"Las que antes parecían decisiones personales, como el tamaño de la familia, hoy tienen un impacto significativo en el planeta y en su entorno"
Alistair Currie, de Population Matters, analizó en diálogo con Carbono News en qué escenario estamos, hacia dónde vamos y el rol de las mujeres y los jóvenes en el cambio de paradigma.
La Agenda 2030 marcó y marca el rumbo y el ritmo de los próximos años para avanzar hacia un mundo posible y, por consecuencia, sostenible. Entre sus lineamientos generales, los 17 objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) trazan como horizonte "poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar la prosperidad para todos".
Sin embargo, en la ecuación hay factores matemáticos que no permiten llegar al resultado y, aunque el orden de los factores no sea importante, la ausencia o debilidad de cualquiera de los factores indefectiblemente trastoca el punto de llegada. En este caso, el crecimiento poblacional es un aspecto que, por desconocimiento, falta de voluntad, tabú o intereses cruzados, se ve minimizado a tal punto que casi desaparece. Pero... ¿es posible un mundo finito sin pobreza, con un planeta protegido y próspero, si la población crece cada año al nivel de una Alemania entera?
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Si viviera, Charles Darwin el rey de la evolución biológica, repetiría: "La humanidad tiende a incrementarse a una tasa más grande que sus medios de subsistencia", por lo que tarde o temprano el equilibrio se rompe y empiezan los problemas. En 1994, la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo celebrada en El Cairo logró poner en debate el crecimiento poblacional y que 179 gobiernos reconocieron la salud reproductiva y la igualdad de géneros como pilares esenciales en el desarrollo sostenible. En el prólogo del Programa de Acción desarrollado a partir de dicha conferencia se reconoce: "Hace 20 años, la conferencia internacional sobre la población y el desarrollo (CIPD) estableció que los derechos de las personas son un elemento central del desarrollo, declaró que la salud sexual y reproductiva es un derecho humano fundamental y subrayó que empoderar a las mujeres y las niñas es indispensable para garantizar el bienestar de los individuos, las familias, las naciones y el mundo en su conjunto".
En la actualidad, y pese a los pronunciamientos, los avances no alcanzan y es gracias a la militancia y compromiso de organizaciones como la británica Population Matters (que promueven una planificación familiar consciente y reducida para garantizar mejores condiciones de vida) que el debate y las acciones se siguen sosteniendo. En diálogo con Carbono News, el vocero de la organización, Alistair Currie analiza exhaustivamente en qué escenario estamos, hacia dónde vamos y el rol de las mujeres y los jóvenes en el cambio de paradigma.
La ONU estima que seremos 9700 millones de personas para 2050. Para sostener eso necesitaríamos los recursos renovables de tres planetas Tierra. Se calcula que la cifra subirá a 11.000 millones de habitantes en 2100. En función de estos datos, ¿cuál es la misión de Population Matters y qué está haciendo para alcanzar sus objetivos a nivel mundial?
Hay muchas acciones urgentes y vitales que debemos hacer para abordar nuestra crisis ambiental y de recursos. En este sentido, nuestro trabajo en Population Matters es asegurarnos de que, en este escenario, se contemplen medidas éticas y efectivas para inclinar la curva hacia abajo en el crecimiento de la población. Lo podemos lograr siempre y cuando invirtamos en soluciones claves tales como el empoderamiento de las mujeres, la reducción de la pobreza, la educación, la planificación familiar y la promoción de los beneficios de las familias más pequeñas.
Nuestro papel como organización es movilizar la acción y despejar los obstáculos que se interpongan a la hora de implementar tales soluciones. Por otro lado, y no menor, es poder garantizar que haya un debate abierto, justo y sostenido en evidencias sobre el impacto de la población y sus posibles soluciones.
El control de la natalidad es una transformación profunda y, probablemente, la raíz para abordar la crisis planetaria. ¿Por qué sigue siendo complicado hablar de ello y, en algunos países, incluso es tabú su referencia?
La elección de tener hijos es muy personal, por lo que resulta entendible que sea una discusión sensible de abordar. Nadie quiere sentirse juzgado y, sin embargo, muchas personas aún son señaladas en distintos lugares del mundo por no tener hijos. En Population Matters resulta una constante tener que aclarar que no nos desagradan los niños, los bebés o las madres y padres (de hecho, yo soy padre) pero entendemos esa actitud defensiva.
No obstante, la gente está empezando a reconocer que lo que antes parecían decisiones muy personales, como el tamaño de la familia, hoy tienen un impacto significativo en el planeta y en su entorno. Por supuesto que existe una influencia cultural propia de un sistema patriarcal que reduce el empoderamiento de las mujeres y condiciona las actitudes frente a la anticoncepción. En este sentido, y pese a que se observan familias reducidas en muchos países predominantemente católicos, incluso en América Latina, la ortodoxia religiosa puede tener un efecto negativo.
