China, el principal importador de petróleo, busca su independencia energética con la mayor planta de energía solar del planeta
Debido a la guerra entre Rusia y Ucrania, la República Popular de China se convirtió en los dos últimos años en el principal destino del crudo y el gas comercializado por Moscú.
A partir de la guerra en Ucrania, China paga cada barril de petróleo entre 20 y 30 dólares más baratos que el mercado internacional debido a las restricciones comerciales y las sanciones económicas que padece el régimen encabezado por Vladimir Putin. El ritmo de compra diario por parte del gobierno de
A pesar de este "beneficio" en las cotizaciones, ya que ambos países atraviesan sus mejores relaciones en dos siglos, Pekín quiere reducir al mínimo su dependencia de los hidrocarburos. Por ello, los chinos presumen hoy de contar con el más gigantesco parque de energía solar en todo el mundo.
El coloso asiático ha estrenado una megagranja solar en una zona desértica de la región de Xinjiang. Se extiende a lo largo de más de 800 kilómetros cuadrados, una superficie similar al de toda la ciudad de Nueva York. Allí, funcionan simultáneamente más de cinco millones de paneles fotovoltaicos.
La planta tiene una capacidad de 3,5 GW y costó más de 2.000 millones de dólares según datos estimados por la Agencia Nacional de Energía de esa potencia.
En 2023, la capacidad de generación de energía eléctrica solar instalada a lo largo del país aumentó por encima del 55% con respecto al ejercicio anterior. Algo similar podría ocurrir en el presente 2024.
China está construyendo el doble de la capacidad de energía solar y eólica que el resto del mundo, 339 GW (180 gigavatios de solar y 159 de eólica), según el informe de julio del Global Energy Monitor.
En una comparación con la otra súper potencia, Estados Unidos, los orientales multiplican casi diez veces a una Unión que cuenta con 40 GW en construcción. Washington logró el autoabastecimiento en hidrocarburos gracias a la técnica del fracking desarrollada durante la presidencia de Donald Trump. Debido a ello, se ralentizaron sus inversiones en renovables.
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Los norteamericanos y la Unión Europea acusan a Pekín de competencia desleal en el sector de las placas fotovoltaicas debido a un supuesto "exceso de capacidad industrial", ya que este particular mercado está subvencionado por un régimen que cuenta con una economía planificada.
Pekín se ha fijado el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono antes de 2060, lo que implica una transformación de su modelo actualmente dominado por el carbón y los hidrocarburos.