Día Mundial del Consumidor y del Consumo Responsable
Una fecha que aspira a involucrarnos como consumidores en acciones reflexivas para construir un mundo más justo y sostenible.
Un 15 de marzo, pero de 1962, se realizó la primera Declaración de los Derechos de los Consumidores. El entonces presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, en un discurso ante el Congreso, habló sobre los derechos de los consumidores haciendo alusión a cuatro puntos clave: seguridad, elección libre, información y derecho a ser escuchado. La premisa de la que partió fue: "Consumidores, por definición, somos todos".
Veinte años después, se propuso celebrar todos los 15 de marzo el Día Mundial del Consumidor y del Consumo Responsable como una fecha oportuna para realizar una reflexión a propósito de los actuales modelos de consumo y sobre cómo nos conducimos desde nuestro rol de consumidores.
¿Qué es el consumo responsable?
El consumo responsable es definido por numerosas instituciones y organizaciones como una forma de vida, una actitud ética del consumidor que procura ser más consciente como individuo y como parte de la sociedad, comprometiéndose a consumir menos y a elegir aquellos productos que sean lo más sostenibles posible.
En otras palabras, se opone al consumismo desmedido, pretende sobriedad en el estilo de vida y una opción por aquellos bienes y servicios cuya producción se realiza dentro de ciertos parámetros éticos, que cumplen con los requisitos de conservación medioambiental y que contemplan el bienestar de los trabajadores y la igualdad socioeconómica.
Probablemente estarás pensando que sos una persona vanguardista que tiene en cuenta estas cuestiones, pero ¿qué pensarías si te dijera, por ejemplo, que un 30% de la comida que se produce en el mundo se desperdicia?
Este es un claro ejemplo de nuestra enorme falta de educación como consumidores: El 17% de todos los alimentos disponibles en el mundo termina en la basura. Anualmente, se desechan unos 1030 millones de toneladas. Significa 121 kilogramos de alimentos por consumidor, por año; hay que tener en cuenta además que en los hogares se produce el 61% del desperdicio.
Entre el 8% y el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero están asociadas con alimentos que no se consumen. En América Latina, se tiran 348.000 toneladas de alimentos por día, lo que representa un desperdicio de 127 millones de toneladas de alimentos al año. Los expertos señalan que estas cifras involucran toda la cadena agroalimentaria, desde la producción primaria hasta el consumo en hogares. (Datos de la ONU).
En Argentina, se pierden o se desperdician por año 16 millones de toneladas de alimentos. Esto equivale a casi un kilo por habitante por día (datos de la FAO).
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El consumo responsable exige un comprador activo, no pasivo, cuya responsabilidad radica en no perpetuar modelos productivos perjudiciales para el planeta y para la sociedad.
Ya en 1998, el Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD), elaboró un Informe Sobre Desarrollo Humano que advertía sobre las graves consecuencias que acarreaba el modelo de desarrollo industrial, insostenible tanto en términos humanos como ecológicos.
¿Cuáles son los beneficios del consumo responsable?
Las prácticas de consumo responsable conllevan una serie de valores fundamentales como: responsabilidad y respeto, con el medioambiente y la sociedad; conciencia, para no dejarse llevar por modas, publicidades u opciones más baratas, pero insostenibles; sobriedad y frugalidad, produciendo menos residuos, menos contaminación y evitando la sobreexplotación de los recursos naturales; solidaridad, favoreciendo el desarrollo de modelos de producción más justos, con trabajadores más dignos y mejor remunerados; compromiso, con el planeta y con el futuro.
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El consumo responsable es el Objetivo 12 de la Agenda 2030, de las Naciones Unidas, una guía para la transición hacia una economía global más verde y solidaria.
Sin duda, el ejercicio de estos valores conduce a una mejora en el bienestar, la salud y la calidad de vida de todas las personas, además de otorgar la felicidad de saber que se está aportando al bien común.
En muy pocas ocasiones tenemos la oportunidad de lograr enormes cambios con pequeñas acciones cotidianas, en este caso la relación es directa. Somos los únicos responsables de exigir la mejora de los paradigmas de producción. Con nuestras elecciones podemos obligar a los grandes capitales a revisar sus políticas empresariales ya que, si no se adaptan a las necesidades de los consumidores, no podrán seguir adelante con sus negocios. Somos una poderosa herramienta de cambio.
¿Qué se puede hacer para llevar una vida más responsable y amigable con el ambiente?
Hay que estar alertas y tener en cuenta todo el ciclo de vida de un producto, desde la producción de las materias primas hasta la disposición final de los residuos que generará su consumo. Lo más importante es educarnos como consumidor:
Preguntarnos si el producto o servicio a consumir es verdaderamente necesario. ¿Realmente el beneficio que me aporta justifica la huella ambiental que produjo su fabricación?
- Evitar el derroche y el consumo superfluo
- Elegir productos durables y que puedan repararse, rechazar productos descartables y plásticos de un solo uso
- Elegir, en lo posible, productos biodegradables, cuyos empaques no sean agresivos con el ambiente ni sean innecesarios.
- Priorizar envases retornables o reutilizables.
- Intercambiar, reutilizar, reciclar, imaginar nuevos usos.
- Hacer uso de los bienes públicos.
- Optar por una forma de vida más sencilla
Preguntarnos si la empresa a cargo del producto o servicio se esfuerza por ser responsable con el ambiente y si trata con justicia a sus trabajadores. Preferir los productos de las empresas que sí lo hacen.
- Elegir productos reciclables, reciclados, que tengan en cuenta la economía circular.
- Consumir frutas y verduras de estación y en lo posible, elegir productos de producción local
- No comprar productos testeados en animales o fruto de la explotación humana o el maltrato animal.
- Favorecer con la compra a las empresas de bajo impacto ambiental
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Preguntarnos qué otras acciones de consumo responsable podemos llevar a cabo:
- Ahorrar energía, elegir productos de alta eficiencia energética
- Usar transporte público
- Practicar la sobriedad digital
- Separar los residuos
Es muy probable que una vez que empieces, encuentres muchas otras formas de consumir de manera responsable, de educarte y de educar a los que te rodean. El esfuerzo realmente vale la pena.