La biomasa, una alternativa para las comunidades aisladas de la Amazonia brasileña
Miles de personas dependen del diésel para sus necesidades diarias y solo tienen energía una parte del día. Un nuevo programa lanzado por el Gobierno Federal busca promover fuentes más limpias, mientras investigadores prueban el impacto de pequeños sistemas de biomasa. Aun así, los esfuerzos todavía son incipientes.
El Gobierno federal brasileño lanzó el 7 de agosto el programa "Energías de la Amazonia", que tiene como objetivo reducir hasta en un 70% el diésel en la matriz energética de la región para 2030.
Hoy, más de 900 mil personas en las regiones remotas de la Amazonía no tienen acceso a energía eléctrica, según un estudio del Instituto de Energía y Medio Ambiente (IEMA). Gran parte de esta población depende de generadores que solo funcionan algunas horas al día y que son alimentados por combustibles fósiles que no solo son costosos para las comunidades, sino que emiten dióxido de carbono y otros gases contaminantes.
El plan anunciado no se mantuvo en el centro de atención por mucho tiempo, ya que en los días siguientes la sociedad civil siguió con frustración los resultados de la Cumbre de la Amazonia, celebrada en Belém, capital de Pará, en Brasil. El evento reunió a líderes de los gobiernos de los países que componen la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA). El documento final no incluyó, como se esperaba, el compromiso de poner fin a la exploración de petróleo en la región ni el de eliminar la deforestación.
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A pesar de la negativa del gobierno brasileño a comprometerse con la exploración cero de petróleo, el programa "Energías de la Amazonia" trae avances para la agenda de la región. Para ello, se destinan $5 mil millones de reales brasileños en inversiones. El programa abarca 37 proyectos de líneas de transmisión y distribución para interconectar 53 localidades con el Sistema Eléctrico Nacional (SIN), que se abastece en su mayoría de energía de hidroeléctricas. La idea del proyecto también es reemplazar los generadores de diésel en la matriz de los 211 sistemas aislados que existen en la región por generadores alimentados por fuentes renovables como el biodiésel, la energía solar, el biogás y la biomasa.
La biomasa en el contexto amazónico
Datos de 2023 del Balance Energético Nacional brasileño, publicado por la Empresa de Investigación Energética, muestran que la biomasa representa el 8% de la matriz energética brasileña (incluidos los biocombustibles, como el etanol). Especialmente cuando se produce mediante sistemas autónomos, la biomasa puede tener un papel importante en la transición energética de la Amazonia.
Según Suani Coelho, investigadora del Instituto de Energía y Medio Ambiente de la Universidad de São Paulo (USP), la biomasa ha sido estudiada en la Amazonía durante más de veinte años. "Siempre es una buena opción porque genera energía de manera continua y no intermitente, como la solar, que necesita baterías, y utiliza productos locales como residuos y oleaginosas", explica.
Coelho dirigió la implementación de sistemas de generación de biomasa en Moju, en la isla de Marajó, en Pará, y en Aquidabam, en el estado de Amazonas. En 2005, en el asentamiento Aquidabam, en el municipio de Manacapuru, vivían 700 personas que cultivaban el copoazú para vender la pulpa. La comunidad consumía alrededor de 300 litros de petróleo diésel al día para generar electricidad.
Coelho y su equipo importaron un sistema de gasificación del Instituto Indio de Ciencia (IISc), en Bangalore, India, que luego fue adaptado y probado para usar cáscaras de copoazú como combustible en el Instituto de Investigaciones Tecnológicas (IPT), en São Paulo.
"En el gasificador se produce un gas combustible llamado gas de síntesis, que se quema en un motor generando electricidad", aclara la investigadora. El equipo adaptó el generador para que fuera fácil de operar y mantener, además de organizar un programa de capacitación para los residentes.
"A las comunidades les gustó y fueron muy activas en el proyecto, pero después de su finalización no hubo seguimiento", lamenta Coelho. "De hecho, este es el problema en la Amazonía. Las empresas locales no están interesadas en seguir los proyectos y prefieren los generadores de diésel, que son una tecnología consolidada y conocida en la región. Las empresas reciben subvenciones de la Cuenta de Consumo de Combustibles (CCC), que paga todo el diésel consumido", dice.
La CCC es un mecanismo que, bajo la dirección de la Cámara de Comercialización de Energía Eléctrica (CCEE), compensa los costos de generación en áreas no integradas en el Sistema Interconectado Nacional. Es un cargo que pagan todas las empresas distribuidoras y transmisoras de energía eléctrica.
"Para incentivar proyectos de biomasa, serían necesarios incentivos económicos para que las empresas se interesen", concluye la investigadora.
Generador compacto utiliza cáscaras, semillas y ramas para generar energía
Otra tecnología que ha sido probada es una turbina de biomasa desarrollada por investigadores de la Universidad Federal de Pará (UFPA). Más compacto y fácil de usar, el dispositivo puede reemplazar generadores de diésel o suplir la falta de líneas de transmisión eléctrica en la región, especialmente para pequeños productores rurales.
