Las comunidades indígenas temen que las granjas porcinas de propiedad china degraden aún más el Chaco argentino
La instalación de granjas chinas productoras de cerdos avanza en el norte de Argentina, mientras que las comunidades locales rechazan su establecimiento y denuncian falta de información y la insistencia gubernamental en un modelo extractivista que deja en el territorio perjuicios ambientales, degradación social y problemas sanitarios.
Esta historia comienza a las orillas del río Teuco, en la región de El Impenetrable chaqueño, un bosque seco nativo ubicado al norte de Argentina, refugio de biodiversidad protegido por comunidades indígenas.
Un día, sin previa consulta, las comunidades originarias Qom que viven en el sur de esta región se enteraron de que inversores chinos estaban interesados en sus tierras comunitarias. Uno de los vecinos de ese territorio es Carlos Leiva, de 43 años, quien vive dentro de 150.000 hectáreas de propiedad comunal al sur del Impenetrable. Se dedica a la cría de algunos animales como pollos, cerdos y cabras.
Ante la situación, las alarmas se encendieron entre los vecinos, porque tan solo unos meses antes, el gobernador había anunciado la instalación de tres mega complejos de producción porcina con inversión china en la provincia. El plan del gobernador Jorge Capitanich aprovechaba el preacuerdo que tenían Argentina y China para incrementar la producción de cerdos en el país sudamericano, con el fin de exportar la carne a la nación que dirige Xi Jinping.
Según cuenta Leiva, hasta hoy carecen de información precisa. "Aún no sabemos qué tipo de producción quieren poner, ni cuál es esta compañía china o quiénes son los dueños", dice. Organizados los habitantes del lugar, denunciaron la violación del artículo 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), por el cual las compañías deben realizar una consulta previa informada a las comunidades originarias, antes de instalar cualquier fábrica en sus territorios.
Gracias a los reclamos de las comunidades Qom, la producción porcina con capitales chinos se colocó en la agenda mediática y algunas organizaciones se les unieron al reclamo. Una de ellas fue Somos Monte, uno de los principales movimientos sociales de Chaco, dedicado a la protección de los bosques, la biodiversidad y la lucha contra la deforestación.
Nora Giménez, de 67 años, abogada de Somos Monte, cuenta que desde el principio notaron falta de claridad por parte del gobierno provincial en relación a las granjas de cerdos. "No solo es que no hay transparencia, sino que no respondieron a los pedidos de información que hicimos. Tuvimos que recurrir a la justicia y demandar a la gobernación por este motivo", dijo Giménez. La organización inició un pedido de información que terminó en un amparo por mora cuya sentencia condenó al poder provincial a pagar 5000 pesos argentinos -unos 50 dólares americanos- por cada día que posterguen la información solicitada por Somos Monte. La organización aún está esperando una respuesta.
Cerdos con destino China: el plan de Chaco
Carbono News entrevistó al Ministro de Industria y Producción de Chaco, Sebastián Lifton, para obtener la información que se negó a las organizaciones sociales. El ministro indicó que se instalarán en la provincia tres complejos de producción de cerdos integrados por cinco granjas de entre 2400-2500 madres cada una, en un radio de 100km. Se calcula que cada granja tendrá unos 30.000 animales -150.000 animales por zona- lo que supone el incremento de alrededor del 73% en la producción de cerdos de Chaco.
Según Lifton, el primer complejo se instalará entre las localidades de La Leonesa y General San Martín. Se aprovechará la proximidad de los ríos Paraguay y Río de Oro y del ya casi finalizado puerto de "Las Palmas", como acceso directo al transporte de la producción destino: China. Además, en esta área está emplazado el frigorífico más importante del Nordeste de Argentina: Frigoporc. Un establecimiento que se encarga de la faena -sacrificio del animal, despiece y envasado- del criadero aledaño de 2100 madres y que está en proceso de habilitación para poder exportar a China. Según Lifton, Frigoporc aumentará la capacidad del frigorífico, porque una vez que las primeras granjas se construyan en la zona, se hará cargo de la faena que resulte de la producción de estos establecimientos.
El segundo complejo se instalará entre Presidencia La Plaza y Roque Saenz Peña, en el centro de la provincia. El tercero será establecido entre Charata y Gancedo, en la frontera con Santiago del Estero. Según el ministro Lifton, se estima que comiencen con la primera macrogranja en septiembre. "En cuanto hagan la visita al país, que se pospuso por la pandemia, arrancamos con la primera etapa (la construcción del primer complejo), estimamos que será en septiembre", dijo Lifton.
Un proyecto polémico a costa de la comunidad
El principal grupo económico que invertirá en Chaco e incursionará por primera vez en Argentina será el cuarto productor de cerdos de China: Zhengbang Group, según el ministro Lifton. "Conversaciones hay con muchos, pero con Zhengbang hay entendimiento". El ministro se refirió a las conversaciones que se dieron con diferentes grupos económicos de China a través de la mediación de Feng Tian Food, el equipo técnico que llevó adelante los acuerdos junto con Cancillería y el Ministerio de Desarrollo Social de Nación.
A pesar de que Zhengbang fue multado hace dos años por contaminación ambiental vertida por dos de sus granjas de cerdos en China, la secretaria de Desarrollo Territorial y Ambiente de Chaco, Marta Soneira, en diálogo con Carbono News, aseguró que confía en que la actividad podrá realizarse sin dañar el ambiente. Sus argumentos se basan en las limitantes en el número de madres por granja -2400 a 2500-, o en la presencia de un biodigestor por complejo, aunque en el acuerdo que firmó el gobernador con Feng Tian Food, y al que Carbono News tuvo acceso, no hay mención sobre este elemento. Según Soneira, su cartera será la encargada de supervisar y evaluar los informes de impacto ambiental que elaborarán las compañías chinas.
El ministro Lifton también indicó como punto a favor, que Chaco "agregará valor a su producción". Según él, parte de la soja y el maíz que se produce en la provincia se destinará a la alimentación de las granjas de cerdo en el Chaco, por lo que un porcentaje de estos granos se convertirá en carne de cerdo, un producto con mayor valor comercial. "Si nosotros no lo hacemos, en otra parte del mundo se va a usar la soja y el maíz que sale de Chaco para producir cerdos", dice Lifton. Según el ministro, la inversión de 129 millones de dólares que hará la empresa China, ayudará a la economía de la provincia y del país, el cual ha sido golpeado desde hace años por la crisis y la inflación.
Para los activistas ambientales, estos argumentos son conocidos y aplican la misma receta que ya enseñó sus déficits en el pasado. "Son un montón de recursos que se gastan para sostener la productividad de un determinado sector en muy poco tiempo, sin licencia social y con un grado de contaminación y degradación social altísimo que se evidencia en la pérdida de otras fuentes de empleo, la tendencia a la concentración de la tierra y la emigración. Eso está muy lejos de lo que entendemos como sustentabilidad", dice a Carbono News el investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), biólogo y filósofo, Guillermo Folguera, quien se mantiene activo en el rechazo a las granjas.
El investigador añade que este tipo de proyectos, que ponen a disposición un territorio para cubrir las necesidades de otro, tienen que ser revisados. "Junto con el cambio de escala tiene que haber un cambio de lógica, que piense en el ambiente y el bienestar local", dice. Folguera se refiere a la necesidad de China de abastecerse de carne de cerdo, después de que en 2018 el virus de la peste porcina africana arrasara con su producción y por el que tuvo que sacrificar millones de cerdos. Fue así que China buscó nuevos mercados para satisfacer el consumo de 30 kilos anuales per cápita de esta carne y Chaco busca satisfacer esa necesidad.
Chaco grafica en miniatura la matriz productiva primaria exportadora de Argentina. Tanto el país como la provincia se dedican a producir granos, carne y alimentos que exportan principalmente a China, Brasil, Estados Unidos y Chile. Sin embargo, se calcula que casi la mitad de la población argentina vive en la pobreza y tiene dificultades para acceder a la canasta básica de alimentos.
