Tecnología y urbanismo
Cambio climático

Greenpeace México llama a "salvar" la ciudad, que continúa en hundimiento

"Necesitamos millones de mini acciones individuales para salvar la ciudad", dijo el director local de la ONG, Gustavo Ampugnani, a Carbono News.

La ciudad de México se sumerge desde hace varias décadas a un ritmo insostenible. El cambio climático amenaza con colapsar pronto el centro histórico, ya que cada vez es mayor el consumo de agua de las napas subterráneas.

Fuentes arqueológicas oficiales estiman que la ciudad ha descendido más de diez metros en los últimos 150 años.

Ciudad de México 

Cualquier turista que haya paseado por uno de los sitios más emblemáticos del DF, el viejo Tenochtitlán, habrá sido testigo de los estragos que este fenómeno produce. Los efectos se aprecian a simple vista en el Zócalo, donde se encuentran la Catedral Metropolitana y el Palacio Nacional.

Al monumento llamado "Ángel de la Independencia" se le han tenido que añadir diez escalones nuevos porque los alrededores de la columna se han hundido.

Él Ángel de la Libertad, en la Ciudad de México (Foto: Pixabay)

Sin dudas, Villa de Guadalupe, donde se erige la tercer iglesia católica más visitada del mundo, es la más afectada por los desplazamientos. Hace ya casi medio siglo que la antigua Basílica cedió en sus entrañas y debió ser reemplazada por una más moderna.

En diálogo con Carbono News, el director ejecutivo de Greenpeace México, Gustavo Ampugnani, explicó los motivos de una nueva campaña para concientizar a los habitantes de la capital azteca que ya supera los 20 millones de habitantes.

"El proceso de hundimiento continúa porque fue una ciudad construida sobre el lecho de un lago que se disecó progresivamente desde la conquista española hasta finales del siglo XIX. Sin embargo, el 40% del agua que se consume actualmente en la ciudad se sigue extrayendo de las napas subterráneas, de los mantos acuíferos más profundos. La ciudad consume más de lo que puede extraer y esto motiva que se sigan perforando zonas que ya estaban zozobrando".

Con respecto al desplome progresivo de la gigantesca concentración urbana, el líder de Greenpeace México señaló: "No se da de manera uniforme porque se trata de una ciudad muy extendida. No existen las megatorres habitacionales como en otras capitales del continente porque estamos en una zona sísmica. En algunos puntos hemos detectado entre los 10 y 12 centímetros de caída, pero en la zona oriental esos números se duplican y hasta triplican".

Ampugnani no duda en afirmar que el suministro de agua "es el principal problema del DF, debido al actual proceso de cambio climático".

"Tenemos que importar el vital líquido desde provincias aledañas para poder satisfacer nuestra demanda. El nivel de consumo crece de manera sostenida al ritmo del calentamiento global. Por ello, necesitamos millones de mini acciones individuales para salvar la ciudad gracias a un mejor manejo de este recurso. En una ciudad donde las personas están divididas, frustradas y resignadas las soluciones parecen inalcanzables. Pero todos podemos incidir", asegura.

Una larga historia, que espera un final feliz

Según estimaciones arqueológicas, la ciudad de Tenochtitlán fue fundada en 1325. Dos siglos más tarde, cuando llegaron los ibéricos, la urbe ya contaba con 200.000 habitantes.

Tenochtitlán (Fuente: Wiki Commons)

Una isla rodeada por un gigantesco lago era la sede de los edificios más importantes. Estaba conectada con otros islotes a través de delgadas construcciones. El centro urbano contaba con decenas de canales que los comerciantes recorrían con sus canoas llevando víveres y pasajeros.

Por entonces, la ciudad de Londres era más pequeña que la gran ciudad de los Aztecas. Pero, en lugar de preservar las joyas arquitectónicas de los pueblos originarios, los nuevos amos cubrieron con tierra toda esa geografía para construir sus propios palacios y catedrales. El terreno conquistado siempre demostró su inestabilidad.

Antiguo lago de Texcoco (Fuente: Pinterest)

Hernán Cortés y sus sucesores fueron advertidos con severidad, pero desoyeron las sabias recomendaciones. Las millones de toneladas de arcilla y residuos volcánicos utilizados nunca sirvieron para hacer desaparecer por completo a los viejos espejos de agua. Las rocas colocadas nunca fueron suficientes para frenar las recurrentes inundaciones.

La solución es muy compleja pero exige dejar de extraer agua y detener las construcciones para que la mole de cemento deje de sumergirse.

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