Opinión: Brasil no puede ignorar la inminente crisis mundial de la deuda
Como potencial líder medioambiental, Brasil puede ayudar a mediar en la crisis de la deuda de varios países
El Sur global está al borde de una crisis de la deuda.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), 36 de los 69 países de bajos ingresos corren un alto riesgo de sobreendeudamiento o ya lo han contraído. Chad, Etiopía, Ghana y Zambia están llevando a cabo negociaciones de reestructuración de la deuda. El elevado costo de la deuda ha reducido el gasto público, lo que ha llevado al menos a 62 países a pagar más en servicio de la deuda pública externa que en gastos sanitarios durante la crisis de la pandemia de Covid-19.
Al mismo tiempo, los países en desarrollo (excluida China) necesitan al menos un billón de dólares adicionales al año de aquí a 2030, es decir, aproximadamente el 4% de su producto interno bruto, para apoyar su desarrollo sostenible y alcanzar los objetivos climáticos. Al mismo tiempo, estos países están soportando el peso de una crisis climática que no han provocado. La creciente frecuencia de inundaciones, sequías y ciclones no solo amenaza el bienestar humano, sino que también empeora los déficits fiscales.
¿Cómo pueden los países que se encuentran al borde de un precipicio financiero movilizar los fondos necesarios para alcanzar los objetivos comunes en materia de clima y desarrollo?
A medida que Brasil recupera sus credenciales medioambientales y diplomáticas en la escena global, se le presenta la oportunidad crucial de contribuir en las negociaciones internacionales sobre la deuda y allanar el camino hacia un crecimiento mundial verde.
Brasil mantiene sólidas relaciones diplomáticas con todos los grandes acreedores, desde China hasta los países del Club de París, el grupo de 22 países acreedores, en su mayoría europeos, además de Estados Unidos, Japón y Rusia y el mismo Brasil.
Aunque la deuda no parece figurar directamente en la agenda, la visita de Estado del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva a China -que comenzó el 12 de abril y en la que se reunió con el líder chino Xi Jinpi podría ser un primer paso para encontrar un terreno común en las negociaciones sobre la deuda.
Brasil también será anfitrión de la cumbre del G20 el año que viene, lo que ofrece un amplio espacio para dar forma al diálogo multilateral, incluida la presión para revisar el "Marco Común" del G20.
El alivio de la deuda de los países más endeudados exige reformar la arquitectura financiera internacional. En 2020, el G20 reconoció la necesidad de reestructurar la deuda y respaldó la creación de su Marco Común, que fue un intento de sentar en la mesa de negociaciones a todos los acreedores pertinentes para coordinar el alivio de la deuda de los países de ingresos bajos. Hasta la década de 1990, los principales acreedores oficiales del mundo eran miembros del Club de París; en la actualidad, China, India, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos son también acreedores oficiales importantes. Por otra parte, los bonistas privados surgieron como prestamistas clave y hoy poseen casi la mitad de la deuda de los países en desarrollo.
Por lo tanto, el Marco Común, en su versión actual, es inadecuado por tres razones: excluye a los países de renta media; su proceso es excesivamente lento, ya que los países que lo solicitaron aún no han visto una reducción de la deuda; y no existen incentivos para obligar a participar a los acreedores privados. La tímida participación de prestamistas multilaterales como el Banco Mundial y el FMI también ha generado quejas razonables de China y ha retrasado aún más la reestructuración global de la deuda.
Junto con una reforma integral, un "nuevo" Marco Común debería asociar el alivio de la deuda con compromisos de inversión verde, lo que alinearía las negociaciones de la deuda con la agenda ecológica de Brasil bajo la presidencia de Lula. Una actualización de los bonos Brady de los años noventa -en los que los acreedores privados proporcionaron alivio de la deuda a cambio de bonos con mayores garantías de cobro, y que contribuyeron a aliviar la crisis de la deuda latinoamericana de los años ochenta- podría ayudar a incentivar la participación de un amplio abanico de acreedores.
La deuda y las vulnerabilidades climáticas están entrelazadas, pero el ciclo puede romperse resolviendo la actual crisis de la deuda y creando espacio fiscal para que los países en desarrollo impulsen las inversiones relacionadas con el clima. Brasil se encuentra en una posición privilegiada para mediar en estas negociaciones y forjar una nueva arquitectura financiera internacional.
*Publicado originalmente en Diálogo Chino: https://dialogochino.net/es/comercio-y-inversiones-es/64884-opinion-brasil-no-puede-ignorar-la-inminente-crisis-mundial-de-la-deuda/