Política
Desidia, vidas en riesgo y contaminación

Ruta 7: 310 pozos, 34 kilómetros detonados, y dos millones de vidas al año en riesgo

La Ruta 7 es la principal vía del Mercosur con Chile a través del Paso Cristo Redentor. Pero está destrozada. La calidad de las rutas impacta de forma directa en el ambiente. El deterioro de los pavimentos eleva drásticamente la huella de carbono al aumentar el consumo de combustible y reducir la vida útil de los neumáticos y de los rodados. Además de las vidas que se cobran, los accidentes dejan sus rastros a orillas del camino, en forma de chatarra, trozos de caucho y derrames peligrosos. Lo mismo pasa con los residuos de las constantes reparaciones. La ruta de la vergüenza, en detalle.

Ricardo Montacuto
montacuto.ricardo@grupoamerica.com.ar

El frío muerde sobre la Ruta 7. Es alta montaña. Parados sobre la banquina, la muerte se siente helada de espaldas al Río Mendoza. La última desgracia ocurrió exactamente aquí en noviembre. Murió una mujer. Otras dos personas, motociclistas, fallecieron en febrero de 2023 unos kilómetros al oeste. Y otras cinco, en una de las tragedias de otoño en 2017.

Estamos en Polvaredas, uno de los tramos mortales de la Ruta Internacional 7 que nos une a Chile. Esta es la ruta de la vergüenza.

Cada tanto vuelca algún vehículo en Polvaredas. En el barranco sobre el que se apoya la ruta hay restos retorcidos de guardarraíl y de algunos accidentes. Los camiones que vienen desde Chile serpenteando las curvas aparecen de repente como bólidos imparables que hacen temblar el asfalto, ya deformado por los 850.000 vehículos que pasan por aquí cada año. En 2023; más de 305.000 de estos fueron camiones que transportaron 5.231 millones de kilos de carga, de acuerdo a datos oficiales que PRO MENDOZA obtuvo de la aduana chilena. Se ve que los vecinos tienen las estadísticas bien ordenadas. Muchos de estos camiones son de hasta 25,5 metros de largo, biarticulados y de hasta 75 toneladas, una normativa que en 2018 subió -por decreto reglamentario de la ley argentina de tránsito- los máximos de peso permitidos y nos "unificó" con Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay, lo que realzó la relevancia internacional del Paso Cristo Redentor. Al mismo tiempo, aquella decisión administrativa multiplicó el peso sobre la ruta en una carpeta de pavimento cuyos últimos trabajos serios se hicieron en 2010, hace catorce años.

Restos de un vuelco sobre el barranco, en Polvaredas

Aquí en Polvaredas, en este trozo de ruta que ladea las cumbres y bordea un profundo barranco, los hierros retorcidos del fondo recuerdan que este es uno de los sectores más peligrosos de la ruta internacional. Un tramo de camino contra la montaña que se puede cruzar de un margen a otro en sólo ocho pasos de hombre, con el asfalto hundido y ondulado. Escasa señalización y guardarraíl rotos sobre la margen sur muestran el panorama de abandono.

Sería difícil salir con vida de un accidente en este lugar, donde la mayoría pasa a exceso de velocidad o superando a otros vehículos por zonas de doble línea amarilla. Justamente, nos paramos donde debería terminar el peralte inexistente de la ruta, con los pies firmes sobre la banquina. Se adivina el peligro que transita sobre ruedas y la desgracia se presiente a pocos metros, aunque al final la mayoría de los conductores y transportistas desaparecerán detrás de la última curva con destino a Mendoza. Con el ánimo tenso y el corazón en la boca, sobre la ruta de la vergüenza.

Un cálculo muy conservador sobre la base de cifras aduaneras permitiría inferir que 1,6 millones de personas fueron o vinieron de Chile durante 2023 utilizando la Ruta 7. A ello hay que agregar el tránsito normal del turismo interno hasta Potrerillos, Uspallata, o las localidades de alta montaña, que resulta indeterminado. Emprendedores locales lo calcularon en unas 350.000 personas más en promedio, aunque con menor flujo desde Uspallata hasta el Túnel Internacional. Son casi dos millones de vidas en juego cada año, en una ruta que fue catalogada como una de las cinco más peligrosas de la Argentina en la zona de montaña, por sitios oficiales y consultoras internacionales. Lo que sigue, es un cuadro estadístico sobre el tráfico de vehículos entre nuestro país y Chile a través del complejo Cristo Redentor-Los Libertadores.