La iniciativa nació en 2019 como parte de un proyecto de maestría de Davi Cavalcante, quien hoy es doctorando en el programa de Ingeniería de Recursos Naturales de la Amazonia de la UFPA y CEO de DCO Sustentável, una startup de energía renovable.
En Pará, a pesar de que sobran residuos de la bioeconomía como cáscaras, semillas y ramas caídas, solo había generadores de biomasa de gran tamaño, que necesitaban mucha materia orgánica para funcionar, operaban a altas presiones (por encima de 10 bares) y usaban múltiples turbinas. Según los informes de las comunidades recopilados por Cavalcante, los equipos fallaban o requerían mano de obra especializada para funcionar.
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El investigador comprendió que una turbina fácil de usar, que funcionara a una presión más baja, equivalente a la producida en una olla a presión (aproximadamente 3 bares), podría ser lo que necesitaban los habitantes.
Dado que no existían generadores en las dimensiones que Cavalcante deseaba, desmontó uno que ya estaba en el mercado y lo optimizó en un nuevo dispositivo de 20 centímetros de diámetro por 50 centímetros de longitud, y lo acopló a una caldera de pequeñas dimensiones (1 metro de diámetro por 2 metros de longitud). Dividido en dos partes, una caldera y una turbina, la turbina convierte la energía térmica generada por la quema de biomasa en vapor presurizado que mueve las aspas de un generador eléctrico.
En las pruebas realizadas por el investigador, el generador optimizado produjo 500 vatios (W) de potencia, utilizando solo 250 kilos de biomasa. La energía generada es suficiente para abastecer a cinco familias con un consumo energético mensual promedio de entre 100 y 200 kilovatios hora (kWh) al mes, lo que es suficiente para alimentar un televisor, un congelador, un ventilador y una bomba de agua.
"Si hubiera un generador de este tipo, el productor rural podría generar energía para su propia fábrica aprovechando los residuos de la bioeconomía", explica Cavalcante, que ahora está desarrollando una nueva turbina compacta desde cero para un proyecto en Melgaço, Pará.
"Es un proyecto económicamente viable debido al bajo costo de mantenimiento, operación e instalación", dice.
El productor rural Arthur Neto, de 29 años, quien planea construir una fábrica para la extracción de aceite y manteca a base de tucumán y murumuru en Cametá (a 230 kilómetros de Belén), afirmó que un generador de biomasa de este tipo podría ser interesante para su cooperativa debido a la disponibilidad de residuos generados en la producción.
Pero la implementación de la tecnología por parte de la cooperativa depende tanto de la potencia generada como del precio. "Si el generador de biomasa es fácil de usar y suficiente para mover la maquinaria, podría reducir los costos de energía", evalúa Neto.
Neto dice que actualmente su residencia y fábricas ya cuentan con líneas eléctricas instaladas en el proyecto Luz Para Todos del gobierno federal, pero aún hay muchas familias sin acceso a la electricidad, dependiendo de generadores de diésel.
Bioeconomía y otros usos de residuos orgánicos
Para Valcléia Solidade, superintendente de Desarrollo Sostenible de Comunidades de la Fundación Amazonía Sustentable (FAS), la producción de energía mediante biomasa podría tener un papel en la solución de la falta de energía en comunidades aisladas, pero todavía faltan estudios específicos.
La especialista argumenta que uno de los desafíos es que los residuos de semillas y frutos para la producción de energía se han estado utilizando para otros fines, como cosméticos o alimentos. "Lo que tenemos de biomasa es el bosque, y nosotros, en FAS, tenemos la responsabilidad de conservarlo de manera efectiva y asegurarnos de que permanezca en pie", afirma. "No creo que la biomasa sea un elemento disponible en los estantes para comprar, con modelos listos para llevar a estas comunidades. No diré que sea imposible, pero aún representa un desafío".
Según Solidade, los proyectos de energía limpia suelen tener una función más paliativa, ya que no siempre satisfacen las demandas de la comunidad.
"La energía que llega a través de este modelo ilumina la casa, ayuda a encender el refrigerador y un televisor. En cuanto a beneficiar productos, si se trata de una comunidad productora de açaí que necesita instalar una máquina para triturar la fruta, eso ya sería un problema. Si es una comunidad pesquera que necesita almacenar ese pescado en congeladores, este modelo no satisface la demanda", explica.
La especialista destaca que encontrar una solución energética para las comunidades aisladas en la Amazonía es urgente, ya que la falta de energía provoca retrasos en el desarrollo de las comunidades. "Cuando no hay energía, no es posible proporcionar agua potable, almacenar alimentos como pescado, beneficiar la producción o brindar una mejor calidad de vida a las personas. Tampoco es posible acceder a la comunicación", puntualiza.
Solidade afirma que el gobierno debería colaborar con las organizaciones de la sociedad civil que están más cerca de las comunidades. "Esto requiere proyectos de formación profesional por parte del gobierno, con el fin de capacitar, por ejemplo, a técnicos electricistas como mano de obra local. Esto permitiría que estas personas supervisen realmente los proyectos y garanticen su funcionamiento de manera sostenible".
*Este texto fue producido con el apoyo de Climate Tracker América Latina