América Latina y el Caribe apuestan por las energías limpias y renovables Segunda parte
La mayor parte de los países de América Latina y el Caribe (ALyC), tienen algún tipo de objetivo de energía renovable y también tienen un marco regulatorio de apoyo; algunos son más o menos ambiciosos, pero todos han creado conciencia de que tienen que empezar a hacer algo.
En la región, hay mucha pobreza energética. Más de 16 millones de personas carecen de acceso a la electricidad, esta es una oportunidad para que, enfocados en el desarrollo de las energías limpias, concentremos los esfuerzos, recursos e ideas innovadoras en transformar nuestra matriz energética a una más limpia y de manera justa. La transición no puede ser solo tecnológica y debe incidir en la forma en la que se produce y se consume la energía, buscando el equilibrio entre los recursos naturales y la sociedad.
En la primera parte de esta nota (link debajo), reflexionábamos sobre la necesidad de reducir a cero las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) netas en las dos próximas décadas, la transición energética global de los combustibles fósiles a las energías renovables y como ALyC, en razón de potencial geográfico y climático, y sus abundantes recursos naturales, puede convertirse en una de las piedras angulares del sector.
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La Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) señala: "Existe una convicción compartida en ALyC de que, con energía renovable, podemos brindar una solución duradera a los problemas energéticos actuales y ayudar a crear economías y sociedades resilientes e inclusivas", y por tanto "... urge progresar hacia las transiciones energéticas, acelerar las inversiones y consolidar la cooperación regional". Los niveles actuales de inversión en energías renovables están muy por debajo de lo que se necesita para lograr la ambición global de implementación, y las continuas inversiones y subsidios para los activos de combustibles fósiles a nivel mundial están obstaculizando el progreso.
Según IRENA, ALyC atrajeron al menos USD 20 000 millones en inversiones en energías renovables en 2022; sin embargo, eso sólo representa alrededor del 4% del total mundial, lo que destaca la urgente necesidad de acelerar el flujo de capital hacia la región.
Para acelerar la inversión en la transición tecnológica, se debe continuar trabajando en políticas y marcos regulatorios sólidos, en particular, regulaciones relativas a sistemas de almacenamiento de energía y confiabilidad de la red, políticas y estándares de eficiencia energética, planes de expansión energética, cambio de comportamiento dirigido a impactos a largo plazo, entre otros.
Muchas de estas nuevas tecnologías alternativas ya tienen precios competitivos con las tecnologías convencionales; ofrecen buenas oportunidades de inversión y deberían ser tomadas en consideración por los formuladores de políticas interesados en diversificar las matrices energéticas de sus países, reducir sus vulnerabilidades a las fluctuaciones de precios de combustibles fósiles y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Uruguay es un gran ejemplo a nivel global con su primera transformación energética. En una década, logró descarbonizar la producción de energía eléctrica; ahora está sentando las bases de la segunda transición, que tiene como pilares la movilidad eléctrica, el desarrollo del hidrógeno verde y sus derivados, y la eficiencia energética. Gracias a una transformación estructural de su sector eléctrico, actualmente hasta 40 % de la energía que consume proviene de fuentes eólicas. "Un innovador mecanismo de despacho de electricidad, donde las centrales hidráulicas alimentan la red solo cuando las fuentes eólicas no satisfacen la demanda, ha permitido estabilizar el sistema eléctrico y bajar el costo de generación del país en 40 %, (explica Ramón Méndez, ex Director Nacional de Energía de Uruguay, y artífice de su política energética). Agrega este experto que su país ha roto un viejo mito: "que una fuerte presencia estatal ahuyenta al sector privado..., reglas claras, un compromiso de todos los partidos políticos por apoyar la estrategia energética a largo plazo y una fuerte presencia del Estado incentivando alianzas público-privadas y decidiendo cuándo incorporar renovables cuya tecnología está más madura, son incentivos para la inversión privada en un ámbito donde el cambio climático siembra incertidumbre".
