Ambiente y naturaleza
Covid-19

Animales en pandemia: ¿por qué los delfines volvieron a nadar en los canales de Venecia?

Expertos explican este fenómeno, muy relacionado a la afluencia de turistas en esa zona de Italia.

Con la imposición de la cuarentena más estricta, a principios de 2020, muchos animales abandonaron su largo confinamiento y se animaron a recuperar terrenos que monopolizaba la especie humana.

Los ciervos tomaron las calles en Japón, carpinchos se mostraron a plena luz del día en Argentina, jabalíes volvieron a ser salvajes en Europa; cabras, pavos y hasta un oso pardo sorprendieron en España; zorros fueron avistados en pleno Londres, y coyotes se pavonearon por las arterias norteamericanas, solo por nombrar algunos casos.

Pero uno de los más famosos fue el de los delfines que nadaron en el Gran Canal Veneciano, cerca de la Plaza San Marco, junto a embarcaciones que permanecían quietas y enmudecidas. Un hecho similar no se registraba desde mediados del siglo XX.

Todo estaba más limpio gracias a la ausencia de turistas en las calles de Venecia pero, según los expertos, la causa real de la visita inesperada tuvo que ver con la ausencia de la contaminación sonora producida por los estruendosos motores de lanchas y barcos.

Delfines mulares (Foto: Pexels)

Los delfines mulares o "nariz de botella" habitan en aguas cálidas de todo el mundo, entre ellas las del mar Adriático. Durante siglos surcaron esas aguas dulces hasta que los 30 millones de turistas que llegaban anualmente a Venecia transformaron para siempre ese paraíso acuático.

Consultado sobre este fenómeno, Ricardo Bastidas, doctor en Ciencias Naturales y profesor emérito de la Universidad de Mar del Plata, dijo a Carbono News: "Al no haber movimiento de personas y embarcaciones, los animales vuelven a sitios donde el hombre les había restringido su acceso. Esto siempre ocurrió. Se trata del instinto defensivo. Las especies buscan lugares tranquilos, sin predadores a la vista".

"Lo de Venecia se relaciona con la quietud inusual que tuvo una ciudad que habitualmente está invadida por el bullicio. Los cetáceos son muy sensibles y se espantan. Las góndolas no tienen gran impacto al batir sus remos, pero las barcazas con motor que usan a diario los pasajeros aterran con sus hélices a la mayoría de los habitantes marinos", explicó.

El investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet) se refirió a algunos mitos que existen sobre estos seres: "Los delfines se comunican entre ellos a través de complejos sonidos ya que tienen un rango muy alto de audición. Poseen la habilidad de emitir ondas de alta frecuencia que el oído humano no logra registrar. Esto les resulta de enorme utilidad para descubrir y detectar objetos cercanos que pudieran entorpecer su camino. Las emisiones chocan contra distintos elementos subacuáticos y vuelven hacia el mamífero otorgándole una suerte de GPS o radar para moverse sin temor a la presencia en aguas oscuras de orcas o tiburones".

Los delfines pueden desarrollarse en estuarios dulces a diferencia de otras especies marinas que solamente pueden habitar en aguas saladas. Sus dos grandes enemigos (fuera de los predadores naturales) son la contaminación ambiental y las redes de pesca desaprensivas que ponen su subsistencia en peligro.

El doctor Diego Rodríguez, docente de la Universidad de Mar del Plata, aportó: "El sonido en el agua se mueve cuatro veces más rápido que en el aire. Los delfines, como casi todos los animales del mundo, necesitan comunicarse y por eso huyen de los sitios demasiados alterados por la presencia del ser humano. Tienen un sistema de ecolocalización similar al de los murciélagos. Se mueven con naturalidad en todo tipo de condiciones de visibilidad".

Esta nota habla de: