Ambiente y naturaleza
Primera parte

América Latina y el Caribe apuestan por las energías limpias y renovables

En pleno debate sobre los desarrollos futuros del cambio climático y la necesidad de reducir a cero las emisiones netas en las dos próximas décadas, la transición energética global de los combustibles fósiles a las energías renovables se ha convertido en el centro de atención para muchos gobiernos y Estados. En este sentido, debido a su vasta geografía y sus abundantes recursos naturales, América Latina tiene el potencial para convertirse en una de las piedras angulares del sector. La capacidad de energía renovable en la región registra un crecimiento de más del 67% con respecto a 10 años atrás.

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En 2020, la generación de electricidad de recursos renovables en la región llegó a un total de 952 teravatios hora (TWh) y la nueva capacidad instalada ascendió a 11 gigavatios (GW). El 53% de esa capacidad era a base de energía solar y el 31%, de energía eólica. En 2021, la capacidad de generación de energías renovables, sobre todo de energía eólica y solar, siguió creciendo: se instaló un total de 23.5 GW de nueva capacidad de generación de electricidad y un 81% funcionaba a base de energías renovables. De esa cantidad, 5.9 GW procedían de plantas eólicas, 9.8 GW de centrales fotovoltaicas, 2.4 GW de plantas hidroeléctricas y el resto de centrales termoeléctricas que utilizaban fuentes renovables (biogás y biomasa). Datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, 2023.

Central Hidroeléctrica Itaipú. Fuente: cti.itaipu.gov.py

El mundo avanza rápidamente hacia una economía con bajas emisiones de carbono, que nos demanda combinar conocimientos científicos y tecnológicos de vanguardia con la industria, las finanzas y las políticas. Y en América Latina, hay un creciente interés en las energías limpias y renovables: energía solar, energía eólica, energía hidroeléctrica, biomasa, biocombustibles, energía geotérmica y energía mareomotriz, posicionándola como una nueva frontera para estos desarrollos . En los últimos años ha habido un aumento significativo en la inversión y la adopción de energías limpias renovables en varios países de la región, y esto se debe a factores como la conciencia ambiental, los avances tecnológicos, las mejoras de los beneficios económicos emergentes y las políticas gubernamentales favorables.

La convergencia de factores tecnológicos, económicos, sociales y políticos hacen de América Latina y el Caribe un lugar con las condiciones propicias para convertirse en un referente mundial de la transición energética justa. En este contexto, surge por ejemplo, Renovables en América Latina y el Caribe (RELAC), creada a finales de 2019, en el marco de la Cumbre de Acción Climática de las Naciones Unidas, con el objetivo de alcanzar al menos el 70% de participación de energías renovables en la matriz eléctrica de la región para 2030. 

Es una iniciativa regional con 15 países miembros: Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay, única en su tipo en el contexto de América Latina y el Caribe. El objetivo común es acelerar la neutralidad de carbono de los sistemas eléctricos en la región de América Latina y el Caribe , mejorando la resiliencia, la competitividad y la sostenibilidad del sector, generando empleos verdes y mejorando la calidad del aire y los efectos sobre la salud de sus ciudadanos.

América Latina y el Caribe es una región rica en recursos energéticos, pero esta riqueza está desigualmente distribuida: 16 millones de personas no pueden acceder a energía eléctrica (CEPAL, 2023), y las importaciones de combustible consumen un porcentaje cada vez mayor de los presupuestos de los países más pequeños. La paradoja es que la dotación de recursos de energía renovable de América Latina y el Caribe es suficiente para cubrir más de 22 veces la demanda eléctrica proyectada para el 2050.

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Según el Banco Mundial (2020), alrededor del 20% de la población mundial vive en 70 países con excelentes condiciones para la energía fotovoltaica, donde los promedios diarios superan los 4,5 kilovatio hora/kilovatio pico (kWh/kWp), suficientes para hervir unos 25 litros de agua. Los países de Latinoamérica que entran en esta categoría son Chile, Perú, México y Argentina. Sin embargo, el resto de Latinoamérica no se queda atrás, pues se encuentran en la franja de 3,5 - 4,5 kWh/kWp.