Desde la Conferencia Internacional de 1994 sobre Población y Desarrollo en la cual 179 gobiernos reconocieron la salud reproductiva y la igualdad de géneros como pilares esenciales en el desarrollo sostenible, ¿ha habido avances para controlar el crecimiento poblacional? ¿Qué acciones destaca?
Simplemente los avances no han sido suficientes. La proporción de mujeres que utilizan métodos anticonceptivos modernos ha aumentado sólo un 6% desde entonces. De hecho, y debido al crecimiento de la población, existen actualmente más mujeres con una necesidad insatisfecha de anticonceptivos que en 1994. Eso no quiere decir que no hayamos visto progreso: el tamaño de las familias (medido por la tasa de fertilidad) está disminuyendo en casi todas partes, más personas están saliendo de la pobreza y la tasa de crecimiento de la población se está desacelerando. Aunque no existan cifras acabadas, lo cierto es que seguimos sumando 80 millones de personas (la población de Alemania, la nación más grande de Europa) cada año. Si bien es posible que la gente haya escuchado que la población alcanzará su pico máximo pronto, ninguna proyección realista prevé que eso suceda dentro de los próximos treinta o cuarenta años, y la ONU estima como una posibilidad que el crecimiento se estabilice antes de fin de siglo.
La salud reproductiva, los derechos individuales y la igualdad de género tienen que estar en el centro de cualquier abordaje de control poblacional, pero la realidad es que no ha habido inversión suficiente en derechos reproductivos y que la agenda de El Cairo aún no ha cumplido con las mujeres. No estamos teniendo el progreso que podríamos y deberíamos tener.
Se calcula que para 2100 el continente más poblado ya no será Asia sino África, ¿cuáles cree que son las causas de ese traslado de carga poblacional y que significa a nivel geopolítico?
Grandes países asiáticos han hecho un buen trabajo al reducir sus tasas de fertilidad. Por ejemplo, India y Pakistán están muy cerca del promedio mundial. Es difícil sacar conclusiones generales sobre un continente tan diverso como Asia, pero muchos de los indicadores son buenos. Lamentablemente, los niveles de pobreza y otros factores que impulsan el tamaño de las familias numerosas permanecen en muchas partes del África subsahariana, especialmente, en su población joven, lo que significa que un gran número de personas ingresan en la edad reproductiva.
Sin embargo, existe una oportunidad para África: un gran número de personas en edad de trabajar puede ser motor real del crecimiento económico, lo que se conoce como el dividendo demográfico. Para que esto ocurra debe existir la infraestructura y el potencial que lo capitalice, pero en muchos países africanos esto aún no sucede.
En definitiva, muchos países africanos se encuentran atrapados en una trampa demográfica, en la cual las necesidades de una gran población en un país pobre frenan el desarrollo económico. Con los efectos del cambio climático cada vez más evidentes y las oportunidades económicas limitadas, existe una receta preocupante para la agitación y el sufrimiento.
¿Cómo analiza a Latinoamérica en cuanto a su crecimiento poblacional y sus políticas públicas hacia adelante? ¿Hay algún país que esté bien parado frente a la problemática?
No se espera que América Latina experimente un crecimiento demográfico significativo este siglo, lo cual es muy positivo. Sin embargo, existen riesgos. La salud y los derechos sexuales y reproductivos (especialmente el acceso al aborto) es problemático en muchos países y, a medida que bajan las tasas de fertilidad, es posible esperar que gobiernos de corte nacionalista tomen medidas para tratar de impulsarlas. Es poco probable que altere significativamente la trayectoria de la población, pero podrían verse más restricciones en la libertad reproductiva de las mujeres. Este es un patrón que ya hemos visto, por ejemplo, en Europa del Este.
Population Matters plantea la planificación familiar para dar mayores oportunidades a otras personas. Sin embargo, en Europa hay países que ven con preocupación el envejecimiento de la población. ¿Cómo se equilibran ambas variables, es decir, el crecimiento poblacional excesivo y el envejecimiento de la población en ciertos sectores?
No hay duda de que el envejecimiento de la población representa un desafío, pero es un problema que se encuentra, principalmente, en países ricos con los recursos financieros y las estructuras de gobernanza capaces de gestionar ese cambio. Recordemos, también, que estos mismos países suelen tener mayores niveles de consumo, generar altas emisiones y un impacto negativo más significativo en la salud de nuestro planeta. Agregar más jóvenes para apoyar a las personas mayores no es una solución, solo significa más personas mayores en las próximas generaciones y un espiral sin fin. Tampoco deberíamos ver a las personas mayores como una carga: contribuyen a la economía informal a través del voluntariado, el cuidado de los niños y de muchas otras formas.
