El giro ecologista de Macron: el que tenga frío, que se abrigue
El próximo invierno estarán prohibidas las estufas y otras formas de calefaccionar las veredas y terrazas.
"Es la política, estúpido", podría decirse en Francia si quisieran parafrasear a los asesores de Bill Clinton cuando explicaban en la década de los noventa la importancia de la economía en los resultados electorales norteamericanos. El presidente galo, Emmanuel Macron, acaba de pisar el acelerador de la transición ecológica luego de ver que los candidatos ecologistas rivales concitan cada vez más votos en los comicios locales.
Las demandas en favor de ciudades más sustentables lo llevaron a tomar la decisión de prohibir las estufas al aire libre en miles de restaurantes. La drástica medida integra un paquete de 150 iniciativas nacionales a favor del medio ambiente. Solamente la ciudad de París tiene unos 20.000 bares y restaurantes, lo que significa uno cada 150 habitantes, aproximadamente.
Buena parte de estos establecimientos comerciales vive gracias al dinero que aportan los turistas. Es sabido que los viajeros aman comer o tomar café en las terrazas mientras ven el espectáculo diario que supone la vida de la "ciudad luz".
La ministra de Transición Ecológica del país, Barbara Pompili, anunció que la prohibición tendrá lugar desde octubre, y calificó a la práctica de calefaccionar las veredas como una "aberración ecológica".
La medida se estaba probando con éxito desde comienzos de este año en Rennes pero existen dudas sobre lo que ocurrirá cuando el frío pegue, como ocurre cada año en la ciudad del Louvre, Notre Dame y la Torre Eiffel.
Desde las cámaras gastronómicas advierten que el sector viene muy golpeado por la pandemia de coronavirus y que no es lógico aplicarle un nuevo azote. Pero, en el Palacio del Elíseo suben la apuesta y anuncian que inclusive será obligatorio "cerrar las puertas de todos los edificios abiertos al público climatizados o con calefacción".
El gobierno francés quiere también, en un futuro cercano, limitar la instalación de calderas de fuel o carbón en viviendas nuevas.
El célebre escritor irlandés Oscar Wilde sostenía que "el mal clima de París es el secreto mejor guardado del mundo" ya que sus condiciones son similares a las de Londres, pero pasan desapercibidas para los turistas de la segunda ciudad más visitada del mundo (luego de Nueva York) que suelen considerar romántico que llueva mientras la recorren.
Son tan desfavorables las condiciones ambientales del Norte de Francia que sus edificios ya representan el 20% de los gases de efecto invernadero emitidos en el país. Por convicción o por conveniencia política, el primer mandatario Macron está llevando a sus ciudadanos por un camino sumamente alentador.