Economía
Opinión

Producción sustentable y diversificación productiva: cómo fortalecer a las comunidades que viven en áreas protegidas

Por Alejandro Briones de Natura International.

https://naturainternational.org/

La diversificación y sustentabilidad productiva son fundamentales para mejorar la calidad de vida y la economía de las comunidades que viven en las áreas protegidas sin perjudicar el ecosistema. Esto se logra incentivando, fortaleciendo y potenciando todas aquellas actividades que allí se desarrollan, adaptándolas a pautas de manejo que garanticen la sostenibilidad ambiental, económica y social.

Para identificar las diferentes actividades que se pueden fortalecer en un territorio, primero se efectúa un diagnóstico socioambiental que se focalice en el uso de los recursos naturales. El diagnóstico permite conocer el contexto, los antecedentes de las intervenciones técnicas, así como abordar el trabajo social conjunto, que se puede lograr mediante técnicas como la observación participante o la realización de talleres. En estas instancias es clave la relación que se genera entre el equipo técnico y las comunidades.

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Si tomamos como ejemplo actividades productivas llevadas a cabo por pobladores de diferentes áreas protegidas o potenciales áreas a proteger, encontramos en común algunas de las siguientes prácticas que, si se adopta un buen manejo, son compatibles con la conservación del ambiente:

   Ganadería: si bien en muchas áreas protegidas se busca erradicar por completo esta práctica, hay comunidades que lo tienen tan incorporado que tal política suele generar conflictos. 

Si bien en muchas áreas protegidas se busca erradicar por completo esta práctica, hay comunidades que lo tienen incorporado (Foto: Alejandro Briones/Natura International)

Por otro lado, hay categorías de áreas protegidas que permiten la actividad ganadera, aunque generalmente sucede sin ninguna planificación ni estrategia de venta. Como consecuencia, la tierra presenta una alta carga animal, que genera sobrepastoreo y degradación del sistema, en muchos casos por individuos viejos que no pueden vender porque el mercado no los demanda. El trabajo en conjunto es clave para elaborar un plan de manejo, un análisis del mercado y fortalecer la cadena de comercialización.

Primero se estudia la capacidad de carga de ese territorio para definir la cantidad de ganado máximo que puede soportar esa área sin afectar los atributos del ecosistema. Luego, se evalúan las mejores estrategias: con un buen sistema de rotación del ganado, por ejemplo, se pueden conservar los ecosistemas integrando la ganadería. Es favorable que la principal demanda del mercado sean los terneros, ya que se los vende a los pocos meses del destete y evita que estos individuos pastoreen en el sistema.

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   Actividades asociadas a la ganadería: existen diversas producciones complementarias a la ganadería que se pueden potenciar para una eventual disminución de la carga animal y mejora en la economía familiar, entre las que encontramos artesanías en cuero (lazos, monturas, instrumentos, entre otros) y producción de quesos. Estas actividades se podrían fortalecer con capacitaciones en empaquetado y venta, búsqueda de mercados estables, marketing, etc. Además, se pueden complementar con capacitaciones en manipulación de alimentos, búsqueda de certificaciones de sustentabilidad, entre otras posibilidades.

Es clave la relación que se genera entre el equipo técnico y las comunidades (Foto: CeDRUS/Natura International)

   Apicultura: muchas comunidades desarrollan esta actividad, principalmente para autoconsumo y sin ningún manejo. Básicamente, recolectan la miel de las colmenas instaladas en los huecos de algunos árboles. A veces, los apicultores cortan el árbol para poder extraerla. En este sentido, la apicultura se puede mejorar con capacitaciones, instalaciones de cajones, sala de extracción, y otras acciones.

También es muy importante el empaquetado y la venta de la miel. Por lo general se vende en botellas o frascos usados sin su correcta esterilización, lo que implica una disminución del precio y una baja en la calidad del producto. Además, si se implementa un buen manejo se pueden obtener subproductos con mayor precio que la miel, tales como el propóleo, el polen y la cera. Con esta actividad también se mejora la polinización y, por ende, la producción de frutos asociada al sistema.

Es conveniente incentivar el turismo comunitario, en donde el visitante se relaciona con las comunidades, aprende y se involucra en sus formas de vida (Foto: CeDRUS/Natura International)

   Turismo: esta es una de las principales actividades sustentables asociadas a las áreas protegidas y hay mucha información al respecto. Es conveniente incentivar no solo el ecoturismo o el senderismo, sino también el turismo rural o turismo comunitario, en donde el visitante se relaciona con las comunidades, aprende y se involucra en sus formas de vida. Esto es fundamental para revalorizar la cultura de los pobladores que habitan las áreas protegidas.