En cuanto al potencial de energía eólica, Chile y Colombia llevan la delantera. Esta riqueza de recursos se ha traducido en un ritmo de inversión acelerado en los últimos años en la región. En 2019, Brasil, México y Chile formaron parte de los 20 países del mundo con mayor inversión en capacidad de energías renovables. Más recientemente, la capacidad instalada de energía renovable en América Latina y el Caribe sumaba a finales de 2021, 291.770 megavatios (MW), lo que representó una subida del 6% con respecto a 2020. La mayor capacidad instalada en 2021 se produjo en América del Sur con 244.975 MW, representando el 84% de la capacidad instalada total en la región. En los últimos diez años, los países con mayor crecimiento en el parque de generación a partir de energía renovable son Chile con 111%, Uruguay con 101%, México con 99% y Brasil con 66%.

Fuente: Unsplash

Todo esto ha venido acompañado de avances en la regulación y en las hojas de ruta de los distintos tipos de energías, como la eólica marina en Colombia y su reciente incorporación a la Alianza Mundial de Energía Eólica Marina, por ahora siendo el único país de la región que hace parte de esta Alianza

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Adicionalmente, la capacidad instalada actual y la futura de energías renovables hacen de América Latina una zona con alto potencial para la generación de hidrógeno verde. Este puede ser utilizado como energético en el sector industrial, uno de los más difíciles de electrificar, así como en el transporte y en la energización y calefacción de edificios. Varios países, como Chile, Uruguay, Paraguay, y Colombia, ya han publicado sus hojas de ruta en hidrógeno verde.

Estas inversiones pueden ayudar a la región a impulsar la descarbonización progresiva y responsable de su economía y avanzar en ambas transiciones al mismo tiempo: la energética y la económica. Dando lugar a más de 15 millones de empleos en la región para 2030, gracias a los cambios productivos de alimentos y de energía (Organización Internacional del Trabajo, OIT). Varios países de la región como Guatemala, Belice, Honduras, Costa Rica, Colombia, Surinam y Chile ya han incluido conceptos de transición energética justa en sus compromisos climáticos internacionales, lo que abre el potencial para robustecer los marcos de política a nivel sectorial.

Según el Índice de Transición Energética (ETI) que publica el Foro Económico Mundial, América Latina y el Caribe se desempeñan mejor que el promedio mundial en rendimiento del sistema energético, sostenibilidad ambiental y capital e inversión, entre otros aspectos y, en consecuencia, es considerablemente mejor en la infraestructura energética, pero estas inversiones deben distribuirse en la región para disminuir la disparidad en el desarrollo de energías renovables entre varios países. En su ranking mundial 2021, liderado por Suecia (1º) y Noruega (2º), destacan: Uruguay (13º), Costa Rica (26º), Colombia (29º), Brasil (30º), Chile (34º), México (46º) y Argentina (47º), en tanto aparecen Canadá (22º) y Estados Unidos (24º).

América Latina y el Caribe se están volviendo más verdes. Y la tendencia parece haberse vuelto imparable. "Podríamos llegar a porcentajes altísimos de energías limpias autóctonas, aumentar nuestra soberanía energética y tener costos energéticos estabilizados por mucho tiempo, volviéndonos más competitivos a nivel global", señala Ramón Méndez, ex director Nacional de Energía de Uruguay. Según el estudio Global Energy Assesment, Latinoamérica y el África Subsahariana tendrán el mayor despliegue de renovables en 2050 "lo que significa que, como mínimo, 40% de su abastecimiento de energía primaria provendrá de fuentes renovables".

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Considerando que ese año la demanda energética de América Latina y el Caribe triplicará a la actual, la predicción es ambiciosa pero no descabellada, ya que la región tiene un enorme potencial de recursos renovables aún por explotar. Se estima que - excluyendo el hidroeléctrico - llega a algo así como 22 veces la demanda esperada para la región al 2050.

Continuará ...


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