Aapresid publicó un manual para conservar los suelos y frenar el retorno del arado por la crisis económica
La Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa insistió en la necesidad de no abandonar la "labranza cero".
La siembra directa es una técnica que permite cultivar sin necesidad de labrar y descompactar la tierra. La revista Nature ha reconocido en varias publicaciones que Argentina es un líder global en la conservación de suelos gracias a la adopción de la "no labranza".
Este modelo ocupa el 90 % de los cultivos del país y eso ha permitido preservar la fertilidad de los campos y multiplicar la productividad gracias a un aumento en los rendimientos.
La llamada "siembra verde" ayuda a:
permeabilizar y ventilar los lotes, ahorrando agua,
evitar el desgaste y la pérdida de materia orgánica,
detener la generación de CO2 (dióxido de carbono).
Ante la casi segura llegada de una nueva "Niña" en 2025, toda medida destinada a morigerar el estrés hídrico debería ser bienvenida.
Algunos productores están optando por volver al uso de discos, rastras de diamante o implementos para desgarrar las tierras y eso significa un retroceso evolutivo. El retorno de las viejas herramientas de labranza se relaciona con la necesidad de generar un rendimiento instantáneo, pero no perenne. Al mismo tiempo, algunos hombres de campo buscan controlar malezas debido al escaso uso de herbicidas que trae aparejada la crisis económica local.
El sistema de arrendamientos agrícolas afecta actualmente al 70% de las explotaciones. Quien alquila, a menudo, no se preocupa por secuenciar los cultivos o implementar un esquema de fertilización de largo plazo. El Estado Nacional podría ayudar a que se mantenga la siembra directa con reducciones fiscales para quienes lo implementen como hace, por ejemplo, Uruguay.
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La labranza sin arado previo y con mínima remoción de la tierra está transformando también de manera positiva la producción de los cordones verdes que rodean las ciudades.
Algunas características de este sistema:
Logra que los lotes tengan cultivos o estén cubiertos a lo largo de todo el año, permanecen "vivos".
La interacción de los organismos propios de la tierra con las plantas y sus raíces debe ser continua para potenciar así la actividad biológica.
Disminuye la erosión gracias a la fijación de los cultivos y mejora la productividad del agua recibida.
Asegura una ‘dieta balanceada' para el ciclo biológico y garantiza la resiliencia de los terrenos.
Permite un "manejo ecológico" de las plagas ahorrando la inversión en herbicidas contaminantes.
Integra la actividad agrícola con la ganadera produciendo una simbiosis entre ambas.
Descompactar la tierra es, lisa y llanamente, "pan para hoy, hambre para mañana".