"La niña", el calentamiento global y los agronegocios provocaron quemas que afectaron a tres millones de hectáreas argentinas en 4 años
El año 2022 cerró como uno de los peores de las últimas décadas en cuanto a siniestros forestales. El Valle de Punilla, la Mesopotamia y nuestro extremo Austral fueron los sitios más devastados.
Desde 2019 hasta la actualidad se registraron más de 7.300 incendios que afectaron por lo menos 2.417.764 hectáreas en Argentina. La conclusión se desprende de imágenes satelitales y números reportados por las distintas provincias al Ministerio de Ambiente de la Nación y datos del Servicio Nacional de Manejo del Fuego.
Este año, Corrientes sufrió un desastre con más de un diez por ciento de su territorio bajo fuego. La situación también fue crítica en la Patagonia(Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego), en Santa Fe y Córdoba.
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El fenómeno climático de "La Niña", que ocasionó tres años seguidos de sequías, agravó las tragedias ambientales que suelen iniciar de manera accidental o premeditada los desaprensivos y pirómanos.
Consultado por Carbono.news, Ivo Perugino, integrante de la Multisectorial de Humedales Rosario, detalló: "En 2020, decidimos constituir una organización de manera espontánea cuando nos dimos cuenta que éramos muchos los que nos preocupábamos por los frecuentes incendios y que las autoridades hacían poco y nada para mitigarlos. Estamos en la calle con otras organizaciones hermanas, pero la situación sigue siendo una catástrofe tanto en Rosario como en otras regiones de la Argentina. En general, los siniestros tienen que ver con el avance de la frontera de producción porque vemos como después de los incendios avanzan los proyectos inmobiliarios donde quedó todo en cenizas. La sanción de una ley de humedales en el país ayudaría al Delta del Paraná y a todas las geografías boscosas. Los delitos ambientales son cometidos por los poderosos y terminan solapados por nuestros propios representantes".
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El 21,5% de la geografía de nuestro país es considerado un humedal. En Argentina, los mapas de mayor depredación ígnea coinciden con las cartografías relacionadas con la explotación del floreciente agronegocio.