Otra estrategia es desarrollar el turismo de investigación. Hay investigadores de distintas partes del mundo que estudian determinadas especies que podrían estar dentro de un área protegida y podrían dejar un canon o pagar a las comunidades a cambio de alojamiento, comida u otros servicios.

Diversificar las producciones y los servicios permite mejorar las economías familiares y aumentar su calidad de vida (Foto: CeDRUS/Natura International)

   Frutos del bosque: existen diversas especies nativas cuyos frutos son comestibles. Lamentablemente, por una cuestión de marketing, nos han acostumbrado a las frutas exóticas, dejando de lado nuestros frutos autóctonos. Más allá del consumo directo de los frutos también hay derivados, como la harina de algarrobo, el arrope de chañar, el dulce de sauco, entre muchas otras. En este aspecto se pueden buscar formas de abrir nuevos mercados y posicionar estos productos.

Además existen muchas especies forrajeras. Por ejemplo, las comunidades del Chaco recolectan los frutos del algarrobo y lo almacenan para alimentar al ganado en épocas críticas. En este sentido, se puede pensar en la restauración con estas especies nativas, ya que el algarrobo fue históricamente cortado para madera y lo sigue siendo. Es una especie clave en diversos ecosistemas y se la asocia mucho con las riveras de las aguadas.

   Madera: la tala de árboles puede facilitar la degradación del área si el uso de madera para leña, postes para alambrado, cercos o construcción de casas no se efectúa bajo un correcto manejo y control. Para que el uso sea sustentable, es indispensable hacer un inventario forestal y un mapeo que nos permita conocer la estructura del bosque en su conjunto, de cada especie en particular y la distribución de las mismas. A partir de esto, se puede planificar cuántos individuos se pueden cortar anualmente de cada especie para no afectar los atributos del bosque, establecer los sitios en donde se puede extraer año a año, promover el uso de madera muerta, entre otras prácticas que garanticen la supervivencia del bosque a perpetuidad.

Una buena acción es hacer investigaciones sobre los componentes específicos de las plantas medicinales relacionando el conocimiento ancestral con el científico para lograr potenciar su uso (Foto: Alejandro Briones/Natura International)

   Plantas medicinales: casi todos nuestros ecosistemas cuentan con plantas medicinales que algunas comunidades aún utilizan. Muchos grupos plantean la necesidad de que no se pierda esa costumbre y de poder registrar este conocimiento con el fin de conservarlo para las generaciones futuras. Asimismo, algunos pobladores llevan estas plantas a los mercados centrales y las venden en pequeñas bolsitas o puñados. Siguiendo esta línea, una buena acción es agregar valor a las plantas medicinales empaquetándolas, registrándolas, o haciendo investigaciones sobre sus componentes específicos, relacionando el conocimiento ancestral con el científico para lograr potenciar su uso y, por ende, su mercado.

   Artesanías en madera, fibras de plantas autóctonas y cueros: es común entre los habitantes de las áreas protegidas realizar artesanías con diferentes materiales de la zona. En todos los casos, se efectúan de forma artesanal sin perjudicar el ecosistema, por lo que es otra actividad muy factible de potenciar y generar mercado, para incorporar capital al sistema económico del territorio.

Es común entre los habitantes de las áreas protegidas realizar artesanías con diferentes materiales de la zona (Foto: Alejandro Briones/Natura International)

   Agroecología: la mayoría de las familias de las zonas rurales tienen su huerto y/o chacra o la han tenido y, por diversas razones, la han abandonado. La mayoría se ha alejado de sus formas tradicionales de producción, cambiándolas por nuevas prácticas donde se incorporan el uso de fertilizantes químicos, insecticidas y otros compuestos que perjudican la tierra y generan dependencia. Para resolverlo, es importante concientizar sobre la agricultura agroecológica y lograr alguna certificación orgánica, entre otras estrategias.

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Las actividades que se pueden potenciar o fortalecer en un área específica conservando los servicios ecosistémicos, son diversas, y muchas se relacionan directa o indirectamente entre ellas. Diversificar las producciones y los servicios permite mejorar las economías familiares y aumentar su calidad de vida, disminuir los riesgos ante cambios en el mercado, adaptarse a las condiciones biofísicas locales, hacer un uso eficiente de los recursos localmente disponibles, evitar la degradación de la tierra y prevenir la desertificación, disminuir el impacto en el ambiente e incluso mejorar el ecosistema.

En conclusión, esta estrategia favorece la adaptación y la resiliencia de las comunidades ante los cambios climáticos y del mercado y garantiza la sostenibilidad ambiental, social y económica de un territorio.

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