Mujeres hiperflexibilizadas: la crisis de cuidado ante el aislamiento social obligatorio
Aparecen como las más afectadas por el impacto de COVID-19 y del proceso de confinamiento obligatorio en espacios reducidos.
Lo que se naturaliza en la cultura respecto a las mujeres y su supuesta capacidad "diferencial", de emular a la diosa hinduista Kali, nos permite extender los múltiples brazos e intervenir en varios frentes en simultáneo: el familiar, el educativo y el laboral. Esto se manifiesta no sólo como respuesta al "deber ser" sino como síntoma de mayor padecimiento psíquico, en la limitación a la inserción socio-económica y en el condicionamiento de las libertades individuales.
Más allá de las reiteradas demandas de equidad y del avance en los ámbitos familiares, laborales, culturales y políticos, ante la situación crítica por la pandemia, particularmente en las grandes ciudades, las mujeres aparecen como las más afectadas por el impacto de COVID-19 y del proceso de confinamiento obligatorio en espacios, en su mayoría, reducidos.
Ante la crisis de las masculinidades, agudizada por la falta de seguridad y previsibilidad económica y la pérdida del rol tradicional de proveedores económicos, la presión sobre las mujeres ha aumentado sensiblemente en un contexto de fuerte incertidumbre. En esta adversa situación, las mujeres recogen el guante de la crisis para calzárselo en su rol de arqueras que atajan permanentemente penales en contra y en muchos casos, sufren lesiones físicas y subjetivas aún no evaluadas.
Una encuesta realizada por un grupo de universidades españolas denominada "Consecuencias psicológicas del Covid-19 y el confinamiento" (mayo/2020) liderada por la Universidad del País Vasco, concluye que el malestar psicológico ha aumentado para la mayor parte de los 7000 encuestados en todos los grupos etarios, pero ha sido particularmente notorio entre las mujeres. En especial respecto a la pérdida de confianza y optimismo y a los cambios de humor e irritabilidad.
Mientras que el 37% de los hombres manifestaron malestar psicológico, entre las mujeres la cifra ascendió al 52%. Respecto al insomnio, el 60% de las mujeres encuestadas en España, manifestó problemas para conciliar el sueño mientras que entre los hombres esta cifra no supera el 46%. ¿Con qué se vincula esta brecha? Principalmente con la sobrecarga de responsabilidades y demandas de cuidados familiares, con el aumento de quehaceres en el hogar y con la sobredemanda de teletrabajo. Resulta válido agregar: con la simultaneidad de demandas en un mismo espacio que en las grandes ciudades resulta, por lo general, muy acotado.
En otra encuesta realizada por un equipo de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (junio/2020), se relevó un total de 1300 personas donde el 75% de los hombres afirma que el aislamiento impactó en su estado anímico y entre las mujeres esta cifra asciende al 83,8%. La gran mayoría de los entrevistados reconoció que el aislamiento agravó su estado de ansiedad, llegando en el caso de las mujeres al 77%; mientras que entre los varones la cifra llega al 68%.
Especialmente, quienes son padres y madres de niños/as en edad escolar se manifiestan como más afectadas/os por el aislamiento obligatorio. Por otra parte, el desgaste en las relaciones intrafamiliares, incluyendo situaciones de violencia verbal o física y tensión intrafamiliar se ha visto incrementada por la convivencia obligatoria, por largos períodos de tiempo en un mismo espacio.
El fenómeno de las mujeres a cargo del cuidado tanto de personas mayores como de niños, niñas, adolescentes y todo aquel integrante de su entorno familiar, nuclear o extendido que requiera de modo permanente o transitorio cuidados específicos, se ha agudizado en el marco del aislamiento social obligatorio, que en Argentina ya supera los 100 días.
Las personas a cargo de trabajos domésticos, trabajos de apoyo familiar, de roles educativos y tareas de cuidado, se encuentran impedidos de desarrollarse presencialmente. Esta situación social tiene características transversales, es un fenómeno que atraviesa a mujeres de todas las edades, clases sociales y latitudes.
La tirantez a la que se ven sometidas las mujeres en este contexto no se parece a la expansión experimentada a través del dulce estiramiento del yoga. Sino que para dar respuesta a tamañas demandas simultáneas, las mujeres deberíamos tener los "superpoderes" de Helen, la mamá de la película animada de Disney Pixar "Los Increíbles", cuyos brazos y piernas se vuelven mega elásticos para proteger a su familiar y salvar al mundo. La cuestión nodal es si resulta posible no lesionarse ante tamaña epopeya.
Reflexionar sobre estos procesos, reconocer nuestras limitaciones y admitir nuestros propios padecimientos ante la tentación de creernos heroínas de la crisis, resulta menester para desnaturalizar situaciones de inequidad y proyectar senderos que podamos transitar en conjunto. En este sentido, la reflexión de los juegos de rol que nos proponemos como sociedad y que planteamos a nuestros niños y niñas, muchas veces aún bajo lógicas estereotipadas por el par dicotómico sexo/género, impacta en la reproducción de los prejuicios y de los roles de cuidado vinculados a las mujeres. Las nuevas generaciones no dicotómicas, más conscientes del cuidado ambiental, que logren desnaturalizar las inequidades pueden enseñarnos a poner en juego otras reglas que no generen tanta tirantez.Con la colaboración de Gabriela Bukstein (Mg. en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Coordinadora del Departamento de Humanidades de la Universidad Kennedy. Investigadora, docente y consultora)