Las cosechas argentinas pierden calidad y vigor: el empobrecimiento por falta de rentabilidad y cambio climático
Existen pruebas contundentes con respecto a la desinversión de nuestro campo en los últimos años, debido a los escasos márgenes de ganancias que les deja a los chacareros la voracidad fiscal
Tres años de sequía (una casi inédita triple Niña) complicaron los lotes destinados a generar embriones. Además, cada año es más evidente la falta de aportes materiales en equipos de riego, fertilizantes y, sobre todo, semillas.
Por ejemplo, en la campaña 2024/2025 se derrumbó el uso de las simientes fiscalizadas hasta niveles nunca vistos. El dato está presente en informes realizados por el Instituto Nacional de Semillas en base a las declaraciones efectuadas por productores ante el Sistema de Información Simplificado Agrícola (SISA).
El siguiente gráfico es elocuente y puede notarse la marcada pendiente en descenso en materia de inversiones en unidades fiscalizadas.
¿Estamos matando a la gallina de los huevos de oro que es la producción agropecuaria argentina?
La doctora Carina Gallo, una especialista en semillas del INTA, magister en este tipo de productos, advirtió sobre la baja calidad de la soja que se está sembrando en los meses finales de 2024: "La soja argentina ya no alcanza siquiera los mínimos exigidos para la comercialización. Está íntimamente relacionado con el vigor y el poder germinativo de las semillas que este año están por debajo de los valores esperados".
La industria semillera establece un valor mínimo de poder germinativo del 80%, se trata del umbral necesario para que las mismas sean comercializadas. Sin embargo, en la campaña 2024-2025, los valores para la soja en la zona núcleo están por debajo de lo requerido.
"En los análisis realizados, el promedio de poder germinativo de las muestras de soja estuvo alrededor del 69%, lo que es alarmante para los productores" informó la doctora Gallo.
En términos simples, los embriones con bajo vigor enfrentan más dificultades para emerger en el campo, especialmente cuando las condiciones no son perfectas debido a las sequías o al exceso de agua.
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Lo que está ocurriendo es que el campo ya no puede aportar los suficientes fondos para lograr productos competitivos y por ello, las plagas y el estrés ambiental están perjudicando el producto final.
Aún la mejor genética necesita fertilización y fitosanitarios extra para la protección de los cultivos.