Celebremos el día de la Madre Tierra
En el Día Internacional de la Madre Tierra, todos estamos invitados a reflexionar sobre lo importante que es participar y generar actividades que promuevan la salud de nuestro planeta, tanto a nivel global como regional y local. También, a organizar y materializar cotidianamente todo tipo de acciones de concienciación desde nuestros lugares, para protegerla, para mejorarla, para celebrarla y para honrarla.
El 22 de abril de 1970, promovido por el senador y activista ambiental norteamericano Gaylord Nelson, propulsor de la primera protesta ambiental de gran magnitud para "sacudir a la clase política y forzar el debate a nivel nacional", se instituyó el Día de la Tierra. En esa fecha, veinte millones de norteamericanos tomaron las calles, parques y auditorios para reclamar un medioambiente saludable y sustentable. Se organizaron protestas masivas de costa a costa, de la convocatoria participaron 2 mil universidades, 10 mil escuelas primarias y secundarias, y centenares de comunidades que llevaron adelante iniciativas en contra del deterioro ambiental.
De repente, grupos que habían estado luchando en contra de vertidos de petróleo, contaminación atmosférica, aguas negras, desperdicios tóxicos, pesticidas, autopistas, y la pérdida y extinción de la vida silvestre se dieron cuenta de que tenían valores en común. Así, aquella presión social consiguió lo que parecía imposible: sacudir la conciencia política y lograr el apoyo de distintas facciones y tendencias, ricos y pobres, magnates y líderes sindicales, y lo más importante: que el gobierno de los Estados Unidos permitiera la creación de la Agencia de Protección Ambiental y sancionara una serie de leyes destinadas a la protección del planeta; la Ley del Aire Limpio, la Ley de Aguas Limpias, de 1972 y la Ley de Especies en Peligro de Extinción de 1973.
Más tarde, Nelson fue premiado con la Medalla Presidencial de la Libertad - el más alto honor que se otorga a civiles en los EE.UU. - por su labor en la fundación del Día de la Tierra.
Ya en 1990 se organizó un Día de la Tierra de carácter global, movilizando a 200 millones de personas en 141 países y levantando el estatus de los problemas ambientales a nivel planetario, lo que dio un gran estímulo a los esfuerzos de reciclaje en todo el mundo y ayudó a abrir el camino para la Cumbre de la Tierra, organizada por las Naciones Unidas en Río de Janeiro en 1992.
El Día de la Tierra del 2000 se enfocó en el calentamiento global y la promoción de energía limpia. Además se utilizó la red de Internet para ayudar a mantener en contacto a los activistas alrededor del mundo.
Con el correr del tiempo, se ha convertido en un importante acontecimiento educativo e informativo. Es una fiesta que pertenece a la gente y que no está regulada por una sola entidad u organismo; tampoco está relacionada con reivindicaciones políticas, nacionales, religiosas, ideológicas ni raciales. Específicamente, apunta a la toma de conciencia sobre los recursos naturales de la Tierra y su manejo, a la educación ambiental y a la participación de las personas en tanto ciudadanos y ciudadanas ambientalmente conscientes y responsables.
La proclamación del 22 de abril como Día Internacional de la Madre Tierra supone el reconocimiento de que la Tierra y sus ecosistemas nos proporcionan la vida y el sustento a lo largo de nuestra existencia. También implica reconocer la responsabilidad que nos corresponde de promover la armonía con la naturaleza y nuestro hermoso Planeta Azul, a fin de alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras.
Es así que, en esta fecha, podemos rememorar el milenario culto a la Madre Tierra, reencontrándonos con la sabiduría ancestral de los antiguos que han sabido ver al ser humano unido, integrado a su Planeta-Hogar. Celebrando que aún está viva, vigorosa, imperturbable en su trascendental tarea evolutiva, muy a pesar de nuestros tremendos desatinos. Una diosa madre que lleva consigo a través de la historia de múltiples culturas y civilizaciones, sus atributos de madre naturaleza, vida y fertilidad.
