Cómo los bosques ayudan a atenuar las temperaturas en ascenso
Hay una amplia región del sureste de los Estados Unidos (EE.UU.) que llama la atención de los científicos. La llaman "Agujero de Calentamiento", justamente porque en esta zona las temperaturas han aumentado menos y no acompañan la tendencia general que se observa en casi todo el resto del planeta.
Aproximadamente en 1958, cuando el cambio climático comenzó a calentar el resto del mundo, algo extraño ocurrió en el sureste de EE.UU., comenzó a enfriarse. Entre 1895 y 2016, la temperatura media de EE.UU. ha aumentado 1ºC, según la última Evaluación Nacional del Clima, y gran parte de ese calentamiento se produjo después de 1970. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX, el caluroso y húmedo sureste de EE.UU. no ha seguido esta tendencia y se ha enfriado.
A escala mundial, los últimos 7 años han sido los más cálidos de los que se tiene constancia. Sin embargo, las fluctuaciones climáticas naturales que podrían explicar en parte el indulto de décadas del sudeste de las temperaturas más cálidas se pueden encontrar a miles de kilómetros de distancia en los océanos Atlántico y Pacífico. Cada 20 ó 30 años, las temperaturas de la superficie del mar a lo largo de la costa oeste de EE.UU. cambian naturalmente a fases más cálidas o más frías, en lo que se llama la Oscilación Decenal del Pacífico (PDO). Y sobre el Océano Atlántico Norte, los cambios en la presión atmosférica influyen en la velocidad de los vientos que soplan sobre el océano, un proceso conocido como la Oscilación del Atlántico Norte (NAO).
Trevor Partridge, científico del clima en el Servicio Geológico de EE.UU. y autor principal de un estudio de 2018 que analiza el "Agujero de Calentamiento" teorizó que esos cambios en la PDO y la NAO permitieron que la corriente en chorro, que sopla de oeste a este alrededor del hemisferio norte, se volviera un poco más ondulada. Durante el período del agujero de calentamiento, él y sus colegas piensan que el aire frío del Norte pudo anidar en la depresión en forma de U de una ola sobre los estados del sur como Luisiana, Mississippi, Alabama, Georgia y Tennessee.
Su artículo de 2018 también añadió una nueva pieza al rompecabezas del "Agujero de Calentamiento". También a partir de 1958, apareció otro "Agujero de Calentamiento" en verano sobre el Medio Oeste, aunque con un descenso de temperatura menor, de solo una fracción de grado. A diferencia del sureste, el medio oeste parecía menos influenciado por los grandes patrones meteorológicos. En cambio, la región pareció cambiar debido a una industria local en auge: la agricultura.
A medida que la superficie cubierta por cultivos intensivos, como el maíz y la soja, se expandió rápidamente a mediados del siglo XX, esa agricultura enfrió la atmósfera circundante, dice el coautor de Partridge, el geógrafo del Dartmouth College, Jonathan Winter. "Cuando se riegan los cultivos, al igual que cuando se sale de la piscina y el agua se evapora de la piel, se enfría. Estas plantas que transpiran toda esta agua simplemente enfrían la región". Otro estudio, publicado por Partridge y Winter en 2019, descubrió que la agricultura del Medio Oeste incluso se benefició de su propio efecto de enfriamiento, aumentando el rendimiento del maíz cada año en aproximadamente un 10% desde que surgió el fenómeno del "Agujero de Calentamiento".
Otros científicos del clima afirman que los cambios en el uso de la tierra también han contribuido a que el sureste se mantenga más fresco de lo que sería en otras circunstancias. La deforestación desenfrenada de la región en el siglo XIX y principios del XX apenas dejó intacto el 1% de los bosques, pero los árboles han vuelto a crecer. Los bosques cubren ahora el 60 % de Georgia, en gran parte en forma de plantaciones de árboles, Alabama tiene casi un 70 % de bosques, la mayoría de ellos en terrenos privados.
Catarata de Amicalola, cerca de DawsonvillePara Partridge, el enfriamiento en el Medio Oeste y el Sureste como resultado de los cultivos y la cubierta de árboles muestra la gran influencia que los humanos tienen en el clima, más allá de nuestras emisiones de combustibles fósiles. "Lo que hacemos en la superficie de nuestra tierra puede tener efectos muy profundos en el clima local". El mundo ya se ha calentado más de 1ºC desde finales del siglo XIX. Según las cifras utilizadas en la última Evaluación Nacional del Clima de 2018, el sureste aún no ha alcanzado al resto del país en cuanto al calentamiento acumulado que ha experimentado, y está muy por detrás del noreste, por ejemplo, o de Alaska.
