Política
Censura

INTA: Denuncian prohibición de usar expresiones tales como "cambio climático"

¿Cómo abordamos la crisis climática si desde distintos organismos del estado se avanza en el abandono del tratamiento de estos temas?

Abogada y diplomada en el Programa de actualización de Políticas Públicas y Cambio Climático. Autora del libro "Una vida sustentable"

Recientemente los trabajadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) denunciaron que habrían recibido la orden de no utilizar términos y expresiones tales como: "cambio climático", "sustentabilidad", "agroecología", "género", "biodiversidad", "huella de carbono" y "prohuerta".

Además de la denuncia presentada por la Asociación del Personal del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Apinta), que reúne a la mayoría de los trabajadores del organismo en todo el país, se avanzará con un pedido a la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados para que se tome acción al respecto y se realice un pedido de acceso a la información.

Más allá de la gravedad de la censura en plena democracia, desde lo simbólico no hace más que confirmar y profundizar la postura del gobierno nacional en materia ambiental, algo ya evidente considerando las numerosas entrevistas y declaraciones en las cuales funcionarios y colaboradores del oficialismo negaron el cambio climático.

Sin ir más lejos, recientemente, el jefe de estado llevó a cabo un llamamiento a la explotación de los recursos naturales, a través del punto 7 del pacto de mayo que fue contestado por decenas de organizaciones ambientales. 

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A su vez, estas acciones tienen consecuencias materiales, por ejemplo, en la dificultad para la obtención de financiamiento del exterior para proyectos sustentables, justamente porque los dichos y la postura de Argentina en este momento hacen entender que la financiación de proyectos de gestión de residuos y saneamiento, entre otras cosas, caería en saco roto.

En la línea de las consecuencias materiales de la postura negacionista imperante, vuelvo al principio de esta nota, cuando se hizo mención a la prohibición de mencionar "prohuerta", ¿por qué?

Porque el Programa ProHuerta era una herramienta de asistencia y capacitación que desde hacía 34 años capacitaba a personas de sectores vulnerables en la producción de alimentos.

El programa dependía económicamente del Ministerio de Capital Humano, pero entró en peligro a partir de diciembre con el cambio de gobierno, cuando se omitió designar a alguien con habilitación de firma para el financiamiento de las semillas. Finalmente, en abril se procedió a la baja de contratos y al cierre del programa.

¿En qué radicaba la importancia de este programa? Algunos datos: 

  • Entregaba más de 1 millón de kits de semillas a más de 600.000 huertas familiares y escolares.

  • Permitió la creación de 15.000 granjas agroecológicas y se entregaron más de 200.000 aves a las familias para su sustento.

  • En total, capacitó a 170.000 personas.

  • Se estima que en la actualidad alcanzaba a unos 4 millones de personas, porque las producciones de estas familias se conducían a través de 800 ferias agroecológicas coordinadas con clubes e instituciones.

  • Y, lo más importante para este gobierno, no costaba nada, de hecho se calcula que el programa era 150% rentable.

Cuando hablé sobre este tema en redes sociales, se contactó conmigo Carina Di Leo, enfermera de atención primaria de Mar del Plata que participó durante años del programa, y expresó: "Trabajé mucho en los barrios con ese programa. Se realizaban reuniones en el barrio junto con la trabajadora social, las promotoras de salud, se realizaban reuniones en las salas y en los centros de los barrios como sociedades de fomento, venían promotoras del INTA y capacitaban a la población en el tema huerta. Era un programa excelente porque no solo se daban las semillas sino que se capacitaba en cómo cultivar y también se realizaban comidas; muchos tenían grandes huertas y realizaban trueques, muchos vendían en ferias verdes. Es una lástima que se sacó ya que era un gran programa que sustentaba la alimentación de las personas además del cultivo responsable

Y continuó: "Yo trabajaba en un CAPS (Centro de Atención Primaria de la Salud) que tenía mucha zona rural, entonces, las familias tenían casas con terrenos y se hacían huertas familiares, pero en aquellos barrios donde no había esta posibilidad, se hacían huertas comunitarias en terrenos que no estaban ocupados o pertenecían a las sociedades de fomento o escuelas. Con respecto al cultivo responsable, las semillas eran estacionales entonces se adecuaba los cultivos dependiendo la época del año y se enseñaba a consumir lo que era estacional".

En la misma línea, en marzo, el mismísimo vocero presidencial anunció el cierre del Instituto de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (INAFCI) que era la única política pública vigente en Argentina dedicada a profesionalizar y desarrollar al sector que produce hoy entre el 60% y 70% de los alimentos. Obviamente,  alegando que los 900 despidos correspondían a puestos de no trabajo. Todo inmerso en un contexto en el que se está desincentivando, desde distintos organismos nacionales, el tratamiento, la mención o el abordaje de los objetivos de desarrollo sostenibles de la agenda 2030 de la ONU.

Por ejemplo, a mediados de mayo Mondino borró el compromiso ambiental 2030 de la web de Cancillería y un mes más tarde envió una instrucción a todas las embajadas en la que ordenan "revisar" todo lo relacionado con la Agenda 2030. 

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Como broche de oro, esta semana el portal Economia Sustentable publicó una entrevista que dio Ana Lamas, actual subsecretaria de ambiente. A lo largo de la charla, la funcionaria se muestra medida en las declaraciones, siendo mucho más sutil, y hasta ambigua, la postura del ex Ministerio de Ambiente frente a temas de máxima relevancia, como es el cambio climático y la continuidad del compromiso de Argentina de la Agenda 2030.

Al preguntársele si cree en el cambio climático, la subsecretaria contestó: "Creo en las variaciones climáticas. O sea, las creo porque las veo. Hay más frío, hay más calor, hay más lluvia, hay más sequía. Son variaciones climáticas".

Cabe recordar que frente a tal pregunta, la única respuesta científicamente viable es "sí, creo en el cambio climático". Creer en la variabilidad climática, no implica creer en el cambio climático, sino que profundiza en la relativización de la problemática, haciéndolo entrar en la categoría de fenómeno cíclico natural y desvinculándolo de la actividad humana como su principal causa.

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