No todo es "color de rosa" en el mundo de los city cars eléctricos: no los dejan circular en rutas argentinas y cuestionan cómo se fabrican sus baterías
El ingeniero Juan Manuel Baretto ,presidente de la empresa Coradir, fabricante de los autos eléctricos Tito, le pidió al Gobierno argentino que sus unidades puedan desplazarse libremente por las autovías y autopistas del país .
No todo es "color de rosa" en el mundo de los city cars eléctricos: no los dejan circular en rutas argentinas y cuestionan cómo se fabrican sus baterías
El ingeniero Juan Manuel Baretto, presidente de la empresa Coradir, fabricante de los autos eléctricos Tito, le pidió al Gobierno argentino que sus unidades puedan desplazarse libremente por las autovías y autopistas del país.
La marca Tito (como ya ocurre con sus pares Sero Electric y Volt Motors) está homologada bajo una normativa que solo la autoriza para ser usada en calles y avenidas internas de las ciudades. Desde Coradir, aseguran que su nueva creación, el Tito Potenciado, puede superar ya los 90 kilómetros por hora.
Consultado por Carbono.news, Barreto señaló: "Por razones no explicitadas en los decretos reglamentarios, se regulan nuestras unidades, pero se agrega una inexplicable restricción de circulación en rutas que no figura en la normativa Europea, ni en la de ningún país que haya adoptado a los autos eléctricos".
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El creador de la marca puntana agregó: "la prohibición es simplemente un error, ya que las velocidades mínimas para las carreteras son siempre de la mitad de la velocidad máxima. Nuestras unidades potenciadas superan largamente esas limitaciones".
Mientras tanto, en España, marchan en sentido inverso y buscan plagar de "puntos verdes" de carga sus vías de comunicación para asegurar la circulación masiva de los vehículos eléctricos por toda la península. Se trata de la única forma de que puedan recorrer grandes distancias debido a que la autonomía de estos rodados es inferior a la que poseen los autos con motores de combustión.
La administración nacional sueña con la instalación de unas 1600 "electrolineras" repartidas a lo largo y ancho de toda la Madre Patria. Cada estación dispondrá de diez puntos de recarga, de forma que habría más de quince mil enchufes dispuestos para los coches de estas características. Los centros de abastecimiento estarían a una distancia media de 50 km.
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El plan integral para impulsar la electrificación está calculado con un costo cercano a los cuatro mil millones de dólares. Esta suma debería ser afrontada tanto por fondos públicos como privados.
Los "pasaportes digitales" para las baterías
Uno de los cuestionamientos que se le hace a este tipo de vehículos es que no se conoce el impacto de las unidades acumuladoras de energía en el medioambiente, ya que uno de los elementos utilizados para crearlas es el cobalto, un mineral que se encuentra en muy pocos lugares del mundo.
China, la nación que más contamina en todo sentido, es el principal productor planetario de baterías de litio y, además, la dueña de casi todos los yacimientos de cobalto en los cinco continentes. Es la proveedora casi exclusiva de los paneles que se ensamblan en las fábricas argentinas: Coradir, Sero Electric y Volt Motors.
El principal productor de cobalto es la República Democrática del Congo, donde la extracción genera graves problemas sociales, a menudo se recurre a la explotación de poblaciones muy pobres. Especialmente, se utiliza a niños y jóvenes menores de edad para su recolección.
El magnate Elon Musk, cara visible de Tesla, dijo que su compañía producirá sus propias baterías porque no está dispuesto a que sus autos tengan el peso social de cargar con la explotación de menores en África.
Para evitar estos abusos, se crearía un "pasaporte digital" que tendría una suerte de historia clínica de cada dispositivo desde la mina de extracción de la materia prima hasta el reciclado final de las grandes pilas que hayan caído en desuso. Por ello, en el reciente Foro Económico Mundial en Davos, se presentó el prototipo de un certificado para las baterías eléctricas que permitiría hacer una elección responsable a los usuarios.
Este certificado debería indicar si en el proceso de fabricación se cumplieron todas las leyes relativas a la seguridad, salud, consumo de agua y energía empleada. El documento, que se pediría desde Occidente, podría frenar el avance y el liderazgo de la industria del coloso asiático en el mundo de los autos eléctricos. Pero, al mismo tiempo, podría retrasar el despliegue mundial de los city cars.
La conciencia de cada comprador será, al final del camino, la que determine si el producto que se está adquiriendo tiene detrás una huella social y ambiental apropiada.