Las organizaciones sociales agrupadas en la campaña "Basta de falsas soluciones" creen que la producción porcina industrial no ayudará a la soberanía alimentaria de la población. Tampoco al bienestar animal. Mientras que en Europa se tiende a la eliminación de las jaulas en la producción intensiva de cerdos, Chaco no dispone de medidas al respecto. La Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), una de las organizaciones sociales más importantes de Argentina, propone la producción de cerdos en un formato de granja mixta, donde además de cerdos pueda haber otros animales y alimentos agroecológicos, en un sistema de gestión circular de los recursos y de bajo impacto.
Sumado a estas críticas, los activistas ponen sobre la mesa la emergencia hídrica que vive Argentina en este momento, especialmente en el Chaco y al norte del país. El avance chino ocurre durante la peor emergencia hídrica registrada en Argentina desde 1944, a causa de la bajante del Río Paraná por la sequía prolongada. Los expertos han concebido este episodio como un evento extremo causado por el cambio climático y agravado por la deforestación y la reducción de los humedales de la cuenca del Paraná. Una situación que podría complicar el abastecimiento de agua en Chaco y otras provincias. Mientras se estima que alrededor del 23% de la población chaqueña, que asciende a más de un millón de habitantes, no tiene acceso a agua potable, o su acceso es limitado, para funcionar, el conjunto de las granjas de cerdos que se instalarán en Chaco requerirán diariamente entre dos y tres millones de litros de agua; un cálculo basado en las entrevistas realizadas a los establecimientos porcinos de la provincia.
Una conocida historia de deterioro ambiental
La producción porcina a escala se suma a una larga lista de conflictos socioambientales que marcan la historia de Chaco y cuyo inicio data de finales del siglo XIX, cuando el naciente Estado argentino diezmó a la población y desmembró los territorios indígena e inauguró la era extractivista en la provincia.
Primero, la explotación forestal irrumpió en el "desierto verde", como era conocido Chaco, por su cobertura boscosa. Después, el algodón cubrió de blanco lo que antes era monte. En el siglo XX introdujeron el maíz, el trigo y otros granos y se mejoró la ganadería. Posteriormente, el monocultivo de soja transgénica se hizo con parte de las hectáreas cultivadas y la frontera agropecuaria se expandió un 70% a costa de la deforestación.
Según Hernán Giardini, coordinador de la campaña Bosques de la ONG Greenpeace Argentina, en algo más de un siglo, el Chaco perdió alrededor del 50% de sus bosques. Una gran cobertura verde que actúa como sumidero de carbono y forma parte del Gran Chaco Americano, la ecorregión más importante de América Latina, después del Amazonas, por su biodiversidad y por sus bosques que se extienden por Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil cubriendo un área de más de un millón de kilómetros cuadrados.
En contra de lo que se suele pensar, los resultados para la población no fueron buenos, dice Gerardo Martínez, ingeniero agrónomo, doctor en Geografía y experto en desarrollo social: "La tecnificación, la concentración de las tierras y las crisis del monocultivo desencadenaron fuerte emigración rural, desempleo y pobreza".
Según un estudio de la Universidad Nacional del Nordeste, desde 1980 a 2010, la población rural de la provincia descendió un 36%. Además, el informe del Instituto Nacional de Censos y Estadísticas (INDEC) reveló en 2020 que el 53,6% de la población del Gran Resistencia, la capital de Chaco, vive en la pobreza, un área que concentra casi la mitad de la población de la provincia.
Gran escala, impacto ambiental y una balanza comercial en vilo
A las afueras de Roque Saénz Peña -zona en la que se edificaría el segundo complejo- al final de un camino de ripio, hay una granja de cerdos. Cristian Grancic es el encargado de ese criadero desde hace siete años. "Antes, el dueño lo tenía como un corral donde había algunos lechones que mataba el fin de semana; después empezó con 50 madres y ahora estamos en 500", dice Grancic. El productor es escéptico con relación a las macro granjas de cerdos; para él su instalación no supone una buena noticia y desconfía de los 360 empleos por complejo que anunció la gobernación. "Según el gobierno, las granjas chinas van a generar empleo, pero qué empleos se van a generar si esta granja de 500 madres yo la llevo con cinco personas", exclama, mientras señala a dos de los trabajadores que entran a la sala del alimento. Según el productor, debido a la industrialización de los procesos, por cada 100 madres se crea un puesto de trabajo, por lo que la cantidad de empleos sería menor a lo declarado por el gobernador.
