Ambiente y naturaleza
Pobreza y contaminación

Teherán, una de las ciudades más contaminadas del mundo, dejaría de ser la capital de la República de Irán

Cada año, el diario The Economist publica el The Global Liveability Index.

La publicación semanal The Economist con sede en Londres ubica cada año entre las peores diez ciudades del mundo a Teherán, capital de la República Islámica de Irán. Los periodistas británicos tienen en cuenta varios factores:

  • niveles de pobreza de la población

  • niveles de contaminación ambiental

  • falta de acceso a servicios básicos como la energía y el agua potable

  • congestionamiento de tránsito

  • sobrepoblación y hundimiento de los suelos.

Teherán, capital nacional desde 1786, comparte el peor decil de la tabla con Lagos (Nigeria), Trípoli (Libia), Argel (Argelia), Damasco (Siria), Karachi (Pakistán), Puerto Moresby, (Papúa Nueva Guinea), Daca (Bangladesh), Harare (Zimbabue) y Duala (Camerún).

Millones de persas la eligieron para vivir a lo largo de la historia porque se halla a más de mil metros de altura con respecto al mar. Eso le da un clima más templado que el de las zonas desérticas.

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A pesar de que Irán es uno de los fundadores de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) y que han disfrutado de verdaderas fortunas en los últimos 60 años gracias al "oro negro", la principal ciudad del país tiene una serie de déficits tan notables que las autoridades nacionales han decidido llevar la capital hasta Makrán, 300 kilómetros al Sur, cerca del Golfo de Omán.

Teherán tiene 14 millones de habitantes si le sumamos su área metropolitana y su gestión es casi imposible al punto que mueren cada año miles de personas por la contaminación del aire. Solo la tercera parte de los residentes tienen servicios de agua, energía, cloacas e internet. El resto sobrevive en un atraso fenomenal.

¿Por qué quieren mover la capital?

La excusa oficial señala que trasladarán la capital para quedar fuera del alcance de los misiles de Israel. Sin embargo, el motivo sería uno muy diferente. La elite gobernante no quiere vivir en Teherán cuando la misma caiga en el colapso por su falta de servicios y su contaminación interna.

Prefieren estar tranquilos y a cientos de kilómetros de distancia para cuando ese desenlace ocurra. Vivirán en sitios con un aire más respirable y un agua más saludable. 

El clero local, que maneja la "república teocrática" con mano de hierro, prefiere estar lejos de la actual ciudad capital en caso de que se produjeran fuertes revueltas sociales debido a las malas condiciones de vida que soporta el común de la población.

Teherán está sumergida en la pobreza y la suciedad. La vida allí se ha vuelto insostenible y sus problemas estructurales lucen irreparables.

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