Las empresas que no se suban a la economía circular no subsistirán a largo plazo
En el Foro Valos 2021, los especialistas Vanesa Prieto Sandoval, Giselle Della Mea y Flavio Fuertes explicaron la importancia de cambiar a un paradigma sustentable.
En julio de 2020, en pleno confinamiento por la pandemia de coronavirus, peras argentinas se exportaron a Tailandia para ser empaquetadas y, luego, fueron enviadas a los Estados Unidos. Estas frutas recorrieron 31.000 kilómetros solo para que los consumidores norteamericanos pudieran comer peras fuera de estación, peladas y cortadas, dentro de un potecito de plástico que compran a poco más de un dólar.
Este precio es irrisorio, pero se mantiene gracias a que los combustibles fósiles y el plástico se venden a bajos precios que no tienen en cuenta las "externalidades", es decir, los costos que se generan más allá del producto fabricado u obtenido. No se traslada al precio la contaminación por plásticos y todo el daño que acarrea, ni tampoco la cantidad de emisiones que fueron lanzadas a la atmósfera en un contexto de crisis climática.
La solución que ya se está poniendo cada vez más en práctica es aplicar la economía circular ya que no genera residuos contaminantes y es accesible económicamente tanto para las personas como para las empresas.
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La economía circular representa un cambio de paradigma en la forma en la que la sociedad se relaciona con la naturaleza y busca evitar el agotamiento de los recursos a través de la fabricación de materiales compostables, biodegradables o reciclables; y facilitar el desarrollo sostenible por medio de una implementación multinivel:
nivel micro (empresas y consumidores)
nivel meso (agentes económicos como grupos de empresas)
nivel macro (ciudades, regiones y gobiernos)
Todos estos temas de producción, consumo, y responsabilidades empresariales y gubernamentales, fueron debatidos en el módulo de Economía Circular del Foro Valos 2021, en el que expusieron la especialista Vanesa Prieto Sandoval, de la Universidad Pontificia Javeriana de Colombia; la fundadora de 3Vectores -primera empresa B de Uruguay- Giselle Della Mea; y el coordinador de la Red Argentina del Pacto Global de Naciones Unidas, Flavio Fuertes. Los tres expertos señalaron que se debe actuar para evitar el sobrecalentamiento de la Tierra y cumplir con el Acuerdo de París, y que la circularidad de la economía es uno de los caminos fundamentales en este proceso.
De la linealidad a la circularidad
La tendencia de comprar y desechar está instaurada en las sociedades, ya sea por moda, costumbre o porque no queda otra alternativa, como pasa con la obsolescencia programada de algunos electrodomésticos, artículos electrónicos, o celulares.
Para Pietro Sandoval la economía circular implica un "cambio de pensamiento": "Teníamos una visión muy lineal de tomar y tirar los recursos. Era una visión antropológica muy antropocéntrica que decía que la humanidad era el centro del mundo. Hoy entendemos que nosotros somos parte de la naturaleza", sostuvo durante el Foro Valos 2021.
Y agregó: "La propuesta de la economía circular no es es nueva, pero lo novedoso es que sea estructural. Queremos hacer una transición real en las industrias, en la que sea viable la prosperidad económica, ambiental y social, teniendo como último fin el desarrollo sostenible".
Para conseguir este nuevo paradigma, dijo que se necesita mucha "innovación" e "interdisciplinariedad", y señaló que las empresas deberían contratar a "personas de todas las disciplinas", como biólogos y geólogos, para aportar nuevas ideas.
Rediseñar la economía
La tabla periódica de los elementos, tal como la conocemos, podría dejar de existir.
Para fabricar un smartphone se necesitan más de 40 elementos de la tabla. Por eso, para Giselle Della Mea, la tabla periódica "está totalmente amenazada por la creciente demanda y uso de materiales no renovables, inertes". El caso de los celulares es emblemático porque, además, solo se recicla el 4% de sus partes, que podrían utilizarse para reparar o construir nuevos.
Que las industrias trabajen con materiales no renovables es, para esta empresaria, un "error de diseño". "Hay que revisar las externalidades. El 80% de las externalidades ambientales negativas se generan en la etapa de diseño. Estamos acumulando errores de diseño en la manera de generar economía de escala", observó.
Para Della Mea, el modelo actual dominante que no considera la economía como circular es un "modelo totalmente extractivo y degenerativo" generado por el mercado. "Que seamos personas que consumimos y desechamos no es una visión que busquemos, nadie quiere ser eso, es una visión de mercado, una visión que te va colocando a vos en el mercado con esa manera de consumir", explicó.
Por eso, para ella la economía circular es "regenerativa y restaurativa por diseño". "Eso significa que se da al inicio de esa mesa, donde se toman las decisiones en las empresas" para marcar el rumbo, concluyó.
La solución de la ONU: asumir compromisos empresariales
Los gobiernos y las empresas tienen que sentarse a hablar, y los Estados deben "escuchar las propuestas del sector privado" y hacer lo necesario para avanzar en la sostenibilidad, aportó por su lado Flavio Fuertes, responsable de la coordinación de la Red Argentina del Pacto Global de Naciones Unidas, durante su exposición en el Foro Valos.
Fuertes contó que la Organización de las Naciones Unidas cuenta con varias campañas diseñadas para "generar presión" sobre los Estados y las industrias para incentivar políticas públicas de economía circular.
La más ambiciosa, según Fuertes, es Business Ambition for 1.5°C: Science Based Targets Initiative que promueve el establecimiento de objetivos basados en la ciencia como una estrategia para impulsar la ventaja competitiva de las empresas dentro de la transición hacia una economía baja en carbono. La iniciativa es una herramienta que ofrece recursos y orientación para las empresas y, de manera independiente, evalúa y aprueba sus objetivos.
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Actualmente, hay 177 compañías de 36 países, que representan casi seis millones de empleados, adheridos a esta campaña, la "más ambiciosa de la ONU". Lamentablemente, también contó que ninguna de estas compañías es argentina.
"La agenda por el ambiente ya no es una agenda climática. La empresa que no esté viendo las cosas de esta manera lamentablemente está mirando una película equivocada" -señaló Fuertes-. "Es importante que las empresas empiecen a ver la agenda por el ambiente como una agenda financiera, como una agenda comercial, pero también como una agenda de supervivencia de sus propios negocios si quieren seguir existiendo como tales".