A Grancic le preocupa que la balanza comercial se descompense una vez que las compañías chinas entren en el negocio. "Si ellos venden acá adentro, nos matan. Luego está el tema del maíz y la soja que se necesita para el alimento, ellos van a comprar todo", dice. El productor se refiere a las consecuencias que tendría para los pequeños y medianos productores que las compañías chinas comercialicen carne de cerdo en el territorio, pues los precios de venta se reducirían. También cree que les será más difícil competir con grandes compañías a la hora de comprar el maíz y la soja, necesarios para el alimento de los cerdos, lo que terminaría por crear desventajas para los productores locales.
Cuando se le pregunta sobre si aceptaría inversiones chinas para incrementar la granja hasta llegar a 2400 madres dice: "No, yo no. El impacto ambiental es muy grande". Grancic cuenta sobre los problemas relacionados con los desechos y cómo se oxidan los metales que hay en la granja debido a la concentración de gas metano y de amoniaco: "Es un ambiente muy abrasivo, acá no hay mosquitos", dice, asociando estos gases a la huida de los insectos.
Como Grancic, algunas organizaciones ambientales alertaron de los problemas de contaminación asociados a este tipo de producciones, cuyos desechos y purines pueden acabar en suelos, napas y ríos, suponiendo problemas sanitarios en la población y generando daño en los ecosistemas, como ya ocurrió en Chile, México, Europa o Estados Unidos, donde la producción de cerdos se realiza a gran escala.
La descomposición de la materia orgánica en los estercoleros y lagunas produce emisiones de gases de efecto invernadero como metano, amoniaco y óxido nitroso. Según la Organización para las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el sector ganadero es responsable del 14,5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Si bien, según las fuentes oficiales, las granjas mantendrán alguna distancia entre ellas y se instalarán en un radio de 100km, al tratarse de establecimientos de unos 30.000 animales, se necesitarán varias hectáreas para colocar los distintos galpones encargados de las fases de la producción: gestación, maternidad y engorde, lo que podría producir más deforestación, en una provincia que se posiciona en los primeros lugares de desmonte de la región. Además, la separación entre éstas podría reducirse, producir malos olores y contaminación de forma concentrada, pues cada zona contará con los residuos y desechos de unos 150.000 animales.
Memoria y resistencia en un Chaco castigado
Simón Álvarez, de la etnia Qom y concejal de La Leonesa -una de las zonas donde se instalará alguna de las granjas porcinas-, está sentado alrededor de una mesa en uno de los centros comunitarios que tiene la organización en la que participa. Mientras, a lo lejos, se escucha el fuego. Hoy, las encargadas del merendero preparan chipas calentitas para los chicos del barrio; una comida guaraní hecha a base de mandioca y queso, tradicional del nordeste argentino.
Álvarez relata los problemas que tuvieron cuando al lado del pueblo, a la orilla del río, se instaló una compañía dedicada al cultivo del arroz. Los agroquímicos que utilizaba la arrocera contaminaron el agua y el aire, provocando que los vecinos se enfermaran. La Leonesa, junto con otras localidades, son conocidos como "pueblos fumigados", lugares en los que el uso de agroquímicos para sostener los monocultivos provocaron que los índices de leucemia, malformaciones, abortos espontáneos y otros problemas de salud se dispararan.
La instalación de las factorías de cerdos revive sus peores recuerdos. Según Álvarez, los desechos de las granjas volverían a contaminar el río afectando la salud del pueblo.
