aguas internacionales, por lo que ningún país va a decir "yo asumo la responsabilidad de limpiar el océano, aunque no sea mío". Ahí tenemos un problema: es océano de nadie. También tenemos que saber que casi un 70% del plástico no flota, sino que se hunde al fondo del mar, y cuando llega allí no hay nada más que hacer.
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Hay algunas actividades de emprendedores, organizaciones como The Ocean Cleanup que están tratando de limpiar el mar, pero, obviamente, y desde el punto de vista operacional algo que se encuentra a 3000 kilómetros de la costa es casi imposible de financiar. Hay otras iniciativas para limpiar las costas donde sí podemos llegar y donde sí hay responsabilidad de los países porque es la zona económica de un Estado. Sin embargo, el trabajo que tenemos que asegurar es que el plástico no termine en las playas ni en el medioambiente, para lo cual tenemos que frenar el problema antes de que se genere y esto se logra combinando diversas estratégicas: economía circular, reciclaje, reducción, ecodiseño, cambio de materiales. Pero lo que ya se encuentra en el mar es muy difícil de sacar de allí.
-En función de este escenario, ¿cómo nace Plastic Oceans?
-Mi historia nace como ciudadano preocupado por las situaciones que ve a su alrededor, tales como comprender que el reciclaje no estaba dando resultados. Por aquel entonces tenía mi propio emprendimiento y vi la película A Plastic Ocean, que se encuentra en Netflix. Me puse en contacto con la producción para decirles que quería traer la película a Chile y Latinoamérica para que la gente viera lo que estaba pasando. En lo personal, puedo hablar con muchas personas, pero no tengo el alcance para cambiar el mundo, poder que sí tienen los medios audiovisuales, por su capacidad de llegar a enormes cantidades de hogares.
Entonces Plastic Oceans nace con el equipo de trabajo de la película pidiendo, justamente, la película subtitulada, porque no contaba con ese doblaje. Finalmente lo conseguimos y empezamos a mostrarla en universidades, empresas, comités comunales ambientales, barrios, municipalidades con charlas, con programas de educación y fue ahí que generamos el interés y la consciencia en la gente. Y, después, empezamos a diseñar nuestros propios programas para, justamente, ser parte de la solución, es decir, no solo contar el problema sino participar activamente en la solución. Desde entonces impulsamos el proyecto de ley de prohibición de plásticos de un solo uso, organizamos conferencias, participamos en el Pacto de los Plásticos enfocado a empresas de la economía circular, ciencia, etc. Este 2021 trabajamos en tres proyectos: Blue Communities (Comunidades Azules) en el cual articulamos con diversas comunidades alrededor del mundo para resolver problemas que involucran a los océanos y sus costas; en agosto tenemos el evento "Mar en Tierra" donde hacemos intervenciones de una semana en la isla de Chiloé en el sur chileno y también en las comunidades azules alrededor del mundo; y tenemos un proyecto que se llama Repiensa-Rellena donde instalamos sistemas de hidratación para botellas para que los alumnos de los colegios en lugar de traer bebidas en botellas desechables tengan su propia botella retornable para cargarlo con agua y reducir el consumo hídrico y el uso de descartables.
-¿Cuál es el mensaje que quieren dar sobre la importancia de los océanos en este 2021?
-Más allá del trabajo de interconexión con las comunidades, estamos llevando adelante la campaña "El océano empieza aquí" y buscamos llamar la atención a las personas sobre la interconexión que tenemos con el océano. Aunque estemos viviendo a 100 kilómetros de la costa estamos conectados con océanos a través de ríos y, al mismo tiempo, mediante el clima. El océano genera una de cada dos respiraciones, lo que, estadísticamente, implica que entre el 50% y 70% del oxígeno que respiramos viene del océano, no del bosque.
La campaña #eloceanoempiezaaqui invita a la gente a compartir fotos de escenarios o situaciones que crean pueden influir o estar interconectadas con el océano.
-¿Qué esperás que ocurra en la Cop-26 de Glasgow?
-Chile fue sede de la Cop-25 que, lamentablemente, no tuvo lugar aquí, pero continuó bajo la presidencia de Chile. En ese entonces, el Gobierno declaró esta instancia como Blue-Cop, o Cop-Azul, ya que siempre ha sido una Conferencia de las Partes de Tierra o bosques. Entonces, con Chile bajo presidencia, se pone de relevancia que el cambio climático afecta también a los océanos y que sin ellos incluidos y ponderados en las discusiones no llegaremos a ningún resultado. Espero que la Blue-Cop continúe en 2026 y estamos tratando de estar presentes para reforzar la causa y apoyar a los aliados que están luchando para poner a los océanos mucho más arriba en la agenda de los líderes mundiales.