Ambiente y naturaleza
Cambio Climático

Incendios Forestales Extremos y Crisis Climática

La pérdida de bosques reduce la capacidad de captura del carbono e incrementa la absorción de calor terrestre, multiplicando el problema del Cambio Climático. Con la destrucción de estos ecosistemas, o su degradación, se libera a la atmósfera el carbono que alguna vez fue almacenado.

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Uno de los mayores retos que enfrentamos en el planeta es el Cambio Climático, que consiste en alteraciones en el clima global como consecuencia del aumento de temperatura en el mar provocado por concentraciones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en la atmósfera. Esto se asocia principalmente a las actividades humanas como los procesos industriales, el uso indiscriminado de combustibles fósiles (petróleo, gas y sus derivados), la cría intensiva de ganado, la pérdida y quema de bosques y selvas, entre otros.

Precisamente, estos ecosistemas juegan un papel importante en la mitigación de GEI, ya que tienen la capacidad de fijar y absorber el dióxido de carbono (CO2) de manera natural y con ello regular el clima. Por el contrario, la pérdida de bosques y selvas reduce la capacidad de captura del carbono e incrementa la absorción de calor terrestre. Particularmente, los incendios forestales tienen muchas repercusiones sobre la diversidad biológica. A escala mundial, son una fuente importante de emisión de GEI que contribuye al calentamiento global.

Según ha demostrado la ciencia, el cambio climático ha tornado los incendios más grandes e intensos. El aumento de la temperatura, los cambios en los patrones de lluvia y nieve, los cambios en las comunidades de plantas y otras alteraciones relacionadas con el clima han aumentado enormemente la probabilidad de que se produzcan incendios, y de mayor intensidad y amplitud que en el pasado. La crisis climática impulsa así un aumento exponencial de los incendios forestales más extremos.

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Los investigadores advierten que el aumento de los grandes incendios amenaza con crear un ciclo de retroalimentación "aterrador", en el que las enormes emisiones de CO2 liberadas por los incendios provocan más calentamiento global, lo que provoca más incendios. De este aumento exponencial de los incendios forestales más extremos en regiones clave de todo el mundo, resultan pérdidas catastróficas de vidas humanas, propiedades y vida silvestre, y además daños por miles de millones de dólares. Los científicos confirman que se trata del cambio climático "que se desarrolla ante nuestros ojos".

Para que ocurra un incendio se necesitan 3 ingredientes: el clima y las condiciones climáticas adecuadas, mucho combustible y una chispa. El cambio climático ha afectado considerablemente los dos primeros componentes (y en algunos casos, el tercero) de formas claras y mensurables, cada vez más evidentes en las últimas décadas. Esto se observa claramente en el calentamiento de la temperatura del aire. El aire caliente, si no tiene un 100 % de humedad, actúa como una esponja sedienta: absorbe el agua de todo lo que toca: plantas (vivas o muertas) y tierra, lagos y ríos. Cuanto más caliente y seco es el aire, más succiona y la cantidad de agua que puede contener aumenta exponencialmente a medida que aumenta la temperatura; un pequeño aumento en el calor del aire puede significar un gran aumento en la intensidad con la que absorbe agua, y a lo largo del tiempo, los suelos y la vegetación acaban secándose.

Las olas de calor cada vez más intensas y sin precedentes, provocan una enorme cantidad de material combustible. Un estudio reciente reveló que, desde la década de 1970, el cambio climático causado por el hombre contribuyó a producir más de la mitad del material seco que sirve de combustible y causa riesgo de incendios. El análisis de datos satelitales mostró que el número de incendios extremos se había multiplicado por más de 10 en los últimos 20 años en los bosques templados de coníferas, como en el oeste de Estados Unidos (EE.UU.) y el Mediterráneo. Se ha multiplicado por 7 en los vastos bosques boreales del norte de Europa y Canadá. Australia también fue un punto crítico. Los científicos también descubrieron que la intensidad se había duplicado desde 2003 y que los 7 años con el mayor número de incendios extremos tuvieron lugar a partir de 2017. En promedio, en todo el mundo, los incendios forestales extremos se han más que duplicado en frecuencia e intensidad durante las últimas 2 décadas.

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"Las huellas del cambio climático están presentes en todo este aumento", dice el Dr. Calum Cunningham de la Universidad de Tasmania, Australia, quien agrega. "Hemos visto durante mucho tiempo proyecciones modelo de cómo el tiempo de incendios está aumentando con el cambio climático. Pero ahora estamos en el punto en el que los propios incendios forestales, la manifestación del cambio climático, están ocurriendo ante nuestros ojos". "Lo preocupante, especialmente con los ecosistemas realmente ricos en carbono, los bosques boreales, que están ardiendo intensamente, es que esto amenaza con crear un efecto de retroalimentación". La investigación por él liderada, publicada en la revista Nature Ecology & Evolution , analizó datos de los satélites de la NASA que pasan sobre la Tierra 4 veces al día. Los investigadores identificaron el 0,01% de los incendios forestales más extremos, medidos por la energía liberada en un día, dando un total de casi 3.000 eventos. Entre ellos se incluyen las recientes temporadas de incendios forestales extremadamente destructivas en el oeste de EE.UU., Canadá, Australia, Portugal, Indonesia, Siberia, Chile y la Amazonia.

