Estados Unidos, Francia e Inglaterra autorizan a Ucrania a disparar misiles con alcance de 300 kilómetros
Los objetivos militares estarían dentro del territorio de la Federación de Rusia.
Los proyectiles balísticos de alta velocidad ATACMS fabricados en USA ya están siendo utilizados por Kiev contra instalaciones claves manejadas por el presidente Vladimir Putin. Tras comprobar los certeros disparos con explosivos occidentales, Moscú anunció que ha cambiado su doctrina histórica con respecto al uso de armas nucleares.
Ahora, podría desplegar una respuesta atómica contra Volodimir Zelenski y las fuerzas de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte).
El daño ecológico que causaría la detonación de armas nucleares en Europa (algo que nunca ha sucedido) es inimaginable. El temor a un "invierno nuclear" que oculte al sol en el hemisferio Norte es una posibilidad concreta.
Como en las peores épocas de la guerra fría, el mundo teme por una conflagración con armas de destrucción masiva que ponga en riesgo el futuro mismo de la humanidad.
¿Qué pasaría con las naciones de ambos hemisferios si se desencadenara una guerra de estas características? ¿Cómo resultarían afectadas?
El temido fenómeno provocaría incendios masivos y de gran escala en el sector boreal, cuyas cenizas podrían oscurecer durante meses los rayos solares.
La falta de luz haría colapsar las cosechas y podría provocar un descenso del 90% en el rendimiento de los animales, la pesca y los cultivos en los años siguientes a las detonaciones.
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Un estudio publicado en la revista Nature Food sostiene que en el caso de un conflicto armado de semejante magnitud, Argentina, Chile, Uruguay, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica serían los sitios menos comprometidos.
Estos países se encuentran muy por debajo de la línea del Ecuador y, en la investigación, se estimó que sus habitantes podrían sobrevivir con relativa normalidad hasta varios años después de la tragedia.
La investigación se basó en una simulación de un conflicto a gran escala que involucraría 100 bombas nucleares.
¿La clave? La circulación latitudinal
Los científicos investigaron cómo los patrones de viento podrían propagar el humo y el fuego de los ataques atómicos a gran escala y nublar los cielos de los principales exportadores del mundo, como Estados Unidos, Europa, Japón, Corea y China.
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Si el conflicto ocurriera en el hemisferio Norte, el más poblado y desarrollado (donde se encuentran las ojivas), las grandes potencias serían las más afectadas, ya que los desplazamientos de aire se producen mayormente de Este a Oeste, en franjas que comparten una latitud similar.
Cuando el sol calienta, se producen movimientos de grandes masas de aire y luego, como resultado de ser más cálido, los aires del ecuador y los trópicos se elevan.
Los gases más fríos descienden para tomar el lugar del aire desplazado hacia arriba.
Como la velocidad de rotación de la Tierra es más rápida en el Ecuador que en los polos, los vientos tienden a desplazarse de Este a Oeste, manteniendo la misma velocidad de rotación que traían.
Las concentraciones de gran altitud se desplazan de manera latitudinal y se llevan el clima con ellas.
Resumiendo: una guerra atómica en la que participaran activamente las grandes potencias acabaría en semanas o meses con la mayor parte de la vida existente hoy en el sector septentrional del globo.