Con un equipo de Grupo América Interior salimos a relevar íntegra la zona montañosa de la Ruta 7, desde el cruce con la Ruta 40 hasta el límite con Chile. Hacia allí fuimos junto a la periodista de Canal 7 y Radio Nihuil Agustina Fiadino, y el cámara Marcos Carranza; más la inestimable guía del poblador y emprendedor Mario González, que ha vivido su vida en la montaña tanto en Bariloche, como en Las Leñas donde trabajó diez años, o en Las Cuevas, Penitentes, y el Parque Provincial Aconcagua donde ahora tiene su negocio. Una existencia a la vera de este corredor.

Antes de la salida, hubo abundante producción y generación de datos, y una post producción adecuada. Este es el primer trabajo de la iniciativa de investigación periodística "Mendoza Expuesta", que presentaremos en un esquema de multiplataformas en Canal 7, Radio Nihuil, Diario UNO y los distintos soportes en redes del Grupo.

El plan de esta cobertura consistió en contar uno por uno los pozos de la ruta 7, las zonas peligrosas, recorrer los sitios con mayor cantidad de accidentes, relevar los puentes, las obras inconclusas, las deficiencias en la seguridad, y los muchos kilómetros de pavimento detonado y ponerlos en el contexto estratégico de la importancia de este corredor vial. ¿Por qué lo hicimos? Porque la imprudencia, la impericia, y la falta de inversiones son socias en la tragedia sobre cualquier ruta. Un camino en mal estado o con zonas sin mantenimiento adecuado es decisivo en la forma de conducir un vehículo.

El asfalto ondulado y el guardarraíl roto en la zona de Polvaredas, antes del ingreso al Parador, desde el oeste

Desde el cruce con la Ruta 40 y hasta el límite con Chile la Ruta 7 recorre 179 kilómetros que están virtualmente explotados por las malas condiciones viales de este corredor de jurisdicción de Vialidad Nacional, donde apenas si se hicieron algunas tareas mínimas por administración (equipos y empleados propios) en los últimos años. Los últimos grandes fracasos sobre la ruta fueron la "neutralización" (eufemismo por "paralización") de las obras planificadas y comenzadas en Agua de las Avispas, Aguas del Pizarro hasta Potrerillos, y -por supuesto- el segundo túnel internacional, para el que se refuncionalizaría el antiguo Túnel Caracoles. Esto último probablemente no ocurrirá en los próximos años, o tal vez nunca.

El equipo trabajando en la boca del antiguo Túnel Caracoles

Qué encontramos

El trabajo de campo del equipo duró unas diez horas. Vale la pena contar la recorrida, y contextualizarla con datos y hechos ocurridos sobre el corredor internacional. En el viaje al corazón de la Ruta 7 contabilizamos 310 pozos detectables, de esos que sacuden un automóvil y pueden generar un problema en la conducción o el estado de un vehículo o "descalzar" una motocicleta. 188 de esos baches fueron sobre la vía hacia la montaña, y otros 122 de regreso. Además, contabilizamos 25 puentes con algún problema sobre el pavimento, las barandas, la circulación peatonal, o la señalización. Justamente, son la totalidad de los puentes que atraviesan la ruta. Veinticuatro sobre cursos de agua, algunos secos, y uno más que cruza la ruta 89 que conduce a la zona de montaña más cercana: Vallecitos, El Salto, Las Vegas, y finalmente el camino de La Carrera hacia Tupungato. El conteo de irregularidades registró además 34 kilómetros de hormigón verdaderamente detonado, sobre todo desde la Curva del Tiempo en el kilómetro 1205, pasando Las Cuevas, hasta la frontera con Chile. También está destruido el tramo que atraviesa Uspallata. Da vergüenza. La señalética es otro capítulo. Gastada, destruida, insuficiente o aún confusa. Las señalizaciones horizontales sobre la ruta indican -en varios tramos- alguna curva equivocada.

