En pleno desierto, Israel logra generar energía de la manera más tradicional
El uso de los distintos sistemas de calefacción para las personas representa la mitad del uso total de la energía en nuestro planeta.
Desde la década de los 50, en el siglo pasado, existe una tecnología basada en la naturaleza para calentar el agua sin recurrir a fuentes fósiles. Se aplica en sitios donde los rayos del sol alcanzan gran intensidad.
Consiste, simplemente, en calentar el agua en grandes recipientes y derivar luego los líquidos en un estado cercano a la ebullición. Esto sirve para abastecer, por ejemplo, las cañerías que llegan hasta las calderas
Utiliza la llamada "física simple" gracias a tuberías que se encuentran detrás de paneles especiales. El desarrollo clave es el aislamiento que está hecho de triacetato de celulosa, un material similar al que se utiliza para fabricar películas fotográficas.
El físico Harry Zvi Tabor se mudó hace setenta años desde Inglaterra al recientemente creado Estado de Israel. Decidió, por entonces, que debía existir una forma de aprovechar la energía del astro rey para reducir las facturas de una electricidad que siempre fueron onerosas para una nación que no tiene yacimientos de hidrocarburos.
Para lograrlo, inventó un gran calentador solar que consta simplemente de paneles fotovoltaicos, grandes tanques receptivos y tuberías desconectadas de la temperatura exterior. Actualmente, los científicos de ese país de Medio Oriente recuperaron su ingenioso dispositivo original para que funcione a escala industrial, produciendo una fuente de calor fiable.
Tigi, una empresa con sede en Hod Hasharon, en el centro de Israel, agregó un ingrediente vital a este elevador de temperatura para que ahora pueda funcionar incluso en climas fríos. En lugar de calentar el agua solamente hasta la temperatura de la ducha (alrededor de 40 °C), puede llevarla hasta un punto cercano a su evaporación (100 °C).
La gran novedad aportada por Tigi es que, gracias a un panal especial que abstrae el aire dentro de los conductos, los líquidos internos ya no se enfrían, sino que mantienen durante varios días las altas temperaturas logradas durante las horas diurnas.
El proceso desarrollado por Tigi retiene el aire en columnas para evitar que circule y se enfríe. Entonces, esta tecnología que fuera de uso estival exclusivamente, se convierte ahora en una que funciona todo el año.
Los nuevos dispositivos brindan a la industria una alternativa económica y sostenible en comparación con el gas, el carbón o el gasoil.
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Los clientes no tienen que invertir en equipos que instalan en sus hogares para la captación de radiación y su posterior almacenamiento. Le compran a la empresa proveedora la fuente de calor como un servicio más. De esta forma, pueden desconectarse total o parcialmente de las redes externas de abastecimiento. Los contratos se hacen por años o por décadas completas.
En el caso de las fábricas, se acumula el calor durante el fin de semana y se lo va dosificando luego de lunes a viernes. Todas las industrias necesitan fuentes de aprovisionamiento eléctrico, sin importar desde donde se generen.
Consultado por Carbono.news, el profesor Norberto Cafiel, experto en tecnologías renovables, explicó: "Sin dudas, los llamados rendimientos naturales se impondrán muy pronto. Debemos ir a lo práctico. Israel tiene un sol abrasador capaz de calentar cualquier superficie. Se trata de una solución ingeniosa para todo tipo de sitios con temperaturas extremas. La mayoría de los investigadores estamos hoy tratando de bajar la huella de Carbono en base a soluciones ejecutables, sencillas y sostenibles".
El almacenamiento de electricidad es aún hoy complejo y costoso. Pero, concentrar agua a punto de hervir durante varios días o semanas es mucho más sencillo y barato.