Ambiente y naturaleza
Consecuencias del cambio climático

Ola de calor, sequía, incendios y dengue, muchas caras de un mismo dado

Frente al calor nos recomiendan "tomar agua, comer liviano, no exponerse al sol" y frente al dengue, "vaciar los baldes y rellenar con arena los portamacetas", pero ¿cuál es el hilo rojo que une las 7 plagas?

Abogada y diplomada en el Programa de actualización de Políticas Públicas y Cambio Climático. Autora del libro "Una vida sustentable"

Durante los últimos meses escuchamos y leímos mucho sobre el calor, la sequía, la invasión de unos bichitos minúsculos que aprendimos que se llaman trips, el dengue, más presente que nunca, y otros males. Sin embargo, ninguna de estas situaciones es comunicada por los grandes medios desde una perspectiva ambiental.

Ya cuando estábamos llegando al final de la ola de calor, algunos medios refirieron que Argentina atravesó el verano más cálido de su historia por una suma de "factores desafortunados" que van desde la variabilidad natural hasta la influencia del cambio climático.

Sin embargo, parece difícil por momentos entender el vínculo que existe entre una cosa y la otra ¿Cuál es la conexión entre el cambio climático y el calor, la sequía y el dengue? Para eso es importante, de vez en cuando, repasar conceptos claves, aunque más no sea de forma simple, para hacerlos propios y que se naturalicen.

¿De qué hablamos cuando hablamos de calentamiento global? Este se genera por la acumulación de gases de efecto invernadero, tales como dióxido de carbono, gas metano y otros en la atmósfera. Esta acumulación de gases, que provienen principalmente de la quema y consumo de combustibles fósiles tales como la nafta, el gasoil y el gas natural, colabora con este famoso efecto invernadero.

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¿A qué nos referimos con efecto invernadero? A la retención del calor del sol en la Tierra. Y algo interesante es que, en sí mismo, no es malo, es algo natural que de hecho permite la vida, porque si no existiera, dada la distancia a la que nos encontramos del Sol, nuestro planeta debería estar a menos 18 °C de temperatura. Por lo tanto, el efecto invernadero es natural y es necesario, el problema es que debido a la creciente acumulación de los gases, cada vez retiene más calor, haciendo que la temperatura a nivel mundial aumente.

Este aumento de temperatura global tiene consecuencias sobre la naturaleza y sobre nuestras vidas, y si bien hasta hace algunos años creíamos que estas consecuencias se verían en un futuro lejano, ya las estamos experimentando.

Las olas de calor, la sequía, los incendios que cada vez vivimos con más frecuencia, las tormentas de polvo, entre otros son consecuencia del cambio climático, un cambio con el que colaboramos día a día a través del consumo desmedido de combustibles fósiles.

Sin embargo, muchas veces, nos encontramos con argumentos negacionistas tales como "pero si cuando yo era chico me acuerdo que hubo un año que también hizo calor en marzo", y frecuentemente, frente a estos argumentos, no sabemos qué contestar. Como la información es poder, es importante entender lo siguiente: el cambio climático se manifiesta en forma de fenómenos climáticos extremos, fenómenos conocidos, como olas de calor, sequías, inundaciones; fenómenos que de vez en cuando suceden, que siempre sucedieron y que todos conocemos. El problema es que, a causa del cambio climático, se producen cada vez con más frecuencia.

Esto se refleja en números, doy un ejemplo: el 12 de febrero vivimos el día más caluroso de la historia para ese mes y 4 días más tarde, vivimos el día de febrero más frío de la historia. Se rompieron 2 récords históricos en solo 4 días.

En esta misma línea, pero refiriéndonos al dengue, los casos autóctonos para esta altura del año en la Ciudad de Buenos Aires exceden en un 80% los de 2020.

Fuente: Pixabay

Pero, ¿qué relación tiene el dengue con todo esto? Según un artículo de National Geographic "el aumento medio de la temperatura y los cambios en el régimen de lluvias observados en las últimas décadas están estrechamente relacionados con el incremento de los casos de enfermedades tropicales, especialmente con el dengue".

Esto se debe a que los transmisores de estas enfermedades prosperan con el calor, por lo tanto el aumento de la temperatura media de la Tierra puede favorecer su proliferación.

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Romper este tipo de récords, generar este tipo de cambios abruptos, no es inocuo, ni nos golpea a todos por igual. No es lo mismo vivir las olas de calor y la amenaza del dengue bajo un techo, con aire acondicionado, que en situación de calle y siempre los principales damnificados, acá y en todo el mundo, son los sectores más vulnerables y con menos recursos económicos.

Ola de calor, dengue, ¿incendios? 

Durante el año 2022, el fuego alcanzó 1,8 millones de hectáreas, afectando 23 provincias. Los incendios son causa y también consecuencia del cambio climático, una especie de círculo vicioso. Cada vez hay más incendios porque aumenta la sequía y aumenta la sequía, porque perdemos valiosas superficies de bosque nativo y humedales que son reservorios naturales de agua y están íntimamente vinculados con el ciclo de la lluvia.

Entonces, ¿podrían evitarse?. Según informa el Servicio Nacional de Manejo del Fuego, el 95% de los incendios son causados por seres humanos. Ya sea porque alguien hizo una fogata y no la apagó bien o porque una botella tirada en una zona seca de pastizal hizo de lupa o, como en muchos otros casos, porque hubo intencionalidad. 

¿Por qué alguien iniciaría un incendio forestal? Algunas de las causas más comunes son: para extender la frontera agropecuaria y para el desarrollo de negocios inmobiliarios. Parece que hay una creencia de que la tierra vale más quemada y sembrada con monocultivo o rellenada y convertida en barrios privados que en su estado natural. Y lo que no entendemos es el valor ecosistémico que tienen las extensiones de bosques nativos, de humedales y pastizales.

La sequía histórica que sufrió nuestro país trajo graves consecuencias no solo ambientales sino también económicas. Según el informe "Clima en Argentina 2022: temperaturas extremas, sequía y récords", realizado por el Servicio Meteorológico Nacional, el año 2022 "fue un 12,8% más seco que el promedio y se ubicó así entre los 14 años más secos desde 1961 en Argentina".

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Podemos pensar que todo es casualidad o podemos empezar a identificar el problema que subyace: un modelo de producción y de consumo que no contempla el bienestar y la salud de nuestro planeta. Hay algo que podemos hacer: proteger la naturaleza que aún nos queda viva, apoyar proyectos de conservación, consumir productos agroecológicos, pedir por una ley de humedales consensuada y un adecuado cumplimiento de la ley de bosques. Y, sobre todo, hablar de cambio climático, hacer las conexiones necesarias con sus consecuencias, porque solo así vamos a poder entender el origen del problema y tomar cartas en el asunto.

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