El estado del pavimento no es el culpable de todos los accidentes. En general predomina la imprudencia, cuyos efectos son más graves con un camino en mal estado. Pero veamos una estadística elaborada por personal de Vialidad Nacional, el organismo al que "pertenece" la Ruta 7 que une Buenos Aires y Mendoza con la salida al Pacífico. Desde 2016 a 2023 hubo 135 accidentes en el tramo entre Agrelo y Potrerillos, otros 155 entre Potrerillos y Uspallata, y 197 más desde Uspallata a Las Cuevas. Fueron 487 siniestros con destrucción de bienes y vehículos, muertos, o heridos.

Aguas del Pizarro

Los problemas empiezan temprano al encarar el camino, ni bien subimos a la Ruta 7 luego de aprovisionarnos en la estación de YPF Red Mercosur, sobre la Ruta 40. En enero del año pasado, Vialidad Nacional debió reparar verdaderos cráteres en el empalme de las rutas 7 y 40, por las numerosas quejas de automovilistas, transportistas y motociclistas que rompieron las ruedas o tuvieron algún accidente por el penoso estado de la calzada.

El primer puente sobre el cruce con la ruta 15 está agrietado sobre el asfalto, que luce bastante mal. 71 de los 188 pozos del camino de ida a la frontera están dispersos hasta el kilómetro 1069, en Agua de las Avispas. El puente del cruce con la ruta 84 y los ingresos a la Cárcel de Almafuerte están con su pavimento detonado y con parches desparejos.

El cartel indicador de lo que debió ser la repavimentación de 20 km de la Ruta 7.

A poco de andar aparece el primer testimonio del fracaso. Se trata de la obra de repavimentación entre Aguas del Pizarro y Potrerillos. Eran 20 kilómetros de reparaciones de la Ruta 7. La obra estuvo a cargo de una Unión Transitoria integrada por Laugero Construcciones y Genco SA. Consistía en repavimentar y agregar una tercera vía en los tramos de "subida" hacia Potrerillos, para el desvío del tránsito pesado.

Toma aérea de la obra inconclusa entre Aguas del Pizarro y Potrerillos. Se pueden observar los taludes en la margen norte

Fue proyectada en enero de 2017 durante el gobierno de Mauricio Macri y licitada en octubre de 2018 por poco más de 463.000 millones de pesos de entonces. El 29 de julio de 2022 comenzaron las obras, y el 22 de septiembre del año pasado, el plan fue "neutralizado". Es como "congelar" la obra. Un informe interno de Vialidad Nacional indica que se inició el proceso de rescisión del contrato. Tomaron la decisión por un salto inflacionario -en ese momento- del 42 %, y porque había "errores en el proyecto" dice el documento.

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La obra de repavimentación entre Aguas del Pizarro y Potrerillos se suspendió con un avance de menos del 3 %. Una de las tomas del drone que llevó el equipo permite ver a la perfección los taludes que se fueron montando sobre las bardas. Aparentemente, la existencia de arcillas "expansivas" en zonas que se humedecen por debajo de la carpeta asfáltica provoca todo tipo de problemas de difícil solución. Habría que cambiar varios metros de suelo y reformular el proyecto.

Agua de las Avispas

Dentro del proyecto de Aguas del Pizarro, estaba incluido el tramo de Agua de las Avispas. El pavimento en esa zona está detonado -literalmente- con lomos de burro, hendiduras, pozos. La señalización de calzada deformada aparece escasa y tardía.

Así está el asfalto en la zona de Agua de las Avispas

Cada tanto alguien pasa a exceso de velocidad y vuelca, o bien pierde el control y choca de frente. En agosto y con el invierno bien entrado, un camión se hizo "tijera" sobre el asfalto y el camionero terminó herido. En septiembre del año pasado volcó un auto con cinco personas a bordo. Terminaron todos heridos e internados. Semanas más tarde desbarrancó y murió un joven de 29 años. Se llamaba Matías Romero. En junio, una mujer también de 29 años que conducía una camioneta Honda mordió la banquina cuando viajaba hacia Mendoza, perdió el control y dio contra un camión Volvo de Brasil que iba hacia Chile. Antes, en 2022, dos personas que viajaban en un Porsche que participaba de un evento promocional en Uspallata, "volaron" y volcaron sobre la ruta.

