Huertos urbanos: aumentan un 15% por año en Chile tras la pandemia y el estallido social
Desde fines de 2019 (inicio del caos urbano y arribo de los primeros casos de Covid), los trasandinos también se vieron obligados a permanecer dentro de sus viviendas y crearon huertos para paliar la crisis alimentaria y sanitaria.
En épocas de pandemia surgió la idea de crear huertos en los propios barrios para oxigenarlos y, al mismo tiempo, obtener comida, ya que el país es un fuerte importador de alimentos y sus fronteras estaban cerradas. La estricta cuarentena generó una oportunidad para la proliferación del verde, pues la gente se preguntó qué podía hacer en medio del encierro. Además, muchos no tenían alimentos suficientes.
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Según un estudio realizado por el Observatorio de Ciudades de la Universidad Católica de Chile, la mayoría de las áreas verdes en sus ciudades son privadas o semiprivadas. Mientras que en otras urbes latinoamericanas se promedian entre 15 y 20 metros cuadrados de verde por habitante, Santiago alcanza apenas 3,46 metros cuadrados de parques o plazas.
Las juntas vecinales y sociales, los centros culturales y las municipalidades se propusieron entonces generar ambientes más sanos. El entusiasmo en la capital chilena fue tal que los huertos urbanos han crecido a tasas del 15% anual, según cifras del ministerio de Agricultura local.
Se creó la primera Comunidad Metropolitana de Huertos Urbanos y Rurales para el Buen Vivir, cuyo objetivo fue incentivar la horticultura familiar y la agricultura ciudadana.
Para mejorar los nutrientes de la tierra, se crearon miles de composteras alimentadas con sus propios desechos orgánicos. De esta forma, se evitó que los nutrientes terminaran en un vertedero, mezclados con elementos tóxicos o químicos. Tras la normalización de las actividades, muchos quedaron muy motivados y continúan hoy entusiasmados con las labores de jardinería y siembra.
Consultada por Carbono.news, la experta en sustentabilidad, Jadille Mussa, académica de Arquitectura del Paisaje de la Universidad Central de Chile, explicó: "Lo que hicieron los vecinos fue sembrar en espacios verdes comunes a sus casas y departamentos. Sirvió para que se despejaran del encierro, ya que no podían concurrir a los parques públicos. En lugares casi abandonados empezaron a cultivar lentejas, porotos, zapallos, tomates, choclos, lechugas, frutas o hierbas medicinales".
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Paradójicamente, la distancia obligatoria sirvió para acercar a sectores sociales que a menudo no se reúnen. "Hubo intercambio de semillas con los descendientes de pueblos originarios para paliar la escasez, ya que ellos conocen perfectamente cuáles son los mejores cultivos. Las municipalidades contribuyeron también en estos procesos".
"Chile es uno de los países que más muertes registra proporcionalmente en el mundo por la mala calidad de su aire. Especialmente, en su ciudad capital. Por ello, el aumento de las áreas verdes es fundamental. Los baldíos han sido liberados para que puedan ser aprovechados. Pero, hace falta cuidarlos e hidratarlos. El cambio climático nos trajo sequías y eso nos obliga hoy al riego artificial" agregó Jadille.