Gasoducto Néstor Kirchner, un laberinto borgiano
Rodeada de escándalos por denuncias de corrupción, la construcción del gasoducto no es más que otro reflejo de las pésimas políticas energéticas de la Argentina de los últimos años.
Varios ex secretarios de Energía de la Nación -Jorge Lapeña, Emilio Apud y Daniel Montamat- sostienen que la Argentina necesita utilizar, en los próximos lustros, las segundas reservas mundiales de shale gas, ubicadas en los yacimientos de Vaca Muerta, para asegurar una correcta transición energética que, a corto plazo, permita abastecer el país con aerogeneradores, biodiesel, obras hidráulicas y paneles solares.
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En ese esquema, es de vital importancia que se erija un gasoducto que partiría desde Neuquén hacia el puerto de Bahía Blanca y luego, hacia las grandes ciudades bonaerenses. Se trata de un trabajo de ingeniería muy complejo, ya que involucra el tendido de 50.000 caños de 12 metros de largo cuyas chapas deben ser preparadas en Brasil.
Debido a que aún no se ha podido concretar, Argentina pierde tres mil millones de dólares por año porque debe importar gas licuado.
En torno a este fallido se registra algo similar a lo que ocurre en el cuento "El Aleph", escrito por Jorge Luis Borges. Se trata de uno de los relatos más conocidos del célebre autor argentino.
Borges narra la historia de una persona que cierra los ojos y, al abrirlos, ve el Aleph, una pequeña esfera tornasolada de dos o tres centímetros de diámetro donde se puede contemplar todo el universo. Todo lo existente está contenido en esa esfera. Todos los tiempos y todos los espacios convergen allí, sin superposición y sin transparencia.
Con el gasoducto llamado "Néstor Kirchner" ocurre algo parecido: todos los problemas energéticos argentinos de las últimas décadas convergen en un mismo punto.
Fracasos argentinos de todos los tiempos
1- Obras que no pasaron del papel o que jamás se terminaron
La matriz argentina de generación se volvió, en el presente siglo, fuertemente dependiente de los hidrocarburos, al mismo tiempo que las reservas petroleras comenzaron a declinar.
La falta de nuevas obras de infraestructura fue clave para esta debacle que se acentuará aún más en 2022.
¿Cuáles fueron las ocho grandes construcciones fracasadas?
Represa hidroeléctrica de Garabí, Corrientes
Represa hidráulica de Chihuido, Neuquén
Represa de Corpus, Misiones
Represa de Portezuelo del Viento, Mendoza
Represa Kirchner-Cepernic, Santa Cruz (apenas se erigió el 10% y está repleta de irregularidades)
Centrales nucleares Atucha 3 y 4, Buenos Aires
Gasoducto del Noreste, Corrientes, Misiones, Formosa, Chaco y Norte de Santa Fe
Usina térmica de carbón en Río Turbio (se construyó, pero nunca lograron ponerla en funcionamiento)
2- Sospechas de corrupción
La salida anticipada del gobierno del ministro de la producción, Matías Kulfas, disparó sospechas sobre posibles licitaciones digitadas para una obra que debería estar funcionando en la próxima temporada invernal.
Pero, desde el sector privado, aseguran que es bastante poco probable que eso suceda y, a pesar de que el año que viene se elige presidente, los trabajos solamente se podrían terminar bien entrado el 2024, debido a la falta de dinero y a la segura judicialización del proceso licitatorio.
3- Un internismo que retarda las tareas
Abiertamente y en off, los funcionarios que responden al presidente de la Nación y a la vicepresidenta se acusan mutuamente por las demoras en el proceso previo a la materialización.
El ministro renunciante respondía directamente al Jefe de Estado, pero el subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, le reporta sin intermediaciones a Cristina Kirchner.
4- El costo final está muy inflado
En 2020, la actual administración nacional anunció que el Néstor Kirchner costaría 1.000 millones de dólares. Al día de hoy, ya trepó a más del doble de esa cifra sin que mediara una explicación convincente.
Los pliegos licitatorios, según Kulfas, están direccionados para que el Grupo Techint sea el único oferente en condiciones de presentarse.
5- La misma empresa que debe desplegar la tubería es la que importa el gas licuado.
La ex Enarsa, hoy IEASA, juega en ambos tableros. Por un lado, alquila buques desde otras naciones para inyectar GNL en el complejo industrial de Bahía Blanca. Por el otro, debe construir la obra que terminaría con ese fenomenal "negocio" en el que aparece como intermediaria. Está manejada por funcionarios de CFK que fueron acusados de indolencia y lentitud por el propio Kulfas en su carta de despedida.
¿Tendrán ganas de desarrollar el complejo tendido o estarán cómodos con el actual y gravoso sistema?