Uno de los accidentes más graves en este tramo ocurrió en 2012. Tres personas -entre ellas una nena de 11 años- murieron cuando un vehículo sobrepasó a un camión en zona de doble línea amarilla. Otra tragedia terrible ocurrió con una familia de Maipú. El conductor siguió de largo en una curva de Agua de las Avispas. Murieron una joven de 29 años, dos mellizos de dos años y una niña de seis años.

Un choque de frente en Agua de las Avispas

La lista podría ser interminable, pero de momento no hay plan ni proyecto de reparar una de las zonas más mortíferas de la ruta 7.

La Curva de Guido

Entre Uspallata y Potrerillos, la Curva de Guido es una de las zonas más peligrosas de la Ruta 7. A la altura del kilómetro 1115, es un giro pronunciado y veloz de 90 grados, con pendiente hacia el Este, muy peligroso. Aunque la curva está señalizada y hay un cartel indicando que la máxima es de 40 KPH, basta pararse en el mirador para verificar que nadie lo respeta. Tampoco hay advertencias en el kilómetro previo salvo un cartel minúsculo que reza "curva pronunciada". Y otro con el nombre del paraje. Debe haber mejor señalización antes y después del giro en ambos sentidos.

Vista aérea de la Curva de Guido. A la derecha, el Río Mendoza y la antigua estación ferroviaria.

Las tragedias en la Curva de Guido y accidentes muy graves son frecuentes. En febrero del año pasado, un camión cargado de bananas generó un choque múltiple. Venía hacia Mendoza a muy alta velocidad, chocó y destruyó a dos vehículos y a otro lo arrastró por el barranco unos 60 metros. Aún hoy hay restos de ese accidente al norte del mirador que permite ver la Estación Guido de ferrocarril. Los incidentes de grandes transportes en esta zona de la ruta son frecuentes. Hace cuatro años ocurrió uno de los más impresionantes. Un camionero perdió el control, cayó al barranco y lo mató su propia cabina.

Una solitaria cruz indica una tragedia ocurrida en 1983, cuando se mató en un accidente un hombre llamado Enrique Villalobos. Pasaron más de 40 años y la Curva de Guido sigue siendo ese lugar donde la gente vuelca, choca, se desbarranca, o se mata.

La muerte de Enrique Villalobos. El testimonio más antiguo que aún permanece en la Curva de Guido

Más hacia la montaña, la Curva de Los Chilenos requiere de cierto cuidado. El paraje Rocas Amarillas indica que ya estamos a 22 kilómetros de Uspallata. Atravesar el pavimento del pueblo es una pesadilla. Está destrozado casi desde el ingreso mismo a Uspallata, hasta la salida. Antes, los puentes sobre los arroyos Alumbre y Seco, y el que atraviesa el Río Mendoza, tienen grietas y baches en el pavimento y barandas rotas. Pasando Uspallata, el puente de Picheuta estuvo un año roto después de un accidente, hasta que hicieron una reparación.

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Un alto en Polvaredas permite registrar otro sitio peligroso de la Ruta 7. Hubo sobre el puente del arroyo tres reparaciones consecutivas en 2017 e igual se ve maltrecho. En la curva donde suelen desbarrancarse, el guardarraíl sigue roto y el asfalto tiene ondulaciones pronunciadas.

Toma aérea en Polvaredas. A la derecha, restos de accidentes

Alta montaña

En Punta de Vacas está el control de Gendarmería, a la altura del kilómetro 1203. Allí se produce la insólita historia del "papelito", ese documento informal que les sellan a los viajeros que hicieron los trámites aduaneros en Horcones y se dirigen a Mendoza, u otro destino. Deben entregarlo allí y un gendarme certifica la cantidad de pasajeros que viaja en cada vehículo. Casi siempre se arma una larga fila en el lugar. Olvidarse el papel es un pecado mortal. Hay que volver unos 18 kilómetros hasta el complejo aduanero de Horcones. Un matrimonio chileno encontró la muerte volviendo a buscar el famoso sellado. Fue el lunes 19 de febrero. Cuando iban de regreso a Horcones chocaron de frente con un vehículo tipo Traffic que traía a cinco turistas brasileños. Carla Javiera Muñoz Ilianes de 35 años y Diego Hernán Araya Peña, de 31, son las víctimas más absurdas de la Ruta 7.