Por ejemplo, los purines o desechos semilíquidos resultantes de la mezcla de la defecación de los cerdos, orín, aguas de lavado y restos de piensos se suelen acumular en balsas u hoyos de las granjas productoras de estos animales y se usan para fertilizar los campos. Según lo explica la médica intensivista Ángela Prado, el problema viene cuando la concentración de purines y desechos supera la capacidad que tiene el ambiente para absorberlos. En ese momento se produce una alta concentración de nitratos y otros componentes químicos tóxicos contenidos en los purines, que contaminan los acuíferos y los campos, generando afectaciones en la salud de las comunidades. Según Prado, se han registrado enfermedades vinculadas a la contaminación de las macro granjas porcinas como el síndrome del niño azul, una enfermedad que provoca dificultad respiratoria, taquicardia, náuseas, vómitos y en casos graves convulsiones y coma. Además, según la médica, las exposiciones prolongadas a niveles altos de nitratos pueden provocar cáncer en adultos.
Como Álvarez, algunos expertos alertan de otros impactos en la salud de las personas, asociados a la producción intensiva de cerdos. Esto se debe a que, para acelerar el crecimiento, los cerdos reciben antibióticos y otros compuestos que pueden producir resistencia antimicrobiana que se traslada de los animales a los humanos. "El uso habitual de antibióticos, como motores de crecimiento, en las raciones de alimento para los cerdos, puede generar un problema de salud cuando esos antibióticos llegan a los humanos, a través del consumo de la carne de los animales engordados de esta manera ", dice a Carbono News Alejandro Pérez, responsable de la producción de cerdos del Senasa, principal organismo que se encarga de garantizar la sanidad en la producción animal y vegetal de Argentina.
"La producción intensiva o a escala conlleva más riesgos, para los que se necesita un monitoreo cuidadoso", enfatiza. Pérez, A su vez, advierte sobre el peligro de las enfermedades zoonóticas, como la brucelosis que produce fiebre ondulante e infertilidad en humanos. Sin embargo, para él, la más peligrosa es la influenza porcina "una enfermedad zoonótica, con potencial pandémico, cuyas variantes pueden ser altamente patógenas y que preocupan a nivel mundial", concluye.
A Álvarez también le preocupan las tierras comunitarias en las que cultivan alimentos y algodón ecológico, actividades que le dan trabajo a la gente de la zona que ha sido castigada por la pobreza y el desempleo. Estas actividades contribuyen a sustentar el merendero, donde se garantiza una una comida al día para los chicos de la localidad. Sin embargo, argumenta, el gobierno provincial tendría que crear oportunidades para los locales y no para las empresas extranjeras. "Además, existe el temor a que las compañías se queden con las tierras que los originarios fuimos recuperando con lucha y por las que murió mucha gente", añade.
Como cuenta el concejal, Chaco experimentó una fuerte resistencia a la embestida colonial, primero, y a los proyectos concentradores de la tierra, como el agronegocio, después. Según Diego I. Domínguez, doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Chaco es una de las provincias que registra más conflictos indígenas y campesinos por la tierra, el agua, el monte y los bosques. Mediante luchas, algunas tierras fueron recuperadas por sus propietarios originales. Un proceso que continúa y que sigue vigente a causa de la expansión de la frontera agropecuaria y los nuevos megaproyectos como las factorías de cerdo chinas.
El temor a perder las tierras es el miedo a perder los bosques, el alimento, la memoria de un pueblo y su cultura. Una complejidad que intenta explicar Carlos Leiva, el integrante de la comunidad indígena Qom, que cuenta cómo su pueblo luchó por recuperar sus tierras; un largo conflicto que obtuvo su recompensa en 1999 con la devolución de las 150.000 hectáreas en la región sur del Impenetrable.
A pesar de que es una zona empobrecida, para Leiva y otros vecinos de la comunidad, la instalación de las compañías chinas es parte del problema y no de la solución. Leiva se recuesta en el tronco de un algarrobo, uno de los árboles más antiguos de Chaco, testigo de la Historia, y dice: "Nosotros no estamos en contra del progreso o de mejorar, pero las cosas se tienen que hacer de otro modo. Tienen que ser respetuosas con el ambiente y fortalecer las actividades que ya realizamos aquí".
*Este reportaje fue producido con el apoyo del Wilson Center y de la Earth Journalism Network de Internews.