La alternativa a un enfoque creativo y positivo del envejecimiento es aumentar constantemente nuestra población en un vano intento de ponerse al día. Eso significa un cambio climático continuo, una pérdida continua de biodiversidad y un agotamiento sostenido de los recursos de la Tierra. Podemos brindar un mejor apoyo a las personas mayores si así lo deseamos. Sin embargo, no podemos recuperar los glaciares derretidos o las especies que se han extinguido.
Population Matters relaciona directamente el crecimiento poblacional con la perspectiva de género y el rol de las mujeres. ¿Qué puede decirnos sobre ese vínculo estrecho y estratégico de cara al futuro?
Las mujeres empoderadas eligen familias más pequeñas, no siempre, pero en gran medida. El empoderamiento de las mujeres y los derechos reproductivos son imperativos morales de todos modos, pero el hecho de que también ayuden a reducir el crecimiento de la población los convierte en un beneficio para todos. El progreso positivo que se ha logrado en la reducción del crecimiento de la población se ha relacionado con el empoderamiento de la mujer en casi todas partes del mundo.
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¿Por qué los sectores vulnerables tienen más cantidad de hijos? ¿Cómo puede revertirse tal tendencia en alza?
Los países más pobres del mundo tienden a tener las familias y las tasas de fertilidad más altas. Cuando las personas no tienen seguridad económica y no pueden depender de su gobierno y de una red de seguridad social, a menudo tienen hijos para ayudar a proporcionar ingresos o trabajo a sus familias, y para asegurarse de que serán cuidados cuando sean mayores.
Asimismo, donde la mortalidad infantil es alta, existe un ímpetu aún mayor para tener más hijos. Reducir la tasa de mortalidad infantil ha sido fundamental para la transición a un bajo crecimiento de la población en todas partes.
Las circunstancias que llevan a las personas a valorar y tener familias numerosas pueden contribuir a un círculo vicioso. Las familias pobres con un gran número de hijos a cargo pueden percibir la necesidad de sacar a los niños de la educación temprano o casar a sus hijas a una edad temprana. También suelen vivir en comunidades desfavorecidas donde el acceso a la atención médica, a la educación y a la planificación familiar moderna es limitado. Todos estos factores se combinan para mantener un tamaño grande de familias, perpetuando el ciclo.
Básicamente, abordar la pobreza y garantizar que las personas tengan seguridad y acceso a los servicios que necesitan es esencial. En la mayoría de los países, se están logrando avances, aunque no los suficientes, y las tasas de fertilidad están bajando, aunque más lentamente de lo que sería ideal.
¿Qué políticas públicas o acciones concretas está llevando adelante la organización a nivel mundial para alcanzar los objetivos?
En el nivel básico, nuestro papel en la difusión de información y la generación de apoyo para la acción sobre la población sigue siendo esencial. A menos que la gente reconozca el problema, no puede esperar que se presenten soluciones. Por encima de eso, estamos buscando oportunidades para promover esas soluciones, por lo que, por ejemplo, estamos participando del desarrollo de un nuevo marco global para la protección de la biodiversidad en el marco del Convenio sobre la Biodiversidad.
Estamos defendiendo que las acciones para promover el empoderamiento de las mujeres y la planificación familiar moderna deben reconocerse y fomentarse en ese marco por el beneficio mutuo que representa tanto para las personas como para el medio ambiente.
También estamos haciendo campañas para aumentar las contribuciones a la planificación familiar de los países más ricos del mundo; ya había un déficit antes de que llegara el COVID-19, y ahora, con los presupuestos reducidos en todas partes, vemos que la ayuda para el desarrollo se reduce y se recorta, incluso aquí en el Reino Unido.
Los jóvenes, y sobre todo las mujeres jóvenes, están planteando el deseo de no ser padres. ¿No ve un cambio cultural en los menores de 25 años a la hora de planificar la familia? ¿Está naciendo una nueva concepción de lo que significa familia? ¿Por qué?
Definitivamente hay un cambio. La discusión es mucho más abierta y esto puede ser posible porque, quizás, muchas personas se sienten más capaces de hablar del tema, lo cual es algo muy positivo. La generación actual es más consciente del impacto de sus decisiones personales en el medio ambiente que cualquier otra generación anterior, y de las posibles consecuencias de nuestra crisis ambiental y el aumento de la presión sobre los recursos de la tierra. Los jóvenes tienen ideas menos rígidas respecto al concepto de familia y su asociación a un núcleo tradicional del pasado. La realidad es que todavía existe un estigma asociado a no tener hijos, pero cada vez menos mujeres jóvenes están dispuestas a basar sus vidas en convenciones y estereotipos sobre ser definidas por la maternidad. Ese es un cambio muy positivo para las personas además de contribuir a traer menos personas al mundo.