Escena de la tragedia en la que murió una pareja chilena en febrero de este año

La Curva del Tiempo

Mario González, el guía que nos acompaña, vivió desde los 12 años en la cordillera. Primero, en la sureña Bariloche. Y hace 28 años que desarrolla sus actividades en la alta montaña mendocina. Probó con comercios en Las Cuevas y Penitentes. Ambas localidades "murieron" para el turismo, una por falta de servicios e infraestructura, y la otra, arrastrada por el funcionamiento intermitente del centro de esquí hasta que cerró. Este año habrá en el complejo un parque de montaña, por suerte.

Desde hace unos años, Mario está radicado en Penitentes, pero su comercio al que llama "chiringuito", donde probamos un exquisito guiso de lentejas, está en el Parque Aconcagua. "La verdadera alta montaña empieza aquí, en la Curva del Tiempo" señala, cuando doblamos al oeste en el kilómetro 1205. La ladera de la montaña, donde da mayor cantidad de sombra en otoño e invierno, suele estar nevada o con hielo. Se suele pasar del habitual paisaje pedregoso y con algo de verde, a la nieve más imponente.

Desde allí hasta Las Cuevas el asfalto está prácticamente detonado. Son 28 kilómetros en los que el hormigón está destruido, y no hay planes ni presupuesto para reemplazarlo por otro tipo de pavimento. Grietas, roturas, puentes inaccesibles para cualquiera que tuviese un inconveniente en la ruta, partes del hormigón parchado, y otras zonas con verdaderos cráteres.

Años atrás, Daniel Díaz, uno de los motociclistas referentes de Mendoza y líder de una agrupación que organiza el Encuentro Cristo Redentor cada año, "descalzó" la rueda de su Honda Falcon en uno de estos tramos de hormigón detonado. Por poco no perdió la vida junto a su pareja. En ese tramo de alta montaña está además la Curva de la Soberanía, la de mayor pendiente en toda la alta montaña y con apenas unos seis metros de ancho, y las zonas de Penitentes, Los Puquios, y el Parque Provincial Aconcagua. Hormigón destrozado e ingresos peligrosos a la ruta. 

Es la zona donde mayor cantidad de accidentes se registran, incluyendo la tragedia de Turbus en La Curva del Yeso en febrero de 2017. Murieron 19 personas y el chofer chileno del colectivo -Francisco Sanhueza- fue condenado a 20 años de prisión.

Derrumbes y otros dramas

La Ruta 7 parecería estar mal planificada desde el punto de vista de sus zonas de seguridad. En muchos tramos antes y después de Uspallata, hay zonas de "doble línea amarilla" donde está prohibido el sobrepaso. Pero se nota que bajo esas advertencias, antes hubo línea punteada blanca. Según fuentes de Vialidad Nacional, eso se debió a un cambio en los estándares de seguridad de la ruta en 2010. Es verdad que hay zonas donde hay lugar para el sobrepaso y sin embargo no se permite. Eso hace que muchos -impacientes- sobrepasen a otros vehículos en zonas prohibidas. Esas imprudencias pueden terminar con muertes por exceso de confianza. Son incontables las tragedias en la Ruta 7 por este motivo.

Restos de un vuelco sobre el barranco, en Polvaredas

Además de las zonas sin sobrepaso, los carteles de velocidad máxima no son respetados por la mayoría de los automovilistas. Es cierto que suele haber controles en algunos lugares de la ruta tipo "cazabobos". Pero no es suficiente. Nadie quiere tardar cuatro horas y media para llegar desde Agrelo a Las Cuevas. Ese tiempo "cumpliendo las máximas" y las limitaciones de sobrepaso fue medido por el propio Mario González años atrás.

