Las "zonas muertas" de los océanos emiten un gas que contamina 300 veces más que el CO2
Se trata del óxido nitroso (N2O), y las actividades humanas estimulan su producción.
Las "zonas muertas" de los mares y océanos son espacios entre las aguas en los que hay poco o nulo oxígeno y, por lo tanto, la vida marina no puede desarrollarse en esos lugares ya que, debido a la hipoxia (falta de oxígeno), los animales no pueden respirar correctamente. Algunos mueren de asfixia y otros logran escapar e irse a un sitio que le garantice sus condiciones de vida necesarias.
Aunque estos "desiertos de vida" existen hace millones de años, el cambio climático y el vertido de agroquímicos a las aguas están haciendo que estos lugares se extiendan por los océanos. El peligro, según el estudio "Los sedimentos del margen continental que se encuentran debajo de la zona mínima de oxígeno del Pacífico nororiental son una fuente de óxido nitroso para la columna de agua", publicado en la Asociación de Ciencias de Limnología y Oceanografía (ASLO), es que estas zonas emiten a la atmósfera un gas de efecto invernadero más contaminante que el dióxido de carbono: el óxido nitroso (N2O).
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El N20 se encuentra principalmente en los sedimentos que están debajo de las "zonas muertas", y se libera a la atmósfera "cuando el agua profunda sube a la superficie, en un proceso conocido como surgencia", explicó el autor principal del estudio, Brett Jameson, al medio académico The Conversation.
"El óxido nitroso, más conocido como "gas de la risa", es un potente gas de efecto invernadero, 300 veces más potente que el dióxido de carbono. Las emisiones globales de N2O están aumentando como resultado de las actividades humanas que estimulan su producción", resaltó Jameson.
"Los océanos representan actualmente alrededor del 25% de las emisiones mundiales de N2O, y los científicos están trabajando para mejorar las estimaciones de las contribuciones marinas", dijo, y agregó: "Aparte de sus efectos como gas de efecto invernadero, el N2O es también la principal sustancia que agota la capa de ozono que se emite a la atmósfera".
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Las ‘zonas muertas‘ más extensas se encuentran en los océanos desde el Pleistoceno, hace aproximadamente 1.2 millones de años, reveló la investigación "Causas y momento de la hipoxia recurrente del Pacífico subártico" publicada en Science Advances.
Una de las autoras de este estudio, Ana Christina Ravelo, profesora de ciencias oceánicas de la Universidad de California, Santa Cruz (UC Santa Cruz), dijo: "No se necesita una gran perturbación como el derretimiento de las capas de hielo para que esto (la extensión de las zonas muertas) suceda. Estos eventos hipóxicos abruptos son en realidad comunes en el registro geológico y no suelen estar asociados con la desglaciación. Casi siempre ocurren durante los períodos interglaciares cálidos, como en el que estamos ahora".
Sin embargo, este estudio también sostiene que el exceso de nutrientes (como los agroquímicos) acelera el crecimiento de estas zonas por un proceso conocido como eutrofización.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) lo explica así: "La contaminación por nutrientes es la causa principal de esas zonas creadas por los humanos. El exceso de nutrientes que se escurre de la tierra o se canaliza como aguas residuales a los ríos y las costas puede estimular un crecimiento excesivo de algas, que luego se hunden y se descomponen en el agua. El proceso de descomposición consume oxígeno y agota el suministro disponible para una vida marina saludable".
La autora principal de esta investigación, Karla Knudson, agregó que este fenómeno se está acrecentado por el cambio climático: "Es esencial comprender si el cambio climático está empujando a los océanos hacia un 'punto de inflexión' para una hipoxia abrupta y severa que destruiría ecosistemas, fuentes de alimentos y economías".
Las soluciones: una agricultura sostenible y la ayuda de los manglares
Según distintos científicos, incluido Jameson, los manglares funcionan como sumideros naturales de este gas N2O. Sin embargo, según este autor, estos ecosistemas son viables para contener los agroquímicos "cuando los niveles son suficientemente bajos", ya que si hay nutrientes en exceso, los manglares "tienden a ser grandes emisores de N2O".
Por lo tanto, según este científico, la solución más lógica es seguir tomando medidas políticas que impidan la contaminación de agroquímicos en las aguas. "Las prácticas agrícolas humanas representan más de dos tercios de las emisiones mundiales de N2O. Como resultado, se ha prestado mucha atención a reducir la cantidad de exceso de nitrógeno agregado a los suelos agrícolas a través de fertilizantes. Dado que los nutrientes que no son absorbidos por las plantas a menudo terminan en cuencas hidrográficas que desembocan en el océano, las políticas que abordan el uso excesivo de fertilizantes también beneficiarán a los ecosistemas acuáticos adyacentes", explicó.
"Sin embargo, reducir aún más las emisiones marinas requerirá un enfoque multifacético que también aborde el desarrollo costero y las prácticas de eliminación de aguas residuales en áreas muy afectadas", concluyó.