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"Sembrar" nubes para combatir las sequías. ¿Esperanza real o mero oscurantismo?

La danza de la lluvia fue una ceremonia que se ejecutó durante milenios para invocar la llegada de aguaceros. Estuvo presente en numerosas culturas que van desde el antiguo Egipto hasta ciertas tribus originarias de América.

Históricamente, muchos de los pueblos afectados por las sequías creían que las precipitaciones limpiaban la tierra de espíritus malignos y dejaban los suelos aptos para las siembras. A menudo, grupos de bailarines se adornaban con plumas para simbolizar el viento que debía acercar las tormentas.

En pleno siglo XXI, por iniciativa de las autoridades de la Secretaría de Agricultura de México, los aztecas han decidido oficialmente dispersar yoduro de plata en los cielos para aumentar la caída de agua. La startup local Renaissense, la joven empresa que impulsa este sistema, asegura que son convocados también para casos específicos de incendios. Ya han realizado casi 300 vuelos sobre nueve millones de hectáreas siniestradas.

Esta práctica se ha vuelto común también en China, Australia e Israel, en zonas que nunca se anegan o inundan. Sobre esas geografías se despliegan aviones, drones y cohetes para estimular los chubascos.

Sin embargo, los expertos advierten de que esta práctica no sirve si no existen previamente condiciones de humedad suficiente en la "bóveda celeste".

¿En qué consiste el método?

Concretamente se disparan, desde tierra y desde aeroplanos, proyectiles cargados con derivados de la plata para generar posibles tempestades. Este tipo de yoduro líquido tiene una estructura similar a la de las moléculas de agua. Las partículas del compuesto facilitan la condensación del vapor o de los cristalitos de hielo aumentando la probabilidad de que precipiten en forma de agua o nieve acuosa.

Se dispersan las cargas de manera ultra enfriada para favorecer la expansión de las nubes y erradicar las sequedades. Se suben a las aeronaves involucradas grandes tanques de acero inoxidable y se arrojan las mezclas al aire para generar posibles descargas sectorizadas. Como la plata es costosa, estamos frente a una "solución" tan improbable como onerosa ya que, además, involucra a menudo el alquiler de fumigadores aéreos.

Mirá también: ¿Mito o realidad? El plan de China para sembrar nubes y modificar su clima

Consultado por Carbono.news, el experimentado piloto Ezequiel Sicardi, quien este año combatiera con un avión Tertank gigantescos siniestros en el Sur de Chile, expresó: "Existe, por ejemplo, un grupo de pilotos en Mendoza, denominado el escuadrón antigranizo, que se dedica a evitar que las piedras afecten la producción vitivinícola de Cuyo. Se trata de naves pequeñas, como los Séneca, desde donde se disparan los cartuchos. Se los coloca en la parte superior de las alas y se apunta hacia los focos más oscuros. Lo que hacen es generar precipitaciones para anular  los sólidos. No generan lluvias, solamente transforman sólidos en líquidos"

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