El Dr. Mark Parrington, del Servicio de Vigilancia Atmosférica Copernicus (CAMS) de la Unión Europea (UE), dice que que la investigación mostró que "el clima cambiante está provocando aumentos claros observados en los incendios forestales extremos" fuera de los trópicos y en regiones y ecosistemas que no han experimentado incendios forestales con frecuencia en el pasado. Las altas latitudes del norte se están calentando al doble del promedio mundial y ahí se han producido los mayores aumentos de incendios forestales extremos.

De todo ello se deduce que se necesitan con urgencia medidas mucho mayores para prevenirlos y hacerles frente, principalmente reduciendo la quema de combustibles fósiles para frenar el calentamiento global. Los sistemas de alerta y la planificación de la evacuación también son vitales, muchas personas mueren durante las evacuaciones y se multiplican los daños porque no se han abocado a sofocarlos, y mucho menos a prevenirlos lo suficientemente temprano. El incendio Creek, en el Bosque Nacional Sierra de California, EE.UU. (2020), destruyó cientos de miles de hectáreas. Se propagó debido a la presencia de una gran cantidad de árboles muertos y súper secos, que el cambio climático contribuyó a que murieran y se secaran. En general, durante las últimas décadas en California, el área promedio anual que sufrió destrozos por incendios se multiplicó por 5.

Fuente: Pixabay

Ya en 2018, los científicos advirtieron que la muerte masiva de árboles en Sierra Nevada podría preparar el escenario para incendios forestales similares a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, indicio de algo mucho peor por venir en los próximos años. El Bosque Nacional Sierra, epicentro de los ataques del escarabajo de la corteza que mató a casi 150 millones de árboles afectados por la sequía (incentivada sin dudas por el calentamiento climático durante la última década), ardió por más de un mes. En total, la temporada de incendios en el oeste de EE.UU. se ha extendido al menos 84 días desde la década de 1970. Cal Fire, el servicio de protección contra incendios de California, ha anunciado públicamente que ya no considera que haya una "temporada" de incendios forestales, porque la temporada es ahora todo el año. A escala mundial, el aumento en el tamaño de los incendios forestales se ha acelerado con el contexto climático actual, particularmente desde la década de 1990.

También es necesario aclarar la madera en los bosques adecuados y realizar quemas controladas de baja intensidad para reducir la acumulación de madera altamente inflamable. Por ejemplo: "Los indígenas australianos han estado gestionando sus paisajes durante milenios, utilizando pequeños incendios frecuentes, por lo que las cargas de combustible nunca fueron demasiado altas", señala Cunningham. "Como resultado, esta matriz de quemaduras irregulares de diferentes edades produce cortafuegos naturales y significó que no pareciera que ocurrieran incendios catastróficos. Quizás podamos aprovechar algo de esa sabiduría". Esto demuestra la importancia de preservar la cultura y las comunidades nativas en sus hábitats originales, nadie mejor que ellos para sostener y sustentar esos ecosistemas.

En Argentina los incendios forestales se producen en las diferentes regiones y provincias de acuerdo a la época del año. Entre los meses de diciembre a marzo las provincias del sur tienen un riesgo elevado de incendios forestales. Desde octubre hasta marzo, las provincias de Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Chaco y Buenos Aires son las que cuentan con el mayor riesgo. Para las provincias de Córdoba, Catamarca, La Rioja, Mendoza, San Luis, Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán y todo el norte del país, el riesgo comienza con las primeras heladas de mayo y se extiende hasta noviembre. (Información suministrada por el Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF)).

Según el SNMF, las acciones humanas son responsables del 95% de los incendios. Con frecuencia los incendios intencionales están asociados a las prácticas de quema de pastizales para el avance de proyectos inmobiliarios y/o la agro-ganadería. Los incendios reiterados ponen en agenda la necesidad de avanzar con urgencia en materia de políticas ambientales de protección de las personas, las comunidades y los territorios. Para aprender a adaptarse a la nueva realidad y mitigar los riesgos se necesita de una acción rápida y decisiva por parte de muchos sectores diferentes, pero es esencial que el Estado avance, al respecto, en el cumplimiento de sus compromisos nacionales e internacionales en materia de protección del ambiente y los derechos humanos:

  • Generando condiciones políticas, legales, administrativas, económicas y financieras que permitan una gestión ambiental transversal a todas las políticas públicas, con un enfoque especial en acciones que se destinen a combatir los efectos de la crisis climática.

  • Mejorando las estrategias de prevención de incendios forestales, reducción del riesgo y preparación de recursos, que debe estar acompañada de un sistema de monitoreo que garantice impactos efectivos en la reducción de los incendios.

  • Garantizando el financiamiento y las condiciones necesarias para que todas las instituciones que dan respuesta a los incendios tengan los recursos materiales y humanos para responder con celeridad y de manera adecuada ante los focos de incendio forestales.

  • Asegurando una distribución de recursos eficiente y equitativa para que los distintos niveles del gobierno desarrollen los esfuerzos necesarios para informar los incendios, de manera periódica, así como informar el consecuente impacto socioambiental de los incendios forestales.

  • Garantizando la restauración, rehabilitación y reforestación de las áreas afectadas y/o restauración de ecosistemas en beneficio de los territorios y población perjudicados; considerando la infraestructura natural, el cambio climático y el planeamiento que permita territorios más seguros y resilientes en el futuro.

  • Garantizando investigaciones urgentes y eficaces para la identificación y sanción de los responsables de los incendios forestales y su debida condena.

  • Ofreciendo las mayores garantías posibles para la protección de los territorios.

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