En Costa Rica, más del 90 % de la energía eléctrica se produce con fuentes hidroeléctrica, eólica, geotérmica, solar y de biomasa. Con ello la reducción de las importaciones de derivados del petróleo, se triplicaría el PIB de Costa Rica en 2051, con respecto al que tendría en caso de continuar la dependencia del petróleo, y se generarían unos 900 mil empleos. México ha dado un fuerte impulso a la formación de capital humano a nivel de pre y posgrado en materia energética, alcanzando 26 % más graduados per cápita en esta área que Estados Unidos.
Brasil atrajo US$ 96 mil millones en inversiones en energías limpias entre 2006 y 2013, hoy representa el 75 % de lo invertido en ese rubro en ALyC. Su posición como principal generador de energía eólica en la región le ha permitido convertirse en productor de bienes y servicios en ese rubro. Cuenta con una capacidad instalada de 22 GW (15 GW correspondientes a generación distribuida) procedente de 812 parques eólicos y más de 9.200 aerogeneradores en operación distribuidos en 12 de sus 27 estados. Así, entre las diferentes fuentes de energía renovable, la eólica es la segunda mayor del país y representa el 11 % de su matriz eléctrica (Global Wind Report 2022). Siendo el tercer país del mundo con mayor crecimiento, detrás de China y Estados Unidos, y el sexto con mayor capacidad eólica instalada onshore, detrás de China, Estados Unidos, Alemania, India y España, (Consejo Global de Energía Eólica, GWEC).
Actualmente se encuentra avanzando también en el futuro de la energía eólica, el ámbito offshore, en el cual Brasil destaca por su gran potencial, se han recibido numerosas solicitudes de licencia ambiental para proyectos por más de 29 GW.
La energía eólica ha sido el recurso renovable de más rápido crecimiento. México es el quinto productor mundial de energía geotérmica, y Colombia, Panamá y Ecuador están explorando activamente ese recurso. En Brasil, México, Guatemala, Argentina y Chile se están llevando adelante proyectos de biomasa, solar y eólica. Entre los factores que movilizan las inversiones en energías renovables en la región, un aspecto clave es el crecimiento que tuvieron en varios países las cadenas de valor, en especial de biomasa, pequeñas centrales hidroeléctricas y biocombustibles, que tienen cadenas completas en al menos un país. En este ámbito, Brasil, Argentina, Chile y México son líderes.
Bloomberg New Energy Finance publicó el reporte Climatescope 2022, con el ranking de países más atractivos para la inversión en energías limpias, donde Chile logró ser reconocido como el mejor país para invertir en energías renovables entre los mercados emergentes del mundo, seguido por India, China, Colombia y Croacia. Después de alcanzar su meta del 20% de generación de energía limpia para 2025, 5 años antes, el país apunta a alcanzar el 40% de la generación de energía limpia para 2030. Además, Chile se ha comprometido a eliminar totalmente el uso de carbón para 2040. En los últimos 7 años, atrajo inversiones en energía limpia por más de US$ 20.800 millones.
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Actualmente en ALyC, las energías limpias y renovables suministran el 32,7 % del total de la energía primaria ( toda forma de energía disponible en la naturaleza antes de ser convertida o transformada). Participan en ellas: 8,9 % hidroeléctrica, 0,6 % geotérmica, 4,9 % solar, eólica y otras, 8,8 % biomasa, y 9,5 % biocombustibles (Observatorio de Sistemas de Gestión Energética de ALyC). Hay expertos que creen posible alcanzar 100 % de energía primaria renovable global al 2050.
Para Ramón Méndez, es clave avanzar hacia una economía latinoamericana que aproveche al máximo su potencial de energías limpias y renovables. Lograrlo requiere "trabajar colectivamente en la región para hacer una complementación internacional de fuentes renovables". Así "podríamos llegar a porcentajes altísimos de energías limpias autóctonas, aumentar nuestra soberanía energética y - al independizarnos de commodities energéticos como carbón, gas natural, petróleo y uranio - tener costos energéticos estabilizados por mucho tiempo, volviéndonos más competitivos a nivel global".
Y... ¿por qué no?, volvernos también líderes mundiales en energías limpias y renovables.