Activismo
Legado familiar

Los Lange, del oro olímpico a la custodia del medioambiente

Yago Lange, hijo del regatista olímpico, y también atleta, lleva su amor por el agua más allá de la competencia, y organiza limpiezas masivas de ríos y lagos.

El regatista argentino Santiago Lange, con 60 años de edad y luego de ganar el Oro en los Juegos de Río de Janeiro 2016, está inmerso en una intensa preparación para la cita de Tokio que se iniciará en pocas semanas.

La biografía de Lange, "Viento" (Foto: Facebook)

Su carrera deportiva comenzó hace medio siglo en la zona norte del conurbano bonaerense. Por entonces, según recuerda en su libro biográfico "Viento, la travesía de mi vida", los cursos que surcaba con sus embarcaciones lucían limpios, alejados casi por completo de la basura flotante.

Para su núcleo familiar el agua "es todo" y por ello Santiago inculcó a sus propios hijos -Yago, Klaus, Borja y Theo- la pasión por cuidarla, protegerla y limpiarla.

Actualmente, el 80% de la población mundial vive en zonas donde los ríos sufren procesos de degradación, según números de la Organización de Naciones Unidas. Los principales afectados son los países en vías de desarrollo porque descargan líquidos sin tratamiento, contaminando las zonas costeras.

Klaus, Santiago y Yago Lange, en 2016 (Foto: gentileza)

Mucho más que deporte

Yago es el hijo mayor de Santiago, también navegante olímpico. Es un joven predestinado: llegó al mundo el 22 de marzo, Día Mundial del Agua.

A pesar de que abrió su propia estela a nivel deportivo (ganador del trofeo Princesa Sofía en Mallorca, tres veces campeón sudamericano y cuatro veces campeón argentino), Yago, de 33 años, encontró una labor que no otorga premios ni medallas: la recuperación de ríos y lagos afectados por la contaminación.

Yago es director local de Parley for the Oceans, un espacio para artistas, deportistas, creadores, pensadores y líderes que quieren concientizar sobre la belleza y fragilidad de los mares. Buscan sincronizar el sistema económico de la humanidad con el ecosistema, que la protección del medio ambiente sea fiscalmente lucrativa para las grandes empresas que marcan el ritmo.

Además, organiza limpiezas en playas, ríos y mares en los sitios a los que viaja para descansar o competir. Asegura que desde chico vive sobre los barcos porque acompañó a su padre a un sinfín de regatas en distintas partes del mundo.

En 2018 estaba entrenando en Mar del Plata y le llamó la atención la enorme cantidad de basura que había flotando, sobre todo después de cada lluvia. incluso algunas veces tuvo que esquivar verdaderas islas de plásticos compuestas por botellas y bolsas. En esa ocasió, llegó a cruzarse con un lavarropas que flotaba.

Desde diciembre de 2018, Yago no para de desarrollar acciones que busquen cuidar el agua y remediar la contaminación. Ya realizó más de cuarenta en distintos puntos de la Argentina, España, Inglaterra e Italia.

En Argentina, los puntosque encontró más afectados fueron el Rìo de la Plata, Mar del Plata y Bariloche. Notó también que el turismo termina afectando de manera severa los sitios visitados.

Klaus y Yago abrazan a su papá, Santiago Lange (Facebook)

El sueño de los Lange no es menor: fomentar el activismo ambiental y recuperar el Río de la Plata.

"Al realizar las limpiezas lo que más encontramos es plástico descartable y gran cantidad de botellas. En la costa, las colillas de cigarrillos son las que más contribuyen a la polución. El agua me equilibra, la necesito observar y estar siempre en contacto con ciudades que tengan riberas. Sufro al verla contaminada. De allí nace mi motivación para hacerme cargo de esta problemática que es de todos", cuenta Yago a Carbono News.

Y recuerda: "Pusimos en Instagram que planeábamos limpiar y en apenas tres días ya éramos 25 clubes náuticos por todo el país trabajando en la remediación. En la limpieza me di cuenta de que todo lo que levantábamos era lo mismo que consumía en mi día a día, y me desafié a cambiar mis hábitos".

Océanos invadidos

Los Lange son también hombres de mar abierto, y encuentran a diario que los océanos están cada día más invadidos por derivados de los hidrocarburos, como botellas, bolsas, sorbetes, cubiertos y hasta bandejas descartables.

Una de las limpiezas organizadas por Yago Lange (Foto: Facebook)

"A menudo pienso en dejar la competencia y dedicarme por completo a la limpieza. Disfruto más la labor colaborativa que competir. Mi viejo me enseñó a disfrutar el agua y transmitir esa pasión a los más chicos. A mí me abrió mucho los ojos visitar basurales alrededor de todo el país y encontrarme todas esas bolsas y plástico volando o acumuladas en pilas de basura. No desaparecen", agrega el joven.

Para un habitué de los cursos más caudalosos encontrarse con residuos es una pesadilla cotidiana. "Estábamos navegando en el Río de la Plata y me encontré con mucha basura que flotaba: vimos hasta pedazos de bicicletas y electrodomésticos en nuestro camino. Me sorprendió que a casi ninguno de mis compañeros les llamara la atención este desastre", cuenta Yago.

¿Ocurre lo mismo en todo el mundo o el panorama es más preocupante en los países subdesarrollados?

"Me sorprendió lo limpio que estaba el mar en Nueva Zelanda, pero luego me enteré de que ellos exportan su basura a Asia. Esa no es la solución. Cada uno debe pensar dónde puede generar un impacto", narra el joven.

Y cierra: "Las limpiezas no solo generan conciencia, sino que acercan el problema a más personas, ayudándolos a entender que ellos también son parte de eso, aunque crean que su botella no afecta a nadie. Desembarcamos en lugares súper contaminados y nos desafiamos unos a otros para cambiar esa realidad puntual. Estamos todos en la misma. Si nos ayudamos y vamos aportando algo, al toque se genera el cambio. En el proceso cada uno vive su propia experiencia, pero sucede una unión inexplicable con un mismo objetivo. Las limpiezas no son la solución total, pero son una semilla que germina dentro de cada uno y se transforma en mayor consciencia".

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