Economía
Covid-19

Cómo lidiar con la crisis económica post-pandemia y salvar el planeta a la vez

El Fondo Monetario Internacional ya advirtió que la transición energética será clave para la recuperación.

La mayoría de los líderes del mundo, y los organismos económicos ya lo dijeron: la salida de la crisis económica, profundizada por la pandemia a nivel global, deberá ser a través de la transición a energías verdes.

El uso sostenible de los recursos, o el crecimiento de una economía circular que permita aprovechar al máximo lo que se tiene al alcance son algunas de las medidas que los Estados deberán incentivar para que el giro sea realmente posible, y el mundo post-pandemia sea un poco mejor que el de antes.

Solo con medidas enérgicas para frenar las emisiones se podría evitar que la temperatura del planeta aumente entre 2 y 5°C más para finales de este siglo.

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El Fondo Monetario Internacional (FMI) sostiene que las herramientas de política económica correctas pueden allanar el camino hacia las emisiones netas cero para 2050 e incorporarse con éxito a la recuperación económica de COVID-19.

En base a eso, el Foro Económico Mundial elaboró un informe guía con las mejores formas de aplicar los cambios que podrían marcar para siempre la historia de la humanidad incentivando el crecimiento económico, el empleo y la igualdad de ingresos.

Paso 1: mitigación

Los Estados pueden, con las políticas económicas correctas, impactar sobre dos vías: la composición de las fuentes de energía (de altas o bajas emisiones) y el uso total de energía.

Lo hacen a través de incentivos e impuestos. El Foro Económico Mundial ejemplifica uno de los casos: "Un impuesto sobre el carbono encarece los combustibles contaminantes, lo que incentiva a los consumidores de energía a consumir combustibles más verdes. Pero el consumo total de energía también disminuye ya que, en general, la energía es más cara".

Energía solar (Foto: PIxabay)

Por otro lado, una segunda opción: "Las políticas cuyo objetivo es abaratar la energía verde y aumentar su disponibilidad (subsidios o inversión pública directa en energía verde) incrementan el porcentaje de energía de bajas emisiones. Además, al abaratar la energía en su conjunto, también estimulan la demanda total de energía o, al menos, no la reducen".

Por eso, lo aconsejable es que los países movilicen estímulos a las inversiones verdes: transporte público limpio, redes eléctricas inteligentes y acondicionamiento de edificios para que mejoren su eficiencia energética.

Así se lograrían dos objetivos: "En primer lugar, estimularía el PIB mundial y el empleo en los primeros años de la recuperación de la crisis de la COVID-19. En segundo lugar, las infraestructuras verdes aumentarían la productividad de los sectores con bajas emisiones de carbono, lo que incentivaría al sector privado a invertir en estos sectores y facilitaría la adaptación al aumento de los precios del carbono".

Los costos de la transición

Hay que afrontarlo: la transición verde no será igual de fácil ni tendrá el mismo costo para todos los países. Mientras que las economías más avanzadas -que hayan hecho inversiones tempranas en energías renovables- podrían afrontar costos más bajo, e incluso beneficios, otros no tendrán la misma suerte.

Entre ellos, los países con un crecimiento rápido de la economía o la población (como India) y la mayoría de los productores de petróleo. En estos casos, será más alto el costo económico de renunciar a formas baratas de energía, como el carbón o el petróleo.

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Aún así, el Foro Económico Mundial considera que estos costos "deben sopesarse en función de los daños provocados por el cambio climático que se logran evitar y los beneficios en términos de salud derivados de la reducción del uso de combustibles fósiles".

Reducir el impacto

La transición también impactará en los hogares, sobre todo en los de bajos ingresos, ya que destinan un porcentaje relativamente alto de sus ingresos a energía, y tienen más posibilidades de trabajar en el sector del transporte o la industria manufacturera con altas emisiones de carbono.

Pero los gobiernos pueden actuar para minimizar el impacto negativo del aumento de los precios del carbono sobre los hogares.

  1. Devolver en su totalidad o parcialmente los ingresos procedentes del carbono a través de transferencias monetarias.
  2. Aumentar el gasto público en, por ejemplo, infraestructuras públicas limpias, para crear nuevos empleos en sectores de bajas emisiones, que suelen ser intensivos en mano de obra, y compensar las pérdidas de empleos en sectores con altas emisiones de carbono.

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