Reciclado de residuos: una asignatura pendiente en Latinoamérica
Solamente un 15% de los desechos se reaprovechan, en contraste con más del 50% en los países más ricos.
La cultura de la recuperación de los desechos aún no se ha trasladado del todo a las principales calles, plazas y avenidas latinoamericanas. Las autoridades gubernamentales apenas colocan contenedores de residuos específicos para cada tipo de material en los sitios más transitados, pero es una medida insuficiente.
Todas las naciones del subcontinente presentan cifras alarmantes y desalentadoras. De acuerdo a datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los países industrializados logran aprovechar más de la mitad del material reciclable, mientras que en América Latina solamente se llega a un exiguo 15%.
La tarea recae en el sector informal: las personas que recogen en la calle.
La tasa media de generación de desechos per cápita en América Latina es de casi un kilogramo al día. Según proyecciones del Banco Mundial, en el año 2050 esa cifra se incrementará en un 30%.
Basurales a cielo abierto
Un tercio de todos los residuos urbanos generados en los países latinoamericanos terminan en vertederos a cielo abierto. Es una práctica que contamina los suelos, el agua y el aire.
Además, este modelo implica un alto riesgo de combustión, ya que es habitual que en los vertederos que no están controlados se generen incendios, que a su vez emanan grandes cantidades de gases contaminantes.
Los residuos de América Latina son esencialmente húmedos: más del 50% del total es de origen orgánico, por lo que no sería demasiado complicado transformarla en compost y fertilizantes en lugar de llevarla a grandes vaciaderos impermeabilizados.
El fracaso del plan Basura Cero en Buenos Aires
Para 2021, la ciudad de Buenos Aires, capital de Argentina, debería haber alcanzado un 100% de recuperación de sus residuos, si se hubiera cumplido una norma sancionada en hace más de 15 años por la legislatura local.
La ambiciosa norma contemplaba varios pasos: un 30% de reducción de residuos para 2010; un 50% para 2012 y un 75% para 2017. Para lograrlo, los ciudadanos porteños iban a tener que separar la basura en origen como ocurre en las grandes capitales del mundo, especialmente entre secos y húmedos.
La recolección iba a ser diferenciada y los contenedores debían tener diversos colores identificatorios. Pero la iniciativa fracasó por varios motivos.
Leonel Mingo, coordinador de clima y energía de Greenpeace, lo explicó. "De la ley de Basura Cero original, sancionada hace quince años, no se cumplió siquiera el primer objetivo, que consistía en llegar a un 30% de la recuperación. Hace cuatro años se modificó la norma ante la imposibilidad de cumplir los objetivos intermedios. Ahora, se habla de un 65% para el 2025 y un 80% para 2030", dijo a Carbono News.
Un final anunciado
¿Por qué la Reina del Plata tuvo el mismo fracaso que el resto de las grandes ciudades latinoamericanas? Según Mingo, "no se han construido las obras necesarias. No se hicieron campañas adecuadas y no se impuso la separación obligatoria en origen. Buena parte de los desperdicios de la Ciudad Autónoma siguen viajando hasta el gran Buenos Aires para ser enterrados. Los objetivos iniciales nunca fueron realistas".
Existe otro punto conflictivo en el tratamiento de los desechos en Buenos Aires, fuertemente cuestionado por Greenpeace Argentina: "La nueva norma permite la incineración, pero las plantas aptas para un manejo ecológico de esa remediación cuestan entre 400 y 800 millones de dólares. Hoy son inalcanzables. Además, funcionan bien en el primer mundo, donde lo que se tira es mucho más seco y combustible, que los orgánicos que aquí abandonamos en los recipientes".
Un verdadero ejército de personas sale cada tarde-noche a "cartonear" en el Área Metropolitana de Buenos Aires, que tiene 12 millones de habitantes. Los gobiernos municipales colaboran con la logística, la infraestructura, y aportan dinero mensualmente para los "recicladores urbanos".
Pero la solución integral está aún muy lejos. En pleno siglo XXI, los slogans y las necesidades electorales inmediatas le ganaron a la planificación.