Especies del Mar Negro, el más contaminado de Europa, agonizan en medio de la guerra de Ucrania
Los esfuerzos por combatir la polución hoy no solo se ven interrumpidos por la guerra, sino que esta ha añadido nuevas fuentes contaminantes y está causando la muerte de muchas especies y el daño irreparable de los ecosistemas.
El Mar Negro une a seis países que históricamente disfrutaron de sus cálidas playas: Rusia, Ucrania, Turquía, Bulgaria, Rumania y Georgia. Casi completamente cerrado por tierra, es alimentado por los principales ríos de la región. Pero, debido a políticas desaprensivas, se ha convertido en un gran basurero.
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Hoy, es un vertedero de basura agrícola e industrial procedente de todo el sureste de Europa. El problema es de una magnitud enorme, ya que numerosos científicos consideran que unos 40.000 km2 de su superficie están completamente muertos.
Luego de que generaciones enteras concurrieran a sus balnearios en épocas estivales, hace apenas un año, las autoridades de la ciudad de Odesa advirtieron a la ciudadanía que ya no se bañara en sus aguas.
La basura marina (cantidad de desechos flotantes por kilómetro cuadrado) duplica la existente en el mar Mediterráneo, de acuerdo a datos suministrados por el "Proyecto Emblas Plus", una oficina de la Unión Europea que monitorea ambos mares.
Cerca del Mar Negro, se hallan las geografías más productivas de Europa. Los fertilizantes que allí se aplican, en su mayoría fosfatos, y los desechos vertidos en el río por las grandes ciudades causan el desarrollo de algas que privan de oxígeno al agua matando la vida acuática.
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Las ciudades turísticas ya no cumplen con los estándares de salubridad y, por eso, se han ido a la quiebra miles de emprendimientos que dependían de los veraneantes.
Y, para colmo, llegó la guerra
En momentos en que varias naciones estaban logrando vencer la batalla contra la basura del Danubio, uno de los ríos más largos y contaminados de Europa, estalló la invasión de Rusia a Ucrania.
La Unión Europea llevaba invertidos miles de millones de euros en plantas de tratamiento de aguas negras como la de Budapest, capital de Hungría. Entre el 95% y 100 % de estas aguas estaban siendo tratadas de manera biológica.
Pero, a la trágica pérdida de vidas humanas, los heridos, los desplazados y los daños materiales, la guerra suma los severos impactos en el ambiente de las áreas directamente afectadas por el conflicto.
La Fundación Turca de Investigación Marina (Türk Deniz Ara?t?rmalar? Vakf?, TUDAV), ONG científica con sede en Estambul, ha asegurado que, en el mar Negro, están siendo devastados tanto los ecosistemas como las especies marinas.
Las explosiones navales están alterando a especies muy valoradas, como los delfines. El ruido de las bombas y misiles perturban de manera mortal a los cetáceos y llegan a dañar gravemente sus sistemas auditivos y de orientación.
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En concreto, desde el inicio de la invasión rusa, han sido localizados los cadáveres de más de un centenar de delfines en las costas más afectadas, como las del Golfo de Odesa, escenario de las batallas más cruentas.
Millones de litros de gasolina se están filtrando al mar como consecuencia de las decenas de barcos atacados. Además, nadie sabe aún el número definitivo de minas arrojadas por la borda.
Consultada por Carbono.news, la bióloga argentina Cristal Parmigiani, residente en Puerto Madryn, explicó: "El varamiento masivo de delfines es cierto. Estos animales tienen (capacidad de) geolocalización gracias a un órgano que se encuentra en su frente. Los ruidos subacuáticos los afectan, ya que a veces su alimento (los bancos de peces) se desplaza hacia la costa buscando seguridad". Esas zonas de baja profundidad pueden ser fatales para estos cetáceos.
La TUDAV sugirió que, cuando esta pesadilla acabe, se debe iniciar un programa de monitoreo regional que estudie a fondo los efectos de la guerra en los sistemas marinos, atmosféricos y terrestres para asegurar la seguridad alimentaria y ambiental a nivel regional.