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Otros inconvenientes aparecen en el camino. Pasando Potrerillos a la altura del Km 1098 hay zonas de caída de piedras grandes sobre la ruta. En la Curva de Guido, además de los problemas propios del recorrido, el talud frontal es insuficiente, falta limpieza manual, y caen rocas cada tanto. Dos kilómetros más arriba a la altura de una antena del sistema Tetra hay deslizamientos de barro y arena. Sobre los túneles 3 y 6 se ven grandes piedras y es zona de aludes de barro y piedra. Igual que en el cobertizo número 1 cerca de Polvaredas. Luego, desde el Parque Las Pircas hasta la toma de agua de Penitentes, es zona de avalanchas de nieve.

Es casi imposible captar los mensajes de peligro de la montaña hacia la Ruta 7 sin un guía como Mario, que conoce las zonas de piedras y avalanchas. Lamentablemente no hay uno para cada automovilista. Pero a medida que nos acercamos a las Cuevas, la necesidad de una ruta nueva y segura es casi física, palpable.

A lo largo del recorrido, son varias las zonas que logramos identificar como "sensibles", donde pueden ocurrir accidentes como resultado del mal estado del camino, mala planificación de la circulación o de los retornos, puentes y cruces, de guardarraíl inexistentes o destrozados, o de imprudencias o impericia. 

Por lo que fuere, los accidentes ocurren siempre en los mismos lugares desde Agrelo hacia el Oeste: Cruce de la Ruta 7 con Cobos, derivador de la planta Simplot (allí chocó contra un camión y murió Guillermo Pereyra, dirigente de Comercio, ex diputado), Agua de las Avispas, Quebrada del 60, Curva de Guido, Curva de los Chilenos, Picheuta, Polvaredas, Río Vacas, Curva del Tiempo, Curva del Yeso, y Curva de la Soberanía. Además de las dificultades propias del trazado de montaña, recordemos que hay 310 pozos y 34 kilómetros de hormigón en muy mal estado.

Las Cuevas

La localidad de Las Cuevas luce derruida, abandonada. Por momentos parece un pueblo fantasma, aunque es la principal vía de acceso a Mendoza y el Mercosur desde el Pacífico.

La antigua proveeduría "Eva Perón", abandonada

Nos dice Mario González, nuestro guía: "Se pelea mucho... La intención no es pelear, sino buscar solución a los problemas existentes que tenemos, que tenga poco costo y que perdure a lo largo del tiempo. Acá hay deserción de gente, no hay arraigo. En este lugar viven veinte personas... En algún momento vivieron trescientas. El turismo sigue viniendo y necesita de servicios básicos que no podemos brindar..."

El túnel Caracoles, proyecto inconcluso

Terminamos el "viaje de ida" de la travesía en el ingreso mismo del antiguo Túnel Caracoles luego de atravesar un obrador desértico en el que sin embargo se veía todo tipo de materiales, rezagos del antiguo túnel, viejos rieles, durmientes, vehículos de trabajo, maquinaria vial, camionetas, y ropa. Pero el portón principal estaba abierto.

El antiguo Túnel Caracoles estuvo activo para el Tren Trasandino desde 1910 cuando fue inaugurado hasta 1984 con el último tren. En 1997 fue adaptado para el paso de vehículos livianos en caso de emergencia. Está ubicado al sur y en forma paralela al Túnel Cristo Redentor. Están a unos 300 metros del lado argentino y cerca de 100 metros del lado chileno. Tiene 3,17 kilómetros de largo y tuvo un "pre túnel" para evitar que la montaña se viniera encima.

El plan maestro fue el de convertir ese túnel en uno apto para todo tipo de vehículos y transporte, por lo que habría que ampliarlo. El BID sería el organismo financiador. La idea era la de desahogar el colapso permanente del Túnel Cristo Redentor, inaugurado en 1980 con tránsito bidireccional.

  Rezagos del antiguo Túnel Caracoles

La Nota Técnica IDB-TN-01692 del BID fechada en 2019 hace un completo análisis del proyecto de refuncionalización del antiguo Túnel Caracoles y fija el costo total de las obras en 750 millones de dólares. Preveía la ampliación del viejo túnel, cinco galerías de interconexión con el Túnel Cristo Redentor, reformas y mejoras en este último. Y se dotaba a ambos túneles de equipamiento en seguridad, ventilación, circulación de líquidos, emergencias, anti incendios, y conectividad del primer mundo. Las obras debían empezar en 2020. Pero empezaron en 2022 a causa de la pandemia, y un año más tarde fueron paralizadas.

