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Inundaciones: la cara más cruda de la crisis climática

La magnitud de las inundaciones en Bahía Blanca refleja la creciente vulnerabilidad de las ciudades argentinas ante fenómenos climáticos extremos. Las fuertes lluvias que cayeron en la región en un corto período de tiempo provocaron desbordes de ríos y anegamientos masivos de calles, causando pérdidas humanas y materiales. Esta trágica situación debe alertar a las autoridades sobre la urgente necesidad de adaptarnos al cambio climático y evitar nuevas pérdidas y daños.

El pasado viernes 7 de marzo, a causa de fuertes lluvias, en la ciudad de Bahía Blanca cayeron más de 350 milímetros de agua. Esta gran cantidad de precipitaciones generó inundaciones en distintos sectores de la ciudad y zonas del partido, provocando uno de los desastres ambientales más grandes en la historia de Bahía Blanca.

Hasta la fecha, se reportan 16 víctimas fatales, más de 100 personas desaparecidas y más de 900 evacuadas. Además, más de 5.000 hogares se encuentran afectados por las inundaciones, muchos de ellos con daños irreparables. Numerosas familias han perdido sus pertenencias y la reconstrucción de estas viviendas llevará tiempo y una importante inversión de recursos.

Las autoridades nacionales, provinciales y locales trabajan para proporcionar asistencia inmediata a los afectados, aunque el desafío sigue siendo grande. Las inundaciones también han afectado gravemente la infraestructura vial, interrumpiendo el transporte y dificultando las labores de rescate y distribución de ayuda.

El cambio climático como factor determinante

Actualmente convivimos con impactos del cambio climático que ya son irreversibles, como los cambios en los patrones de precipitaciones o los cambios extremos de temperaturas. Cuando hablamos de pérdidas y daños ya llegamos tarde. El objetivo para prevenir y reducir los impactos de estos fenómenos debe ser la adaptación.

Entre las amenazas climáticas identificadas y reportadas por Argentina en su Primer Reporte Bienal ante la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, se espera un incremento en la frecuencia e intensidad de lluvias torrenciales, así como un aumento en el nivel del mar que afectará tanto a la costa argentina como al Río de la Plata. De acuerdo al reporte, esto podría generar inundaciones permanentes en algunas zonas de nuestro país, sobre todo en la costa sur de la provincia de Buenos Aires.

Mirá también: La adaptación climática, una oportunidad para crear ciudades más vivibles en Argentina

Lo sucedido en Bahía Blanca es una muestra más de cómo el cambio climático está alterando el patrón de los fenómenos climáticos. La infraestructura de la ciudad no estuvo preparada para manejar los niveles de agua que cayeron en un corto período de tiempo, desbordando la capacidad de drenaje. Esto puso en evidencia la falta de una planificación urbana adecuada, así como de planes de respuesta rápida ante eventos climáticos extremos.

Urge la necesidad de medidas de adaptación

Negar la existencia del cambio climático y sus impactos impide llevar adelante políticas públicas orientadas a prevenir y reducir los daños que vimos durante este fin de semana. La naturaleza se encarga constantemente de mostrarnos la realidad, ya advertida desde la ciencia climática desde hace décadas.

Ante el escenario trágico que se vive hoy en Bahía Blanca, resulta imperativo que las autoridades nacionales y locales lleven adelante medidas urgentes y eficaces para adaptarse a los efectos ya presentes del cambio climático. La planificación urbana debe adaptarse a las nuevas realidades climáticas, mejorando los sistemas de drenaje y rediseñando las infraestructuras para resistir eventos climáticos extremos. Además, se debe avanzar en políticas de prevención y en la construcción de una conciencia colectiva sobre la necesidad de un desarrollo más sostenible y resiliente ante los cambios que ya estamos experimentando.

A la falta de previsión climática en el desarrollo de políticas públicas se le suman decisiones gubernamentales orientadas a la subejecución presupuestaria y la reducción de áreas del Estado claves para el abordaje de emergencias.

En primer lugar, la ejecución del proyecto "Apoyo para la Expansión de Obras de Adaptación a Extremos Climáticos" -enmarcado, en el Presupuesto nacional, dentro del programa de "Desarrollo de la Infraestructura Hidráulica", dependiente de la Secretaría de Obras Públicas- cayó de $37.155 millones en 2023 a apenas $46,6 millones en 2024, una reducción del 99,96% en términos reales. Esta caída responde a dos factores principales: por un lado, el recorte en el presupuesto vigente del proyecto, que pasó de $37.307 millones a $24.989 millones; y por otro, a la decisión política de ejecutar solo el 0,2% de su presupuesto.

En segundo lugar, en los días previos a desatarse la tormenta en la ciudad bonaerense, el Gobierno nacional, a través del Ministerio de Capital Humano, decidió disolver la Dirección Nacional de Emergencias, echando o poniendo a disponibilidad a sus 485 empleados. Esta Dirección tenía como objetivo brindar asistencia frente a catástrofes con el envío de insumos y profesionales para la contención de las personas damnificadas.

Las inundaciones en Bahía Blanca constituyen una tragedia que nos obliga a abordar con urgencia la necesidad de adaptarnos al cambio climático para evitar nuevas pérdidas y daños. Esta situación subraya la importancia de que Argentina implemente políticas integrales de acción climática, que contemplen una estrategia nacional de alerta temprana y protocolos que contemplen la salud y el cambio climático; y sostenga un presupuesto adecuado para paliar los daños y las pérdidas que sufre la población con este tipo de eventos, especialmente los grupos más vulnerables.

La reconstrucción de las comunidades afectadas es solo el primer paso. Es necesario, para reducir la vulnerabilidad del territorio ante las amenazas climáticas ya identificadas y evitar futuros desastres, implementar en su totalidad el Plan Nacional de Adaptación y construir resiliencia en las ciudades.

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