El caso es que los estudios conducen a confirmar que este fenómeno se debe, en gran parte, a la reforestación: el avance, sostenido durante casi un siglo, de nuevos bosques y vegetación que estarían atenuando el aumento de las temperaturas. Los bosques mixtos son 70% más eficientes para almacenar carbono que los monocultivos, según investigadores de la Universidad de Indiana.
La historia se remonta al siglo XIX, cuando la agricultura y la tala de madera produjeron pérdidas superiores al 90 % de los bosques en el sureste de EE.UU. Pero en la década de 1930 comenzaron los esfuerzos por recuperar los bosques, a la vez que comenzaron la reforestación de campos cuyo rendimiento agrícola era deficiente. Así, en casi un siglo se recuperaron unos 15 millones de hectáreas de bosque, un enorme cambio en la cobertura del suelo: el potencial de la reforestación como estrategia local de adaptación al clima en regiones templadas, merece ser profundamente investigado para determinar cómo contribuye a la anómala falta de calentamiento en esta región.
Si nos enfocamos en áreas boscosas, veremos que enfrían la superficie del suelo entre 1 y 2°C cada año, en comparación con zonas cercanas de pastizales y cultivos. El efecto de enfriamiento más notable se produce al mediodía en los días de verano, cuando los árboles logran mantener las temperaturas entre 2 y 5ºC más bajas que en otras zonas. Los bosques más jóvenes (de 20 a 40 años) son los que más favorecen el menor calentamiento del suelo. Los investigadores identificaron que ese efecto de enfriamiento se extiende al aire cercano al suelo y que las áreas de bosques pueden disminuir la temperatura de esta capa de aire hasta 1°C al mediodía.
Así, el efecto de enfriamiento se produce sobre el suelo y en el aire cercano a la superficie. Luego, utilizando datos históricos de cobertura terrestre y registros meteorológicos diarios de 398 estaciones meteorológicas (relación entre la cobertura forestal y las temperaturas del aire en tierra y cercanas a la superficie entre 1900 y 2010) descubrieron que a fines del siglo XX, las estaciones meteorológicas rodeadas de bosques eran hasta 1°C más frescas que las áreas sin reforestación. Además, las áreas hasta a 300 metros de distancia también registraron descensos en la temperatura, lo que sugiere que el efecto refrescante de la reforestación podría haberse propagado incluso a regiones no forestales del paisaje.
Además de regular las concentraciones de CO2 atmosférico, los bosques modifican la temperatura del aire mediante procesos biofísicos, y juegan un papel crucial en esta dinámica. Tras un récord de 2023, el planeta podría alcanzar el límite del calentamiento global de 1.5°C en 2024, por lo cuál debemos atender la necesidad imperiosa de la reforestación del planeta, demostrando ser una estrategia efectiva para mitigar el cambio climático debido a la capacidad de los bosques para absorber y almacenar CO2, que invita a proyectar reforestación a gran escala destinada a la mitigación del clima, incluyendo la plantación de árboles urbanos.
Para hacer frente al cambio climático son necesarias reducciones drásticas de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero (GEI). Las soluciones climáticas basadas en la naturaleza (SCBN), son acciones para proteger, restaurar y gestionar de manera sostenible los ecosistemas naturales o modificados, generando resultados específicos y cuantificables para evitar las emisiones de GEI o fomentar el secuestro de carbono en los ecosistemas. La reforestación es una de ellas ya que tiene el potencial de proporcionar una mitigación adicional mediante la eliminación del CO2 atmosférico, y sería más eficaz acompañada de una descarbonización en toda la economía.
Los cambios en la cobertura y la gestión del suelo, que son fundamentales para la implementación de SCBN, pueden alterar la temperatura local a través de cambios en el balance energético de la superficie, si estos impactos biofísicos son beneficiosos, entonces algunas SCBN podrían servir como herramienta para la adaptación local además de la mitigación climática a escala global. La reforestación es la SCBN con mayor potencial de mitigación de CO2, puede aumentar o disminuir la temperatura de la superficie local dependiendo del equilibrio de mecanismos en competencia.
Una perspectiva más holística sobre la eficacia de las SCBN tiene en cuenta la posibilidad de que los cambios locales (por ejemplo, a escala de ecosistema) en la cobertura del suelo puedan iniciar impactos no locales en escalas mucho más amplias. Por ejemplo, la reforestación puede conducir a un aumento de la evapotranspiración, lo que resulta en un aumento de la nubosidad y las precipitaciones que se extienden por todo el paisaje. Estos efectos amplificarían el enfriamiento local, particularmente durante el día. Los cambios localizados en la cobertura del suelo también pueden causar cambios en la circulación atmosférica, que pueden tener consecuencias a escala continental o incluso global para la temperatura, las precipitaciones, la nubosidad y otros factores meteorológicos.
¡ Ya es tiempo de plantar soluciones concretas y efectivas !