  El ingreso al Túnel Caracoles. La obra está frenada.  

La obra completa fue proyectada en 2017, licitada en septiembre de 2019 por 2.936 millones de pesos. Hoy serían más de 6.900 millones de pesos según una estimación que el Jefe de Gabinete Nicolás Posse presentó al Senado de la Nación, ante una pregunta de la senadora Mariana Juri la semana pasada.

La empresa adjudicataria fue Rovella Carranza. Empezaron a trabajar en febrero de 2022 y en abril de 2023 guardaron las herramientas. El avance fue del 1,60 %. Pasó de todo: trabas con las importaciones, costo del financiamiento de la obra, pero por sobre todo, modificaciones serias en el proyecto. Hoy la obra está "neutralizada". Una especie de "punto muerto". No hubo rescisión del contrato y Rovella Carranza mantiene el obrador en su lugar.

Los problemas en el proyecto fueron serios. Al retirar el "pre túnel", la constructora descubrió que los ingenieros británicos de la firma Trasandine Construction Company habían colocado a fines del siglo XIX y a modo de "soporte" un sistema de troncos horizontales y verticales que aguantasen la montaña y mantuviesen en pie el arco.

Esos troncos impedían colocar una red nueva de "tubins" y una estructura de "paraguas" que sería parte de la cúpula superior del nuevo túnel. Además, las arcillas expansivas del piso hicieron que hubiese que planificar modificaciones del suelo tanto en el Cristo Redentor como en el nuevo Caracoles. Hubo que rediscutir el proyecto completo, plantear modificaciones para hacer una estructura por encima de los troncos de los ingleses, conseguir materiales alternativos porque no había dólares en el país para comprar en el extranjero, y el proyecto se fue complejizando y encareciendo hasta que se decidió neutralizarlo. Es improbable que se retome alguna vez, aunque el jefe de gabinete Nicolás Posse dijo que estas obras sobre la Ruta 7 y los puentes de la Ruta 40 se estaban "priorizando", para "adecuar" los contratos y "reiniciar a la brevedad" las obras.

De momento, parecería ser sólo una promesa

Conclusión

La Ruta 7, cuyo tramo de montaña es "la ruta de la vergüenza", desemboca hacia el oeste en el Paso Cristo Redentor. Es el vínculo vial más importante entre Argentina y Chile. A la vez, es el principal corredor bioceánico para el transporte terrestre de cargas y pasajeros entre Chile, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Dice el BID que el Cristo Redentor "...es el cuarto eje de conexión continental entre el Pacífico y el Atlántico considerado en la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana IIRSA", un ambicioso plan internacional de interconexiones sobre la base del diálogo entre 12 naciones de la región.

Más de 2.000 vehículos de todo tipo por día pasan por la Ruta 7 rumbo a Chile o de regreso. Dos millones de personas y ochocientos cincuenta mil vehículos de los que el 40 % son camiones y 5,3 millones de toneladas de carga se mueven cada año sobre el corredor internacional. El 70 % del volumen de mercaderías que pasa por el Cristo Redentor es de origen argentino. Otro 15 % es chileno y el resto, de otros países del Mercosur. Además, el paso transporta el 70 % de las exportaciones mendocinas y el 100 % del turismo interno que va a las localidades de montaña, y pasan por la ruta el total de los pobladores de alta montaña. Todo esto, en un paso que está la mitad del año cerrado por el invierno, la nieve y la lluvia; o por accidentes, aludes, y hasta por decisiones burocráticas inconexas entre las autoridades aduaneras de Argentina y Chile. Este fin de semana de otoño arrancaron las nevadas fuertes, por caso.

Pese a su peso estratégico vital para la Argentina y especialmente para Mendoza, la ruta es un verdadero espanto que pone en riesgo el comercio internacional y el ambiente que la rodea. Un peligro real, además, para los dos millones de personas que la transitan desde Mendoza a Chile y de regreso, cada año.

*Este artículo fue producido con el apoyo de Diario Uno

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