Los desproporcionados subsidios a la energía hidrocarburífera en Argentina que impiden que "estallen" las fuentes renovables
Este año el panorama empeoraría, a pesar de los aumentos segmentados que se aplicarían en los barrios con mejores condiciones económicas.
Si sumáramos el dinero de los subsidios destinados a sostener tarifas bajas de energía y los montos dedicados a ayudar a la industria petrolera, nos daríamos cuenta de que más del 10% del presupuesto nacional (10 mil millones de dólares) está orientado a solventar gastos improductivos relacionados con la disparatada matriz eléctrica argentina.
Este año el panorama empeoraría, a pesar de los aumentos segmentados que se aplicarían en los barrios con mejores condiciones económicas.
¿Por qué ocurriría esto?
Porque los aumentos tarifarios no superarían un 20% anual en un país cuya inflación prevista para el mismo lapso podría ser tres veces superior, un 60%. Consultado por Carbono.news, el ingeniero Jorge Lapeña, del Instituto Argentino de la Energía General Mosconi (IAE), explicó: "Si se tienen en cuenta los subsidios directos al consumo, especialmente en la zona del AMBA, y el resto de los subsidios para el sector (especialmente a las compañías hidrocarburíferas), la cuenta superó, en 2021, los 10.000 millones de dólares. Mientras esto ocurre, se han dilapidado extraordinarias reservas de gas natural con las que el país contaba hace 15 años, lo que nos llevó directamente a la importación masiva de energía y a la pérdida del autoabastecimiento. El resultado fue desastroso ya que casi todo se financia con emisión monetaria, perturbando el funcionamiento de toda la macroeconomía. Los subsidios constituyen una verdadera maraña".
¿Y si invirtiéramos en paneles y aerogeneradores?
Actualmente, la tasa de consumo de energía proveniente de fuentes renovables se ubica en un 14,3%, según el último reporte de la Secretaría de Energía de la Nación. Hace una década, apenas alcanzaba el 1% del total generado. A pesar de la creciente presencia de energías eólicas y solares, en el proyecto de presupuesto de 2022, se establece un cupo fiscal insignificante para la Ley de Régimen de Fomento a la Generación Distribuida de Energía Renovable.
Mirá también: "Bajo tierra: así deben quedar el 60% de los proyectos de petróleo y gas a nivel global para evitar el sobrecalentamiento"
Esta ley establece el marco regulatorio para que todos los ciudadanos conectados a la red eléctrica puedan generar energía para su autoconsumo en hogares, PyMEs, grandes industrias, comercios, producción agrícola, entes públicos y organismos oficiales, entre otros. El excedente de energía generada podrá ser inyectado a la red pública, recibiendo una compensación por ello. Los Usuarios-Generadores (UG) podrán, asimismo, acceder a una serie de beneficios promocionales. Si se utilizara parte de los subsidios para ayudar a estos usuarios a instalar sus propios equipos generadores, se podría, de a poco, ir cambiando la matriz energética argentina.
En energía eólica, por ejemplo, hay un enorme potencial de generación. Los especialistas han determinado que supera los 2000 GW. El viento es un recurso sumamente abundante, al punto que se considera a Argentina como uno de los cinco parques de vientos más grandes del planeta, gracias a las corrientes existentes en la Patagonia, La Pampa, Buenos Aires, Mendoza y el Atlántico Sur. Estamos hablando de un volumen 65 veces mayor a la capacidad de generación total actual instalada en el país, sumando todas las fuentes conocidas.
Se cuenta con los recursos tecnológicos necesarios para la fabricación de los equipamientos y las instalaciones de parques en toda la geografía nacional. Las provincias sureñas argentinas tienen velocidades de aire promedio de nueve metros por segundo, más del doble del piso que precisa un aerogenerador.
Si tenemos en cuenta que el costo unitario de un aerogenerador oscila entre uno y dos millones de dólares, es sencillo calcular que, cada año, se podrían incorporar miles de estos gigantes al sistema interconectado.
CAMMESA, la empresa que maneja el Mercado Eléctrico Mayorista de la República Argentina, asegura que la generación eólica media esperada (GME) será entre 1547 MWh y 1790 MWh, siendo enero el mes de mayor volumen. En tanto que, para la energía solar, informa que aumentó mucho durante este verano, llegando a picos máximos de más de 1000 MWh hacia fines del año pasado.
Las empresas privadas extranjeras parecen estar más al tanto del potencial energético de Argentina que sus propios habitantes. Especialmente, en todo lo referido al llamado "hidrógeno verde". Hacia fines de 2021, la firma australiana Fortescue, del empresario Andrew Forrest, anunció que realizará en la Argentina una inversión por más de 8400 millones de dólares, con la finalidad de producir hidrógeno verde para exportación. La inversión significaría más de 15 mil empleos directos y entre 40 y 50 mil, indirectos.
El hidrógeno renovable o e-Hydrogen fue definido por el empresario Bill Gates como "la mejor innovación de los últimos años para combatir el efecto invernadero", en su libro llamado How to avoid a climate disaster (Cómo evitar un desastre climático). El proceso de electrólisis con el que se lo obtiene, requiere de importantes aportes de MW, los que serían suministrados por los parques eólicos y solares desplegados en un futuro cercano.
Tanto la energía eólica como la solar no pueden almacenarse, sino que deben consumirse en la medida en la que se las produce. Al usarlas para fabricar hidrógeno que es un combustible que sí puede almacenarse y transportarse, esa energía generada estará disponible para cuando se necesite y donde se necesite.
El hidrógeno transformará los rayos del sol o los vientos huracanados en un commodity impensado. Ahora bien, es necesario que se difunda la letra chica del proyecto para medir los impactos ambientales. No vaya a ser que la energía limpia se vaya a otro país y acá queden problemas con los recursos naturales.