En las diversas tradiciones, esta diosa fue representada de muchas maneras: Gea (griegos), Ninhursag (caldeos y sumerios), Uni-Astre (etruscos), Amalur (vascos), Pachamama (quechuas y aymaras) o Ñuke Mapu (mapuches), entre tantas otras.
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Hoy es Conciencia Ecológica que se transforma en puente de unión entre las ciencias sociales y tecnológicas con las tradiciones primordiales que rinden culto a Gaia. Una mística científica que nos religa con la Vida y que emana del corazón en miles de individualidades, grupos y organizaciones activas de diversas nacionalidades, razas y credos: "Amarás a la Tierra como a ti mismo".
Nuestra amada Tierra no solo se traduce en los beneficios que se desprenden de la potencialidad del comercio y de la industria, sino que es una gama entera de realidades vitales, tangibles e intangibles. Porque somos parte de una evolución planetaria, en la que el corazón de Gea late firmemente, estableciendo su guía en un ritmo vital, unísono, imperecedero.
Plegaria a la Madre Tierra
Querida Madre Tierra, Pachamama, Gaia, Gea, Amalurra, Tonantzin o cualquiera de los nombres con que tus hijos solemos llamarte: en tu día, recibe nuestro merecido homenaje y profundo agradecimiento, nuestra eterna gratitud por tantos miles de años sosteniéndonos, abrigándonos, cobijándonos.
Señora de los vientos que mecen árboles y desplazan nubes, que mueven nuestros molinos, fecundan flores y precipitan frutos: gracias por la vida, por la salud, por el inmenso océano de vida que acuna nuestras existencias, por los amaneceres y atardeceres que empañan nuestros ojos; gracias por los alimentos que adornan las mesas y serenan los estómagos; por el agua y el aire, insustituibles; por el abrigo que nos permitió sonreír al invierno y porque diste cobijo a nuestros padres, a los padres de nuestros padres y, más allá, a quienes no conocemos, pero a los que también trataste con aprecio y ternura.
Gracias por tus colores que encienden nuestra vista y los perfumes que elevan nuestras almas; por tus ríos que traen bonanzas y se llevan las penas, y las montañas que nos hacen sentirnos fuertes e inalterables. Queremos que sepas de nuestra decisión: ¡ Somos los Hombres y Mujeres que reverenciarán nuevamente tu nombre, que escucharán con sagrado respeto tu latido y tu llamado, quienes desde hoy y por siempre volverán a celebrar tus lunas, tus cambios de ropaje, tus días de cosecha y ofrenda!... ¡Estamos listos para ocupar nuestros puestos y asumir nuestras responsabilidades!
Porque somos conscientes de cuánto te duelen hoy la contaminación y las mermadas capas de ozono, los mares y los ríos que envenenamos, las heridas que nuestros errores pasados y presentes te han causado. Ya no maltrataremos a tus criaturas y no abriremos con avidez tus entrañas para engordar nuestros estériles bolsillos... Perdona el error de haberte humillado, la ilusión de haberte querido gobernar, la pesadilla de haberte querido atrapar. Porque eres de todos y de nadie, atenderemos tus leyes de armonía y equilibrio, tu máxima de darte sin esperar nada a cambio.
Sembraremos y cultivaremos sin la química que te enferma, a la medida de todas las bocas del mundo. Te pediremos metales ya sólo para la paz, no más para carros blindados y mortíferos misiles. Te sorberemos el justo combustible hasta que tus mareas enciendan las futuras bombillas, hasta que enormes molinos de viento muevan los motores del mañana. Retornarán tus anchos bosques, tu fresco manto verde, cantarán alegres y limpios tus ríos. Volverán a retozar tus hijos de todos los reinos.
Querida Madre Tierra: cierra por un instante tus infinitos ojos y siente nuestro amoroso abrazo.